Soy
la risa
de
mi obituario.
La
sombra de mi cadáver,
que
camina.
Mis
enemigos
me
dan por muerto,
una,
mil veces, diariamente.
Yo
me levanto de mi ataúd,
sólo
para permitirles,
que
dejen de llorar.
RG©
Hace más de cinco años no compro diarios. Soy periodista. Escribo esta
revelación en mi Blog número 13. Leo periódicos extranjeros para enterarme
del país donde vivo. Los leo por Internet, porque todos son iguales. Las
noticias se repiten. Las cambian y son las mismas. Vuelvo a hacerlo no sé
cuantas veces en el día, y no fallan. Así compruebo que el ciberespacio es
un viaje por la tierra, con todas sus miserias. La profesión de periodista es
lo más inútil que me ha tocado desempeñar durante 34 años. Un tiempo
sinceramente extenso, que requiere una vida para vivirlo y termina convirtiéndose
en algo inevitable. Tu sombra, por decirlo de alguna manera. Es algo que todos
cargamos y nos responsabilizamos de forma espontánea. Doy vuelta la hoja.
Marzo 15 del 2006, estoy abrazado a una mujer en un aeropuerto. Es su cumpleaños.
Es la misma que me retiene y yo a ella, su mano en una playa. Caminamos como
si nos hubiésemos conocido toda la vida, lo que es cierto y decidimos
sentarnos a esperar nuestro tiempo. Nos suspende una amplia sonrisa, como
astronautas dentro de la misma
nave y burbuja.
13 de abril, debió ser martes, lo marqué inútilmente en rojo. Es otra
fecha. ¿La mala suerte tiene algún color? La buena es azul, había escrito más
adelante. El mar pare, traga,
pero da vida. Y es azul. Arriba, el cielo, es azul. 7/10 de la Tierra es mar.
La Tierra es azul. Las estrellas son azules. Y sobre todo recuerdo un balde
azul con el que recogía arena en la playa. El mar era inmensamente mío. Yo
escribo por otras razones. Eso se lo dejé en claro al Blog/mi Diario, al
comenzar. Podría retirar todo lo dicho y comenzar de nuevo. No es ético
mentir desde que te miras al espejo. Hay que ser explícitos hasta con el
enemigo. La mentira no es
camuflaje, sino un vicio de las relaciones públicas oficiales. La prensa
escrita puede tirarse a un basurero o borrarse
con Internet. Lo tacho, esto no es leal con la profesión, ni positivo. Tiene
casi un valor sentimental, de lo espontáneo. Yo escribo para sentirme libre.
Busco liberarme, no sé si es mejor esta frase que la anterior. La literatura
me hace pensar en otros mundos. La libertad
adquiere consistencia real, cuando se
pierde. Fin. Ser trascendente a ojos vista, cuando la palabra se rumia
en el verbo, cicatriza en la
herida, raja sobre su asfixia y
no deja de ser verbo copulante. El gusano devora el tiempo.
§
DETRÁS
DEL DETRÁS, LA IMAGINACIÓN
No veo TV hace 111 días tres cuartos, al minuto de
hoy. He salido ileso. Cero traumas. No me he perdido nada. Seguiré de
largo. ¿NoTVeré a ti? Pienso
que sí. Cuando la imagen se hace carne, todo es posible. Mientras más fuerte
es el deseo, más real es la ilusión. Hay que seguir viviendo con
persistencia y desafiar el futuro, presente agárrate y quédate con los ojos
bien abiertos. Open de cinco sentidos. Semilla del desierto, palabra nómada,
nada es personal, todo es personal. Si pongo un punto, me pertenece. La coma
sobra. El paréntesis es más aire. El
texto tiene como el poema su propia estación de vida. Evoluciona en la
lectura del otro. La palabra zancudo pica de distintas maneras en las
diferentes pieles. No todos los abecedarios son iguales. Es como los cuerpos.
