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“Nepotismo. (De nepote). Modalidad de corrupción pública consistente en situar a los familiares legítimos o naturales, de los gobernantes civiles o eclesiásticos en altos cargos políticos o administrativos”. (Diccionario Enciclopédico Salvat, 1995).“Los viejos intereses no se retiran, los profesionales de la política no se retiran, los que usaron la política como una cuestión personal no se retiran, y los únicos que pueden retirarlos son los votos del pueblo argentino”, declaró el presidente Néstor Kirchner en un acto de campaña el miércoles 13 en Catamarca. Esa obvia alusión a los Duhalde, como no podía ser de otra manera, provocó oleadas de críticas: “Todos saben que la familia Kirchner ha pasado por cuanto cargo público hay, y sólo por nombrar algunos de la provincia de Santa Cruz, podemos recordar diputaciones provinciales, nacionales, ministerios, senaduría nacional, gobernación y presidencia de la República. Hasta aquí, no hay novedad; lo novedoso es que el presidente Kirchner, con la vasta trayectoria que él y su familia tienen en la política, pretendan que los demás se retiren y acusa a quienes hicieron de la política una profesión. ¿De qué viven entonces desde hace tantos años los Kirchner? ¿Será que el Presidente subestima tanto a los argentinos que cree que nadie va a reparar en esto? Es como si dijera: “que se retiren todos de la política, menos yo, mi mujer y mi hermana”, sostuvo irónicamente la senadora duhaldista Mónica Litza.
Tanto entrecruzamiento de misiles verbales entre uno y otro lado de este justicialismo que hizo implosión, sólo evidencia una cosa: que a pesar de los desesperados intentos por separar los campos, se está asistiendo a una contienda entre dos espectros de la vieja política. Y como siempre, la gente se queda expectante en medio de la misma meneando harta la cabeza. Según una reciente encuesta de la Consultora Prisma, sobre 300 casos inquiridos en el partido de La Plata, el 64% sostuvo que el actual tipo de democracia es débil, un 66,4% declaró que no se siente identificado los actuales partidos políticos y un 49,5% manifestó que se siente poco representado por la gestión de Néstor Kirchner.
En la semana en que la justicia electoral platense impugnó la presentación de las listas antagónicas que encabezan Chiche Duhalde y Cristina Fernández de Kirchner, estos guarismos establecen una advertencia de peso. Porque a pesar de tanta parafernalia preelectoral, es harto evidente que la corporación política nacional prosigue la danza alocada de los chanchos rengos. La figura del porcino enclenque, todo un clásico en el gracejo campero, es una alusión que manifiesta la desidia de una clase que no hizo carne el repudio generalizado de hace tres años atrás. Como si las dramáticas jornadas de diciembre de 2001 y principios del 2002 no hubieran ocurrido nunca, la mayoría de sus selectos personeros posan ufanos para las cámaras y se permiten actitudes de franca desmemoria. ¿No se hacen cargo del abismo que existe entre la gente, esa difusa entidad (para ellos) que dicen conocer, pero ignoran hasta que se aproximan las elecciones?. La valla extensa que divide en dos la Plaza de Mayo, es una postal aterradora de ese abismo que no cesa de crecer.
Pues la política ha dejado de ser una herramienta transformadora, para convertirse en un medio para obtener prebendas y beneficios personales. ¿Adónde quedó aquello del “arte de gobernar para promover el bien común?”. Esta definición agustiniana, tan acertada como actual, remite a otra que machaca los cerebros cada vez que se evoca. Decía Agustín, ese obispo de Hipona en África romana allá por el año 410, que“la esperanza tiene dos hijos. La ira, por el estado de las cosas; y el valor, para cambiarlas”.
Ese estado de las cosas, que cuando se observa con detenimiento, provoca una lógica ira ante tanto espectáculo funambulesco. El valor que se requiere para que esto no se propague como una enfermedad endémica, pasa necesariamente por la voluntad transformadora de los votantes que a veces parece dormida. Porque el peor miedo que tienen los personeros de la política es precisamente este, la imagen del ciudadano común frente a la urna en la soledad del cuarto oscuro.
