La nena tiró una vez más del hilo de algodón, pero el barrilete volvió a caer sobre la arena del borde de la playa. El barrilete decía “Aerolíneas Argentinas” sobre un fondo color azul y el logo de la aerolínea a cargo del joven Mariano Recalde. Confeccionados en polietileno y con un solo hilo en el centro del cruce de palillos también de plástico de mala calidad, se caían una y otra vez sobre la arena.
El variado cotillón de campaña, como los barriletes “camporistas” que se esparcen por las diversas playas veraniegas, parecen de las pocas cosas que abundan esta temporada, que, por de pronto, está muy lejos de ser lo que al gobierno le hubiera gustado que sea.
La realidad dista de la insolencia descerrajada por el oficialista y pensador-militante Ricardo Forster quien, sin el menor pudor dejó entrever que el caso “Nisman” era una maniobra (o aprovechamiento) de los medios para “arruinar la alegría popular del verano al pueblo”.
Si bien desde el 21 de enero las presencias físicas de políticos amainaron, no se detuvo todo el resto de propaganda política que los futuros candidatos nos tenían preparados, y que sigue abrumando a los pretensos vacacionistas veraniegos.
La pregunta es: ¿Qué pasó con la famosa “temporada extraordinaria” de turismo que el gobierno propala como única en mucho tiempo? ¿Es buena, mala o regular?
En primer término, lo que hay que ponderar es el estiramiento vacacional que provocan los fines de semana largos. Luego considerar que del grueso total de la población es apenas un 30% o 40% el universo que puede aspirar a contar con un presupuesto vacacional dado que existe un mercado que sale al exterior, de un 3% o 4%, y lógicamente, un 50% a 55% que se encuentra hundido en la pobreza o marginalidad, de manera estructural, y de la que no puede salir ni existen horizontes de que salga de dicha situación en un buen tiempo.
En consecuencia, el universo restante “opta” por arañarle unos días al oprobioso yugo y se “escapa”, al menos, de la rutina.
Lo que no explican estos sectores políticos es la cada día más “gasolera” vida de los paseantes, esto es, las personas que son contabilizadas como “felices turistas” por los políticos de turno.
Desde dicho escenario, desde el oficialismo y el sciolismo se desviven por mostrar que hay gente en Mar del Plata y otros centros tradicionales. Ya desde la ruta es claro el panorama: las estaciones nafteras cuentan con apenas uno o dos clientes, mientras que el grueso de la clientela lo llevan las estaciones de venta de GNC.
Ocurre que la diferencia de recorrer los 404 km hasta la “Ciudad Feliz” a nafta o a GNC oscila en el orden de un gasto de 130% al 150% más para el caso de consumirse todo nafta. No hay que olvidar que el costo de un combustible “Premium” oscila en los U$S 1,80, la nafta más cara de la historia reciente de la Argentina. La “temporada extraordinaria” de turismo también viene, por lo visto, subsidiada por el GNC.
Cuestión de colores y “avioncitos”
No cuesta mucho darse cuenta que los furiosos carteles, barriletes, pelotas, banderines, espectáculos pintados de naranja redundan en cuantiosos presupuestos propagandísticos del Gobernador Daniel Scioli.
La “Ola Naranja” gana en presencia, sobre todo en Mar del Plata, la ciudad que Scioli considera “su segunda casa”.
Aunque las encuesta cada vez lo muestran con un techo difícil de atravesar que ronda el 20% al 25% y, con el miedo a que los K hagan rancho aparte y enflaquezcan dichos porcentuales, el naranja es el color mayoritario en las doradas arenas.
Buenos Aires, “La Provincia” es la que paga los costosos espectáculos en “Divermar” al sur Torreón del Monje marplatense, y, por su parte en el norte de Mar del Plata se ha inaugurado un museo muy singular: “El Museo de los Mundos Imaginarios” realmente muy a tono con “la década ganada” y el resto de mundos fantasiosos que nos propone el kirchnerismo en sus diversas formas.
Va a ser muy interesante saber, cuando se haya dado vuelta la página, el costo millonario final de toda esta parafernalia en la cual se ha empeñado la provincia para sostener la ilusión presidencial de su gobernador.
Mucho más humilde aparece lo del gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, quien hubo de lanzar también una quimérica candidatura a presidente de la República desde las olas y arenas del sur marplatense.
Otro que ha alardeado de eficiente ha sido el Ministro Randazzo, quien, en Mar del Plata, invita a conocer un vagón instalado sobre la Avenida Colón.
Se trata de un vagón de tren nuevo comprado a la República Popular China, en el cual muestra un video sobre las futuras beldades de “sus” trenes argentinos, que en realidad son trenes de todos los argentinos, de origen chino...
No falta tampoco el balneario del intendente Fernando Espinoza (quien cuenta con balneario y avioncito propagandístico) Quizá deba rendir cuentas ante los vecinos de la empobrecida Intendencia de La Matanza sobre el origen de los cuantiosos fondos usados y los recursos humanos, empleados que hayan sido desplazados o contratados por la temporada para propagandear en favor del ambicioso intendente.
Otro que tiene “avioncito” es el diputado Dario Giustozzi, del Frente Renovador. Pasan por la costa de ida y de vuelta los avioncitos. Es sorprendente el nivel de indiferencia de los vacacionistas, nadie levanta la vista, como quien conociera que ya se tratase de un chasco conocido que ya no causa gracia.
Campaña y realidad
Mientras tanto, al tiempo que decenas de niños tratan de remontar los barriletes de plástico que regala Aerolíneas Argentinas, los jóvenes disfrutan de los recitales de dudosa calidad y menos segura difusión cultural, y el resto viaja de manera virtual en el vagón inmóvil del Ministro Randazzo, se conocieron los datos económicos (desastrosos) de 2014 “... el déficit primario habría escalado a $30.537 millones y el financiero a $39.098 millones en diciembre de 2014, si no se computan como ingresos el financiamiento proveniente de la ANSES (unos $7.200 millones) y del Banco Central. Con estos números el resultado primario ajustado del sector público nacional no financiero alcanzó en 2014 un rojo de $157.544 millones (un 3.6% del PIB), mientras que el déficit financiero alcanzó los $228.703 millones (un 5.3% del PIB). Solo como referencia ténganse en cuenta que estos ítems en el 2005 eran superavitarios en un 5.1% y un 3.5% del PIB respectivamente...” esto según el informe periódico del Banco Ciudad de Buenos Aires, al que le tenemos mucha más fe que al Indec.
En el futuro cercano no se avizoran momentos de felicidades masivas, ni quiméricas realidades k, y tampoco felicidades artificiales a base de GNC como las actuales.
2015 se presenta como un año con demasiadas elecciones a lo largo de todo el período, lo que implicará varios cimbronazos a medida que el poder kirchnerista comience a “descalzarse” y, claro, se acerque la hora de la despedida final.
No será sin grandes sacudones, por cierto.