Nada más exacto que las propias diferencias de cada uno. Tal vez un tatuaje
pueda repetirse, pero la piel
nunca es la misma. Debajo de un párpado, el ojo tiene sus propias lecturas.
Recurre al enorme vicio de la memoria, una droga que tiene pasado y habla
hasta que el cerebro tiene cuerda.
Se lee con el tacto, el gusto, el placer, el olfato, con
todo el cuerpo y el resto de los sentidos. Se escribe igual, con vicio, contra
la muerte, sobre un cristal aparentemente liso, totalmente contaminado,
endurecido, a punto de romperse, opaco, lleno de una luz dormida. Detrás se
ve todo lo que se imagina. Es un cuerpo transparente, hondo, misterioso como
el que se busca entre las sábanas de la amada que te espera.
Tengo 77 pares de calcetines y los hermano al azar. No hay
tiempo para encontrar el color exacto. Verdes
con negros.
Azules y rojos. Pies
de arociris. No
sé si lo leí del
personaje de Rocambole, en la colección que guardaba mi papá en el ropero.
Creo que Dick Traicy, era más riguroso y sobrio. Folletín de estos días.
Los días son un montón de chatarra inútil. Cuadros de un calendario vacío.
Policías uniformados que reprimen las esquinas. La calle ha dejado de ser lo
que era. Un maniquí me saluda desde una vitrina. Esbelto, pálido, casi
sonriente, impecablemente discreto. La mujer quisiera dejar la vitrina.
No puede, tiene un compromiso con la moda. Un domingo sin gente. Cuento
las baldosas. Se orilla el atardecer en el cemento de la ciudad y despide su
atmósfera húmeda. Escaleras de un paso peatonal
realmente feo. Pende la iguana del árbol, se mimetiza, no está para
una riesgosa exhibición. La imagen está hoy en día de moda,
pero la naturaleza entiende otra cosa
por vida y muerte. Interpone una leve persiana, brilla en el silencioso
vuelo del pájaro, respira hacia adentro en el bosque. Veo a un gusano
arrastrarse en su magnifica soledad. La opulencia de sus lentos pasos. El
tiempo que destina a sus objetivos. La hoja vive para él esta mañana. Yo doy
vuelta la mía. Busco mis lentes. Los olvidé donde el ojo no llega y la
memoria patina. Lo importante es no pisarlos o sentarse sobre ellos. Una
experiencia (in)olvidable.
La escritura es una rara obsesión. (15 de marzo de 1964). Fecha hermosa, mi
nacimiento en el Otro. El día que comenzó a crecer la higuera en el patio
del Sur. Ella es luna, estrella, sol. Escribo, registro, divago, din, don. Una
enfermedad enfermiza. Y dura toda la vida del escritor. Comparten la misma
almohada. Sueñan el mismo sueño. Se dejan
caer las alas. La
observación es perfecta sobre un
club de hormigas que creen en la solidaridad. Se puede superar el día, pero
siempre habrá uno mañana. De nuevo, es lo que uno inventa o intenta en el imán
de la imaginación. Mi telegrama sentimental de
este minuto: TE AMO, espérame
en el andén. Mi mano asomará por una ventanilla. Tómala y sube.
§
TÚ
ERES MI SUPERHÉROINA, CAPERUCITA DE
COLORADO
Octubre 7 del 2013, una fecha larga. Es el ojo del futuro.
El mes con el año juntos suman 13. Tiempo
de la primavera en el Sur. ¿Si se renueva el presente, por qué no el futuro?
Correr el calendario no es nuevo. El futuro tienta como la primera vez. Y
sucederá si vamos tras el objetivo. Mañana es futuro, escribo. No tan
lejano, añado. Pero es un nuevo comienzo. Habrá que esperar, agrego.
Compagino una nueva página. La anterior la dejo en blanco. Página ciega. Página
presente. Página paréntesis. Página que algo dirá a su debido tiempo. Tú
eres mi página diaria. No te
borres. Un aguacero tropical me deja una gota limpia sobre la página.
