Desde el gobierno suelen insistir que muchos economistas seguimos pensando como en la época de la convertibilidad cuando por cada peso que había en circulación había un dólar de reserva. Más allá del tipo de cambio de conversión, es cierto que la regla de la convertibilidad establecía la relación mencionada. Y digo al pasar más allá del tipo de cambio de conversión porque, curiosamente, este gobierno ha retrasado tanto el tipo de cambio real que está, en pesos constantes de noviembre, en uno de los tres puntos más bajos de los últimos 14 años. Casi igual que en enero de 1981, último mes de la tablita cambiaria y solo un 19% por arriba de diciembre de 2001, último mes de la convertibilidad.
Para que veamos lo patético del tipo de cambio real podemos tomar este ejemplo. Si indexamos el dólar de diciembre de 2001 y le restamos la inflación de EE.UU., el tipo de cambio del último mes de la convertibilidad a pesos de noviembre 2014 es $ 7,14 y el tipo de cambio promedio de noviembre fue de $ 8,53, una diferencia del 19%. Pero tomemos el caso del sojero. En noviembre tenía un dólar de $ 5,55 (le resto las retenciones), si lo comparamos con el dólar de $ 7,14 a pesos actuales de diciembre de 2001, resulta que tenía un tipo de cambio real más alto con la convertibilidad que ahora. Solo zafan, y no todos los productores, por el precio de la soja que duplica el que había en 2001.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿es que el dólar está barato porque ingresan muchas divisas para inversiones, exportaciones y créditos o es que está artificialmente barato por el cepo, la inflación y otras medidas intervencionistas del gobierno? Dudo que alguien, salvo los k, pueda afirmar que hoy tenemos un dólar barato por la confianza que genera el gobierno.
Pero, volviendo al inicio, es cierto que al no estar en convertibilidad no es necesario que por cada peso en circulación haya un dólar de reserva. Ahora, también es cierto que si la gente rechaza el peso por considerarlo una moneda de mala calidad, ahí el tema de las reservas pasa a ser clave. Es más, diría que la solvencia del BCRA pasa a ser clave.
Sabemos que al no estar en convertibilidad no hace falta tener un dólar de respaldo por cada peso en circulación. También sabemos que este gobierno no se caracteriza por generar confianza en el peso, por lo tanto la posibilidad de dominar el mercado ante una crisis, depende de la solvencia del BCRA. Justamente cuando uno ve el balance del BCRA se agarra la cabeza por la escasa solvencia patrimonial que tiene.
Veamos. Sabemos que en el activo está lo que uno tiene en la caja y en el banco. Los créditos a cobrar, los edificios, el stock de mercaderías, etc. ¿Qué hay en el activo del balance del BCRA? Reservas y créditos a cobrar porque le prestó a los bancos (redescuentos) y créditos al gobierno nacional, entre otros. Bien, cuando uno ve el balance del BCRA al 23 de diciembre, el último disponible al momento de redactar esta nota, se encuentra que el activo total del Banco Central es de $ 1,1 billón de pesos. Pero ese número en sí mismo no dice nada porque el activo puede estar lleno de papeles basura.
Y así es. El 42% del activo del BCRA está constituido por Letras Intransferibles del Tesoro. Estas letras están nominadas en dólares que vencen entre el 2016 y el 2022 suman $ 459.000 millones. Como no pueden venderse, su valor de mercado es algún número cercano a cero.
Pero, además, dentro del activo el BCRA tiene a cobrar otros $ 251.000 millones en adelantos transitorios, que es la emisión monetaria que hace el BCRA para financiar el rojo del fisco. En total, si sumamos las letras intransferibles del tesoro y los adelantos transitorios, toda deuda que tiene el tesoro con el BCRA, resulta que el tesoro, que es un insolvente, tiene una deuda con otro insolvente, el BCRA, por $ 710.000 millones. De manera que el 65% del activo del BCRA está compuesto por letras intransferibles del tesoro y adelantos transitorios. Las reservas, aun tomando las truchas que declara el BCRA, representan solo el 24% del activo del BCRA.
Estos datos permiten advertir que si bien el Central no tiene que tener un dólar de reservas por cada peso en circulación como en la convertibilidad, tampoco tiene capacidad patrimonial para enfrentar una corrida cambiaria y, para colmo, el gobierno no genera la más mínima confianza como para que la gente se quede en pesos o ingrese dólares.
En definitiva el gobierno ha destruido patrimonialmente a la entidad que tiene que producir la moneda que utilizamos. El Central se limitó a financiar los delirios populistas del gobierno y terminó destrozando su capacidad patrimonial.
Este tema lo he tratado infinidad de veces, en notas en este portal, en La Nación y en diferentes programas de televisión y radio.
Una pena que los economistas que se consideran políticamente correctos se hayan concentrado en hablar con mucho cuidado pero sin informar a la población de esta destrucción patrimonial del Central que estaba ocurriendo. Pero como son más políticos que economistas, ahora se indignan y denuncian este destrozo del Central. Tarde piaron pajaritos (Economía para Todos).