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EL PUEBLO SIN VENTURA LAMENTANDO

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LOS VIEJOS (NO TAN VIEJOS) VICIOS DE LA POLÍTICA
LOS VIEJOS (NO TAN VIEJOS) VICIOS DE LA POLÍTICA

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   “Vóteme, vóteme” decía Inés Pérez Suárez (PJ) cuando entregaba con una sonrisa radiante un par de zapatillas de marca, a cada vecino de la Villa 21-24 de Barracas que había participado de un almuerzo de campaña. Corría el tiempo de descuento para las elecciones de octubre de 2001, y la candidata ladero de Daniel Scioli hacía caso omiso de la debacle en ciernes. Pues en aquella oportunidad no sólo la anodina Alianza de Fernando De la Rúa sufriría un batacazo de proporciones, sino que el voto en blanco e impugnado alcanzó proporciones antológicas. Dos meses después, en las violentas jornadas del 19-20 de diciembre, la sociedad sacó a relucir las cacerolas en repudio de la autista corporación política para despertarla de su letargo. Precisamente, la citada Pérez Suárez fue una de las víctimas de aquella ola de descontento, cuando a principios de 2002 fue corrida, insultada y golpeada por algunos transeúntes que la reconocieron al salir del Congreso Nacional por un cafecito.
  
Sin embargo, la mencionada corporación supo rearmarse y entronizar a Eduardo Duhalde quien luego de los sucesos del Puente Pueyrredón, avaló la candidatura de Néstor Kirchner. Aquel que, el martes 12 de julio, declaró que se siente “proscrito como hace 40 años”. Con exceso de dramatismo, como es habitual, intenta comparar la proscripción del peronismo en 1958 con la impugnación de las listas de su partido por parte del juez federal platense Manuel Blanco. Esto se debió a un recurso presentado por el socialista Jorge Rivas, quien acotó que “la reforma de la Constitución dice que el tercer senador tiene que representar a la primera mayoría opositora”. Reforma que, no es malo recordar, fue una gratificación graciable del Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, para que el primero fuera reelecto y el radicalismo no ingresara abruptamente en el panteón de los recuerdos.
    Luego de la ruptura en el seno del PJ, que muchos sostienen que pone en grave peligro a la gobernabilidad, se ve con presteza las debilidades del oficialismo. Es que los pretendidos reformadores de la vilipendiada actividad política, no sólo no supieron hacerlo sino que repitieron aquellas prácticas que juzgaban detestables. Pues si bien demonizaron a Chiche y sus manzaneras, enviaron a Alicia Kirchner a Neuquén con camiones plagados de enseres destinados a comprar voluntades. Los mismos que criticaron el sistema duhaldista de captación capciosa mediante los planes Trabajar, no vacilaron en oficializarlos a fin de tener bajo su alero a grupos de escrachadores todo servicio.



Cosas veredes, Sancho


   La política vernácula no se va a renovar con la incorporación de Moira y sus senos prominentes, ni con Brandoni, ni con Artaza. Como tampoco lo hizo cuando el menemismo captó a Reutemann, Palito Ortega, Scioli y otros personajes funambulescos. Es que como dijo alguien con sabiduría de estaño,“en este circo, sobran payasos y faltan trapecistas”. Pues en esta actividad abundan los tramoyistas de la palabra, que cambian de camiseta espiritual como lo hacen de calzoncillos. Por ejemplo, Pampuro, según consta en la edición de Clarín del martes 12 de julio, fue un amigo íntimo de los Duhalde en Lomas de Zamora, que actualmente fue designado a dedo para acompañar a Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner. En una nota anterior se lo mencionó al matancero Balestrini, digno exponente para insertarse en el index del cambio de bando.
    Todos estos pases, tan cotizados como los del fútbol, remiten a una lógica de bandas semejante a aquellos señores de la guerra chinos que se desgajaban a balazos en la década de 1930. Pero por lo menos, aquellos tipos brutales y ambiciosos eran coherentes, no como los personeros vernáculos poco tendientes a la lealtad:“Un cambio de provincia es como un cambio de piel, diría Carlos Fuentes. Sin embargo, con los arrebatos de tanta vulgaridad, aquí, entre tanta vanguardia cultural hacia el atraso, es como si se tratara de un simple cambio de club. Una mera transferencia de un delantero. Desde Deportivo Conarpesa al Racing Club. Lanzar una campaña, por una banca, en una provincia, mientras asimismo se representa a otra provincia, en la Argentina moralmente acostada de hoy no parece constituir ninguna inmoralidad políticamente básica. Pero sólo plantearlo puede dejar, a cualquiera, como un desubicado. Y quedar indecorosamente desconcertante, como si se decidiera a promover, por ejemplo en el peronismo, un seminario celebratorio sobre la lealtad”, según la ácida visión de Jorge Asís.
    Es cierto, pues quienes tienden a desconcertarse con tantos vericuetos son aquellos que cuando piden sopa, les dan tenedor en vez de cuchara. Y cuando lo hacen notar, les dicen que se callen porque siempre le toman la leche al gato.

 

Fernando Paolella

 

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