Comienza a balancearse. No se hará mar. No se hará lluvia. Es sólo una
gota. Si la cuido me seguirá mirando por un tiempo. Tiene ojos transparentes,
de gota. Es sencilla, clara, como una gota de agua. No aspira a más y eso me
agrada. No se siente eterna. Se ha salvado de un aguacero, y se sabe caída
del cielo. La lluvia desaparece y
en cada lluvia vuelve. Las personas también se llueven.
La puerta es azul. La ventana
azul. Tu vestido azul. Las
persianas doradas caen detrás del sueño. El cielo azul borra toda huella que
no sea azul y estoy frente al mar. ¿De dónde, digo, vienen tus pisadas que
ya las siento? A veces pienso, si nos contamos todo, ahora debemos vivirlo. ¿Se
dará el cielo azul en la tierra azul, lo que la bóveda es a la estrella
reluciente? El azul rompe la mañana y al mediodía se irá en un aguacero que
se lleva el tiempo que hay detrás
de cada día. Un aroma invisible que trae el trópico, ciega el paisaje en
unos minutos, la puerta se cierra y las ventanas sólo ven la lluvia que hace
crecer el mar. El día aprieta,
corre y se estaciona finalmente. Puede ser bajo un frondoso árbol, en el
alero de un edificio, las puertas de un almacén,
la iglesia que mantiene tibias sus puertas abierta. Yo, digo, el agua
junta sus caminos. Mejor, escribo, un 22 de febrero del 2002. La pasión de un
tiempo que el futuro nombra y ordena. Si revisáramos bien la fecha, tomaríamos
el primer avión. Sí, hacia un mismo punto. Se ama en el minuto y
lugar exacto por las mismas razones. Así se extiende el mantel sobre
una mesa. No hay duda, todo debe quedar y estar despejado. No es orden, sino
el magnetismo que ejercen las manos y los propios cuerpos, el imán absoluto
del sueño.
El Folletín marca fechas, días, años, la historia personal, la intimidad
Blog, un Superhéroe atraviesa la memoria, el espacio personal en el cuarto de
operaciones de esta Bitácora. Son tiempos canallas, como mucho antes, ahora,
después, como mañana cuando me afeito frente al espejo. Un presente de aserrín,
y no es suficiente contar con el Hombre Araña, Superman, Tarzán, Batman,
Flash Gordon, Hellboy. Si no pueden aquí en estas calles controlar el tráfico
de muertos, la corrupción del gusano verde, blanco, o los colores del poder
que contiene todos los matices, entonces, para qué emprender la Guerra del
Mundos. Suficiente con el trabajito existente en el patio de la casa. El auto
exterminio, es una tarea de titanes, no nos salva ni la ubicua Caperucita
Roja, que llega del bosque con su inocente interrogatorio al Lobo, ya con la
abuelita en el estómago. Le llama la atención las orejas, el pelaje, la boca
de la devorada abuelita, que yace en el fondo de la panza del Lobo feroz. Una
inocente y eficaz heroína. Ganó tiempo con la inocencia de su cuestionario
lleno de ingenuidad, hasta que llegó el guardabosque y le abrió la panza al
Lobo malvado.
El Che fue un héroe, Pancho Villas y miles más anónimos murieron sin ser
descubiertos y nadie preguntó jamás por sus hazañas y
fueron Robin Hoods. Durmieron en un paréntesis que aún no se cierra.
Se convirtieron en nubes, algodón de la noche, en algún camino están sus
huellas aún. Es una larga historia a la que se le mete tijera. Le sale humo
por las orejas a la realidad. La noche pasea en su hermosa silla de ruedas. Mi
hamaca quiere volar. Es el viento el que la detiene, como a los caminos que no
quieren andar. A Villa lo cosieron a balas. Un 20 de julio de 1923 dejó de
respirar el general. Fue en un Ford T de los años 30. Le cortaron la cabeza
en Parral. Instruido hubiese sido un buen presidente, dijo el New York Time.