Lo que viene
Una de las pautas de lo que sucederá en las próximas semanas la dio la revista Noticias, que habló de que la real pelea entre Kirchner y Duhalde es por la "caja", algo que desde este periódico venimos sosteniendo desde hace más de un año. ¿De qué se trata la "caja"? Según la revista referida, es el control de 28.600 millones de pesos anuales y 24.000 cargos políticos concretos, todo un botín.
Según Noticias, la guerra llega a tal punto que ambos contendientes se amenazan incluso con carpetas y acusaciones de lo más insólitas. Lo interesante es que aún no se ha utilizado la artillería más pesada de uno y otro bando ¿Qué estarán esperando, pues?
Mientras Kirchner juega con la posible candidatura de Carlos Chacho Alvarez como canciller, cual sonajero para que los medios pierdan tiempo en análisis imposibles, Duhalde es bendecido por el menemismo a través de la figura del siempre impresentable Luis Patti. Teme el kirchnerismo una alianza entre el duhaldismo y el menemismo, pero nada puede hacer al respecto.
Mientras desde la jefatura de Gabinete se sigue presionando a los medios -jurándoles que la presión se aliviará luego del 23 de octubre-, Duhalde se reúne en secreto con el desdibujado Roberto Lavagna y el oscuro Raúl Alfonsín. Esto también disgusta al kirchnerismo y, por tal motivo, se sospecha que es de la mismísima Casa Rosada que se impulsan las críticas que el "millonario" Hugo Moyano viene efectuando contra el ministro de Economía (1).
Más allá de los infundados comentarios del sindicalista, hay algunas explicaciones que Lavagna aún no ha efectuado a la población. Entre otras, por qué no se repara en costo alguno para mantener el dólar elevado, por qué no se promueve la inversión, por qué se castiga al contribuyente y por qué se oculta el verdadero índice de inflación de los últimos meses.
El ciudadano común percibe que, más allá de los que dicen los oficialistas diarios más importantes (Clarín, La Nación, Página/12), el país está virtualmente parado. No hay menor cantidad de pobres que antes (al contrario) y los salarios cada vez se alejan más y más de lo que debería ser el poder adquisitivo mínimo necesario. En ese marco, no hay propuestas concretas por parte de ningún partido político y no hemos visto hasta el momento debate alguno que nos permita saber adónde estamos parados.
¿Y los demás partidos políticos? Los radicales y socialistas salieron con los "tapones de punta" a impugnar la presentación de las dos listas integradas con candidatos del PJ ante la justicia electoral. Es sintoma de buen reflejo político por parte de ambos partidos, aunque todos saben que el recurso jamás será aceptado, no por lo menos antes de octubre.
Por su parte, ARI y Recrear aseguran públicamente que no se sumarán a la judicialización del tema, aunque confiesan que el tema les preocupa. López Murphy, por ejemplo, esperaba lograr la banca por la minoría en el senado y la estrategia duhaldista lo podría dejar fuera del Congreso. En el partido de la ex obesa Elisa Carrió lo que preocupa es que los potenciales votantes del ARI voten por Cristina Kirchner en el marco de la estrategia de esta última de diferenciarse del aparato duhaldista.
No se entiende aún por qué una de las figuras a destacar por el ARI para captar los votos necesarios sea Marta Maffei, quien aún no ha explicado debidamente su irregular proceder y apoyo en torno a la oscura ley de financiamiento educativo. "Lo que pasa es que Maffei aporta mucha guita dentro del partido", nos comentó esta semana un reciente disidente del ARI.
La UCR, mientras tanto, sigue hundiéndose con gran éxito cada día más, candidateando a personajes como Luis Brandoni y sin terminar de definir los postulantes a diputados que lo acompañarán.
Por su parte, el Partido Socialista recurrirá a sus particulares alianzas de siempre y
Es lo que hay...
(1) Para contrarrestar la movida y hacer un frente común contra Moyano, en la noche del sábado 16/7 hubo una reunión secreta en la casa de Luís Barrionuevo en Villa Bellester, donde estuvieron varios sindicalistas díscolos al camionero.