“Del 18 al 20 de junio, Clarín
editó tres títulos principales de portada anunciando un inminente acuerdo
entre Kirchner y Duhalde. Luego, cuando esa posibilidad quedó atrás, Clarín
comenzó el 3 de julio a instalar los 'peligros'
que puede generar la 'pelea'
entre ambos líderes. El sábado 16 de este mes, el matutino llevó a su
portada que 'Hasta
el embajador de EE.UU. preguntó por la pelea'
en el PJ, en referencia a la reunión que Lino Gutiérrez mantuvo con el
gobernador bonaerense Felipe Solá (que para La Nación fue una breve nota).
Con ese tema abrió su sección El País, en donde se pudo leer que 'las
preguntas del diplomático estuvieron dirigidas a aclarar los interrogantes
que la pelea entre el Presidente y su antecesor genera en el exterior. De
hecho, durante el festejo del Día de la Independencia estadounidense en
Buenos Aires, el tema más comentado fue la interna del PJ bonaerense, según
la mayoría de los invitados'.
Ese mismo día, el periodista Daniel Juri comparó a Kirchner con Judas
Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesucristo, según el texto bíblico.
El columnista Van der Kooy publicó varias notas en donde alertó sobre el
voltaje de la interna. El domingo 10 de julio escribió: 'La
pelea se recalienta ¿Y la gobernabilidad?'.
El 3 de julio había planteado 'incertidumbres'
en torno a la gobernabilidad, según Diario
sobre Diarios. Si afuera hace un frío de pelos, en la corporación
política están que arden. Caído, como bien lo expresa este sitio amigo, de
las especulaciones de la corporación mediática nacional el alambicado
acuerdo por improcedente, queda en todo su fulgor la
madre de todas las batallas (Carlos mal
hablado Kunkel, dixit). Si bien se le puede disculpar, o no, por
haberle afanado dicho término al actualmente preso Saddam Hussein antes de
ser vapuleado por la Coalición, es dable inferir que lo que hace agua es algo
más pesado. Últimamente, han surgido pensadores de toda laya que pontifican
acerca de este tema. Obviando meterse de lleno en la madre del borrego, la
crisis de representatividad que separa abismalmente el sentir de la gente con
sus supuestos representantes políticos. Como muestra, basta advertir la página
12 de la edición de Clarín
del martes 19 de julio. En la sección El
país, bien a pie de página que casi se cae de la misma, se puede
leer el siguiente titular:“Sólo
un 35% votó en Santiago (del Estero)”. En las elecciones para
convencionales constituyentes, donde ganó el Frente de Unidad Santiagueña
con un 87,04%, concurrió a sufragar el 35,4% del total de los padrones
habilitados. Se ve que en el antiguo feudo de la pareja morganática Juárez,
aquellos caudillos ex menemistas, ex duhaldistas y antes de caer en desgracia
aliados de Kirchner, a pesar de la mentada intervención federal el ejercicio
comicial no despierta muchas pasiones. Pero este dato si se lo extrae de lo
macro, y se pierde la visión de conjunto, está destinado irremisiblemente a
la papelera de reciclaje. Porque es una postal flagrante de la inercia
ciudadana causada por el citado desentendimiento. Hasta los actos políticos,
como el reciente lanzamiento de Cristina Fernández de Kirchner, presentan una
estética engañosa carente de todo condimento pasional. Coherente con esa línea,
el kirchnerismo planteó presentar a sus candidatos metropolitanos el mismo
martes 19 en el predio de Parque Norte, propiedad del mercantil Armando
Cavalieri. Seguramente, cuando arrecien los flashes encuadrando al jefe de
Gabinete Alberto Fernández y a su sonriente trouppe, nadie se acuerde de
aquel ajetreado 17 de octubre de 1983. En aquella oportunidad, en la cancha de
Ferro, el mítico Lorenzo Miguel fue abucheado en medio de la presentación de
los candidatos presidenciales del PJ, y, cuando intentó por enésima vez
hacer uso de la palabra, el asta de una bandera se estrelló a centímetros de
su rostro. Faltaban menos de dos semanas para las primeras elecciones democráticas
luego del Proceso genocida, y en Caballito el ambiente estaba tan movilizado
como para que sea registrado por un sismógrafo. Es que el eterno titular de
la UOM había atacado a la Juventud Peronista, se refirió con mucha blandura
a los militares en retirada y elogió a María Estela Isabelita
Martínez de Perón. Y esto hizo saltar las espitas del cerebro a
muchos de los concurrentes, recordando quizá los miles de muertos y
desaparecidos en esa picadora de carne que duró seis años. Actualmente, no
se abuchea a nadie como tampoco un choripán de esos que se reparten de favor
es utilizado como misil hacia la cara de ninguno. Claro, con la malaria que
hay……..
Decíamos ayer
Cuenta
la historia que Fray Luis de León había sido exonerado de su cátedra de
Salamanca y encarcelado por la inquisición a causa de sus mordaces puntos de
vista y su pensamiento crítico. Por eso, cuando fue
En
contrario de esta coherencia, en el acto de APEMIA
del lunes 18 de julio, justo cuando se cumplía un nuevo aniversario de la
masacre de la calle Pasteur, su titular Laura Ginsberg aludió a la obturada
reforma judicial que en su momento cacareó el oficialismo. Porque esta no se
agota poniendo al vapuleado Juan José Galeano en la picota, en estos momentos
al borde de su lapidación pública. Cabe recordar que el mencionado, una
acabada postal de la famosa servilleta de Carlos Vladimiro Corach, sentó tal
precedente de falta de independencia que hasta en Beirut conocían sus
andanzas. Pues en un reportaje fechado en noviembre de 1994, efectuado por
Laura Avignolo al jeque Shobi Tufaili de Hezbollah,
el aludido alegó algo así como “pobres
los argentinos si todos los jueces trabajan como ese magistrado”. Realmente,
tenía toda la razón.
En estos encrespados tiempos, vale analizar el pensamiento
del recientemente fallecido Norberto Ivancich, quien en la revista Unidos
de octubre de 1986 plantea que “aparecen
dos modelos alternativos: operador versus militante. Esto se da en el mundo de
las ideas. La realidad demuestra la falacia del planteo. Los valores políticos
de la época nos convierten en operadores a pesar nuestro. El fraccionalismo
político y la convocatoria alrededor de nombres no es una realidad buscada,
pero es la realidad existente. Esto se explica fundamentalmente por el
internismo. Para cambiarlos, estos tres elementos tienen que ser asumidos como
existentes. Es necesario partir de esta realidad, no imaginar otra o querer
volver al pasado. Reconstruir al peronismo como fuerza política será aunar
sectores, formar equipos, limitar el internismo claramente a lo político y
exigir a los nombres propuestas que terminen con la concepción gerencial.
¿Es demasiado ingenuo? No lo sé,
pero todavía vale la pena intentarlo dentro del peronismo”. (El
peronismo, una revolución inconclusa).
Sin
embargo, a pesar de estos deseos, nada de esto pudo lograrse y los resultados
están a la vista. E Ivancich debe estar revolviéndose en su tumba, junto con
otros muchos.