Folletín, la historia es un museo. Un cofre rojo guarda un mapa mohoso lleno
de cruces negras. ¿Cuándo liberarán a las mujeres de Juárez?. El desierto
sigue sembrando las cruces del olvido.
§
EVELYN,
NO MUERDAS LA MANZANA PROHIBIDA
Folletín del Plagio, un arte malvado de todos los tiempos, la apropiación de
ideas ajenas, el hurto de materiales, la falsificación
de una propiedad privada intelectual, el arte de la piratería, la pasión
indebida, irrefrenable por ser el Otro, para qué, me digo, yo, un Autor sin
Derecho(S). La escena es aquí en la Tierra. Cualquier lugar. No hay hora. El
dolo en si es gris. Tenebroso. Dedos untados en aceite. Ojos vitriólicos. Una
Mirada de parafina. Hay manteca en los sentidos. Los intestinos
se mantienen tibios, serenos, absolutamente grueso y delgado, como el
gordo y el flaco, una pareja simbiótica invencible, risueña, algo idiota en
ocasiones. Evelyn, el Central Park es un paño verde húmedo al amanecer
enmarca la Gran Manzana, el cemento del sueño,
y en el Folletín de E.,
la historia comenzó con la nota de Orson Welles que yo le mandé y ella
publicó en primera plana en La Prensa. Mi entrada a N.Y., oficial y
por escrito.
Un mordisco a la manzana. Allí develaba la vieja historia del 38.
Evelyn la desconocía. Se movía más y no sé cuanto, en esto tan nuevo,
superficial, banal, vacío.
Lo fashion, lo definió alguien. La historia, sin embargo, llegó a
primera plana. El cineasta estadounidense, Orson Welles, quien tenía un
popular programa de radio, donde adaptaba
obras de teatro y literatura para
relatarlas con gran realismo a través de las ondas radiales, transmitió una
adaptación de “La Guerra de los Mundos” y lo hizo con tanta
veracidad, que la ficción se tomó
Nueva York y el mundo.
Las criaturas monstruosas descendieron en un cilindro en New Jersey. La
histeria fue masiva y la radio se llenó de gloria, como un tomate rojo recién
cortado. El pánico entró en escena.
Hoy
ya no es mérito la película de Steven Spielberg, la adaptación de La
Guerra de Los Mundos, porque el pánico está convertido en terror real en
la Tierra, por obra y gracia de sus propias criaturas infernales. No
necesitamos visitantes para asustarnos. La guerra se ha instalado en Nuestro
Mundo. La infección y podredumbre es humana, sumamente contagiosas. El terror
de Orson le gustó a Evelyn y editó. Los siete
artículos restantes, fueron publicados, pero sin mi nombre. Pregunté
esta modalidad y me dijo: error técnico. Durante una semana, previamente, me
había pedido mi ID. Y el error técnico
se perpetuó y el Copyright se esfumó con el autor.
La Gran Manzana de Evelyn se lo devoró como en el paraíso.
¿Evelyn, Eva? El gusano devoró el texto una y otra vez. Así se durmió el
telón. End. Yo me vi en N.Y. leyendo un titular que se me crecía desde el
Subte hasta el Central Park y decía: Los marcianos no plagian los sueños. Un
telón blanco que seguía creciendo y amenazaba con envolver N.Y. como una
larga momia. El Folletín del Plagio, un capítulo universal de la falta de
imaginación, nos puede llevar a dejarnos
fríos, atornillados en nuestra propia butaca. Abre el telón. El Plagio es a
la medida. No puedo creer cuando veo a la Cónsul de mi país inaugurar unas
conferencias sobre Neruda, in extrenso, con mis propias palabras ya escritas y
ahora plagiadas en seco. Cero Copyright, la Autora soy Yo. Folletín, Folletón.
