La receta para ganar la Copa de Oro del 2005 en New Jersey, Estados Unidos, la preparó Tía D. en Brooklyn, Nueva York. En unos grandes fondos de alumnio, como en los mejores tiempos de los carnavales panameños, armó el Sancocho Mágico para que la selección de fútbol de Panamá se alce con la Copa. De la mejor gallina, las presas más robustas del mercado, todos los ingredientes sagrados: ñame, cebolla, ajo, culantro, orégano y pimienta.
La selección tendrá ahora “piernas” para esta gran final con Estados Unidos, comentaron residentes panameños en Brooklyn, aunque la gran fiesta está en el Istmo, que no duerme ni descansa desde que derrotó a Colombia, el pasado 22 de julio, ante más de 40 mil personas.
Son tiempos de excepción, inéditos, mágicos para el fútbol panameño, un país con tradición en el béisbol y boxeo. Se vive un euforia sin precedentes en cada esquina, bar, lugar público de la ciudad y muchas personas visten la casaquilla roja e la selección. La televisión sigue dando una extraordinaria cobertura, a un evento que puede llenar de gloria al joven fútbol pnameño.
Se siente en la garganta de las personas el gol, esa extraña sensación d elibreación de tensiones. En el Estadio de los Gigantes en Nueva Yersey, Nueva York, cientos de panameños han viajado para reforzar su barra ante el coloso del norte, que enfrentará a la nación menos poblada de América latina. Se calcula que viven unos 200 mil panameños en Estados Unidos en distintos estados de la Unión.
A menos de cinco minutos para el encuentro histórico, Panamá está virtualmente acuartelado en sus casas, restaurantes, centros donde exista una pantalla de televisor, a la espera de los 90 minutos más dramáticos del fútbol panameño.
La modesta y sorprendente selección
panameña ya ha hecho historia, pero podría ascender al podium de la fama, de
los grandes, si derrota a Estados Unidos en su casa.
Ciudad
de Panamá está a la expectativa. Y el silencio sepulcral de sus calles, sólo
es interrumpido por una tormenta eléctrica.
Rolando Gabrielli