En su brillante columna dominical publicada en Clarín correspondiente al 1 de marzo, Alejandro Borensztein tiene para con los lectores, dos sugerencias muy interesantes. En realidad, es una, pero divida en dos partes, a saber.
En primer lugar sugiere que no nos hagamos -los argentinos- más problema por el actual gobierno, y dice, textualmente:
Lo peor de todo es que muchos siguen enganchados, sin darse cuenta de que el problema no son estos ñatos que se van dentro de cinco minutos, sino los que están llegando para quedarse cuatro u ocho años más. Ahí está el asunto.
No le pidamos más nada a Kicillof. Lo único que tiene para ofrecerte es un lavarropas en 12 cuotas. Tenemos que agarrar a los que vienen y preguntarles cómo van a hacer con un Banco Central que no tiene un puto dólar disponible ni para importar el repuesto del lavarropas que te compraste en 12 cuotas.
Dejen al gobierno en paz. Faltan sólo 8 meses. Todo el daño que pueden hacer es poco comparado con el daño que puede hacer el que viene, si no le revisamos los papeles. Basta de putear a la Presidenta. Cuanto más la putean, más golpes de Estado se le aparecen en las tostadas con mermelada y queso blanco.
Cosa con la que concuerdo plenamente. Y luego, agrega:
Mi consejo, amigo lector, es que deje de preocuparse por los que se van y empecemos a pensar en los que vienen: el Compañero Mauri, el Compañero Lancha, el Compañero UNEN (por ahora es un enmascarado, como el Zorro) o el Compañero Massa (a este todavía no encontré cómo llamarlo porque Compañero Tajaí es muy obvio y Compañero Malena me da miedo).
Tenemos que estar atentos, no sea cosa que detrás de Macri llegue una nueva manga de fascistas a ocupar los medios públicos y usarlos para propaganda del gobierno. O que detrás de Scioli aparezca escondida una nueva gavilla que haga obra pública al triple de su valor, ni siquiera la terminen y se repartan la diferencia entre los amigos de la provincia. O asegurarnos que Massa no coloque en la Cancillería otra vez a un tipo que sea la mezcla de la Tota y La Porota, y nos haga quedar como el orto peleándose con todo el planeta. O tipos que vengan otra vez a contarnos que estuvieron en el desembarco de Normandía cuando en realidad eran todos colaboracionistas franceses. “Nunca más” dijo un prócer que fue insultado por este gobierno durante diez años, hasta el viernes pasado en que empezaron a idolatrarlo.
Y este punto, es el fundamental. El kirchnerismo ya fue, es historia, y de ellos lo único que podemos esperar es que una vez que dejen el poder sean juzgados y respondan por todas las causas que tienen pendientes, y las que están por venir, nada más.
Ahora bien, reflexionemos y, estimado lector, hágase las siguientes preguntas:
¿Qué candidato promete juzgar y encarcelar a todos los corruptos?
¿Qué candidato promete bajar el gasto público?
¿Qué candidato promete reformar el sistema impositivo?
¿Qué candidato promete reformar el sistema burocrático administrativo estatal?
¿Qué candidato promete bajar la edad de imputabilidad de los delincuentes, y realizar una verdadera reforma judicial para terminar con la delincuencia?
¿Qué candidato promete realizar un efectivo y real plan de viviendas?
¿Qué candidato promete eliminar el Fútbol para Todos?
¿Qué candidato promete eliminar los planes sociales?
Lamentablemente, ninguno. Ningún candidato de los que se perfilan como "presidenciables" habla de estos temas, salvo que algún periodista le haga alguna pregunta específica, pero además no tienen la menor idea de cómo hacerlo.
Alguna vez alguien dijo: "¿A qué gobernante de países desarrollados no le gustaría gobernar con la impunidad que lo hacen los de los países tercermundistas? A cualquiera, pero existe un pequeño detalle, y es que sus propios pueblos no se lo permitirían".
Pido mil disculpas si lo que pienso no es muy alentador, positivista y cargado de algo de pesimismo, pero las respuestas a mis dudas las tenemos todos y cada uno de nosotros, por lo tanto, si alguien puede responder alguna de las ocho preguntas antes formuladas, realmente me gustaría conocerlo.