Toda obra debe tener un tercer
actor, al parecer. El Plagio cruza el Atlántico: España. Otra vez Neruda. Un
largo texto del Vate sin mi nombre. ¿Qué tiene mi nombre, me pregunto ahora?
¿Debo cambiar de apellido? Acepto ofertas, sugerencias. ¿Folletín de la
identidad perdida? Debiera escribirlo en el principal muro de esas tres
ciudades. Un mundo que registra hasta el más mínimo detalle de las personas,
olvida mis generales. Y Evelyn
debiera aprender a escribirlo en una guardería de Nueva York. He estado
tentado en escribir con seudónimo para que nadie me conozca
y así se olvidarán como
me llamo realmente. Con un nombre de mujer terminaría por camuflarme
definitivamente. Ninguna sospecha. Icono fashion. Folletín en nombre del
nombre. Los Superhéroes resguardan su identidad. Por lo general se
enmascaran. Tarzan no. La selva es otra cosa. Calor, animales. Un escenario
distinto. La piel. La humedad. El sol es la transparencia que el suburbio se
tragó. Somos la Baticueva.La ciudad me muerde con sus dientes de leche.Me
pasa su mano oxidada por el
hombro.me abraza húmeda, sonriente, despeinada, somnolienta, maololiente,
desaliñada. Me pasa uina pastilla de menta. Aguante, me dice. Sudo como un
sobaco sin nombre. Me huelo a ajo. Formo parte de este paquete peatonal, masa
caminante. Me paso por la cara una toallita de taxista. Me subo al automóvil.
Manejo sin licencia, indocumentado, sin placa. Soy mi adrenalina. La ciudad es
mi lugarteniente y yo, su
producto favorito, rompo la barrera del sonido y me pierdo en el saco roto de
tu olvido.
Anoto un nuevo género en mi Blog/Bitácora: Literatura femesculina. La
palabra es centauro. 21 de julio del 2005, una fecha real para recordar. El
calendario se llueve. Nos han tocado solamente las colas de dos huracanes y
del cielo ha brotado un mar incesante. Agua y rayos. El mar mira de reojo. Los
franceses aprovechan su verano junto al Sena, un río gris, extremadamente
literario. Se ve algo ridículo con sus palmeras tropicales en maceteros. El
hambre de Vallejo, los paseos de Cortázar, todo el exilio acodado en sus márgenes,
los pintores retratando sus aguas, el ombligo hondo, acuoso, el mortal salto
de Celán. Es mucho más el Sena que estos cuerpos frente al sol. Folletín de
verano. París calienta más, que el tango que Bertolucci puso a bailar a
Marlon Brando con la María Schneider. Todo es una postal. En algún momento
se convierte el tiempo en postal. Se fija. Queda. Es una historia pegada al
papel. Mi novela es un Folletín. Se alimenta del aire que respira. Una larga
entrega de amor. Una asfixia consentida. Un sueño que se hará realidad. El
tiempo es ácido como un limón. Yo recomiendo combinarlo con una mandarina.
Agridulce. Anoto: Folletín de hoy: escribo por amor, para amarte. Por
entrega, uno se entrega. Somos nuestra coartada perfecta. Un tal para el otro,
que no es lo mismo un tal por cual. Folletín es humor. Placer y dolor
comparten una misma cama. Cuerpo. Un somier
de chirriante risa. El mundo va demasiado rápido, para que usted lo
detenga. No podía creer cuando leí esa valla. Aparecía un oso perezoso.
Animal en extinción, se leía más abajo. Su amigo, el guardabosque. Recuerdo
cuando un día se me atravesó por la carretera en medio de la selva
intervenida. Lo vi a al distancia. Venía como
mi pobre viejo, pidiéndole perdón al viento. Me detuve en una orilla.
El sol cargaba sus 33 grados con una humedad digna de un sauna. Le tomé de
sus tres dedos y a riesgo que nos atropellaran a ambos, le ayudé a cruzar la
carretera. Hablamos como viejos amigos de
estos tiempos mediáticos, raudos, veloces, escalofríantes. Nos despedimos de
un abrazo, el más lento y profundo que le haya dado a persona alguna. Sus
ojos profundos avanzaron hacia el
bosque y en los míos. Escribo porque es una aventura.
§
DEL
SÓTANO, TU PROFUNDIDAD SC
Ya estoy en el Sótano escribiendo bajo la luz indirecta de
las palabras. El calendario aquí se ajusta al presente. Baldosas negras
brillantes, dos guerreros chinos con sus cuerpos gigantes y espadas doradas,
protegen el recinto, un arlequín sonriente con su flauta, a escala humana,
descansa sobre el escritorio. El Sótano es un arca de pequeñas sillas,
miniaturas inmóviles, doncellas medievales, alucinadas muchachas, viajeras
inmóviles, respaldadas por algún sueño inconfesable. Cada mañana
me voy instalando en cada una de ellas y les pregunto si se sienten cómodas.
Nunca les digo de dónde vienen, no las siento extranjeras, esta es su Arca.
La identidad debiera ser nuestro respaldo. No es suficiente repetir que somos
cosmopolitas. O diseñar postales
con negros, blancos, chinos e indios. ¿Somos extranjeros, la calle olvido, un
puerto sin nombre, la tierra de nadie? Cuatro esquinas convocan una gran
avenida. El Sótano es un espacio de abejas silenciosas, huérfanas. No es
Kosovo, me dice M.A., y no tiene que serlo tampoco. Es a la altura de las
circunstancias. Yo asocio ese
lugar a mi primer clase de natación en mi infancia. Mis abuelos me pagaron un
profesor y nos llevaron a lo hondo y para llegar a esa inmensa masa de agua
marrón, infinita, había que descender unas escaleras anchas y rojas, como
las de tu Sótano, para deslizarse al agua, terror, ansiedad, los deseos... y
así aprendí a nadar.
“Los sòtanos son metafìsicos, tienen la particularidad de los alfabetos
judíos, algo de cábala y algo de impronta irracional, son como el hueco
negro del proscenio antes que las luces se enciendan y el actor aparezca uno
como espectador solo ve un semblante de sombra que semeja una figura humana a
modo de ficción, pero aún no hay nadie allí. Los sótanos son misteriosos,
como esos secretos del Medioevo, hay algo que no desean revelar, son sexuales,
son abismos sin fin, como la promesa de conocer el limite oceánico”. Es
textual de M.A., anoto en mi Blog/Bitácora y ya es Folletín/Sótano/hueco/topo/pozo/hoyo/me
sumerjo hondo, profundo, me vuelo hacia adentro. El Topo sólo existe para la
tierra. Su razón de ser es el misterio de su profunda y oscura levedad, el
silencio que maneja subterráneamente. La trampa del Topo es la tumba que
nosotros construimos sobre la tierra. No necesita visa, sello, es agente de su
propio viaje bajo tierra, un tiempo sin tiempo. El enorme invierno de la noche
como el mejor verano posible, Time-Top (o). Escribo para dejar en el vacío la
historia, punzar el tiempo que vivo, no permitirle al tiempo olvidar el
presente, comparecer desnudo ante la página en blanco y sentirme su igual,
absolutamente desamparado y majestuoso. Escribo para derrotar la obsesión que
me pide le rinda cuentas sobre lo que pasa por mi imaginación. Porque la
Libertad es casi una estatua. Folletín
femenino. Luz
roja. Corazón rosa. Flor de Margarita, me quiere mucho. Todo el cuerpor para
el delito. Yo también plagio a una hermosa mujer. Sobre sus ojos escribo,
huelo su cabello a montaña. Sueño que sus sueños me sueñan.
§
BITÁCORA
ROJA, ARQUEOLOGÍA DEL VERBO
El Folletín es postal. La imagen
grabada en la memoria, un hilo que no se corta. El pequeño cartón invoca,
traduce el pasado. Color del Telón.
Encienden la sala y los rollos del rodaje
ruedan sobre el Telón. En mis manos, la
postal ahora es el pasado. Julio 22. Bitácora Roja: el mundo: sin comentario
en su acidez estomacal.
Todos viajan al futuro o al pasado. Voy a viajar al presente. El círculo es mis pies, la línea recta que no me conduce a Roma, lo que veo, la distancia más allá de la distancia, la otra esquina. Un cometa pasa herido. Hoy es Hoy. (tendrá pasado, ya tuvo futuro) El futuro me llama, y lo dejo pasar. El pasado me arrastra con sus yemas hirvientes, con su oxígeno vencido, sus muñecas muertas. Son las calaveras rotas. La boca sin dientes, se llena de moscas, de sillas pequeñas, de duendes rojos. Me arden las violetas en las manos. Se suda sólo el presente. Los bolsillos contienen las manos vacías, limpias. La obra maestra le habla al tiempo. Una culebra de negra con anillos rojos, me mira en el patio. La selva está a unos cuantos metros. Visita de invierno. Arqueología del lenguaje, mixtura de ayeres, ¿son palabras?, signos menores, espasmos, el verbo no es cenicienta, ni acuarela, inválido, pusilánime, factor X, mi S. Corro detrás de Praga, un puente vacío, la Plaza de San Marco, la lluvia no es Venecia. Besa el tiempo la ciudad sumergida, flotante. Canetti me espía un ojo. Le doy margaritas al paisaje esta mañana. Amarillo. Folletín, el verbo. Es en un dormitorio que duermo y el sueño se alarga sobre los aparadores, el cuarto cuelga en su vitrina, en un camino sin nombre. En algún rincón vacío, la muerte pide descanso. Los héroes llegan tarde. La tragedia les tiende una trampa global, a la salida del cine. Función del Folletín, es continuar el relato.
Viajaba en el error, la convicción secreta que esta vez sería diferente. El error no perdona, repite. Tropezar en su inocencia, y abandonar el lugar, es una jugada del error. Su pintura más exacta, es la fidelidad a su espejo. Sin editores/ovejas del mercado/ a balar por el mundo global./descarriados todos. Un precipicio se balanceaba... Julio 22/ Bitácora es Folletín del Folletón de Puig nunca olvidado: Boquitas pintadas. Bruce Willis dice que ya no quiere salvar más el mundo. Lo hizo seis o siete veces. Folletín del celuloide. El mundo está perdido, Bruce lo olvidó y es que el mundo es cada día más real. Es mejor volver al Futuro, Willis. Folletín marciano.¿Otros mundos, mejor que este mundo? La muerte es dura de matar.
Folletín del Blog, la blogosfera arde como si cien millones de sapos saltaran, respiraran al mismo tiempo en su croar de gargantas infladas. La charca es necesaria. La comunicación es cuadrada, circular, una esfera disuelta en gelatina, Norte, Sur, Este y Oeste. Un tablero de agua, un espejo con rostros usados. Yo, prefiero escribir, biografiar la vida, la ciudad, cultivar la palabra en una enredadera junto a un mandarino. Seguir el curso de la línea de la palma de tu mano. El beso helado de la noche quizás sea la otra realidad o un café negro sin azúcar. ¿La X se despeja con otra X? Tú decides Folletín real. Mi heroína de las montañas, de las nieves sin tiempo, nevado, ardiente, deseo. El silencio desciende de la roca. Una voz primero va creciendo sobre el río, hilo profundo, sin remos, el agua sobre el agua, se extiende el día, orilla el tiempo. Una mano dibuja un círculo al otro lado del río.
Rolando Gabielli