“A
mí no me interesa aplastar nada”, declaró
enfático el presidente Néstor Kirchner a la radio Spika
el martes 2 de agosto. De corrido, esto no significa nada pero sin
dudar semeja una réplica a la nota aparecida en este sitio el domingo 31 de
julio donde se afirmaba que
“remedando
aquella mítica cafieradora, que triunfó en la gobernación bonaerense en
1987 y fue sin embargo pulverizada en las internas del 8 de julio de 1988 por
el citado riojano, la kirchneradora aplastó con su andar a los tumbos al
ministro de Justicia Horacio Rosatti, auto defenestrado porque se había
negado a ser candidato a diputado por Santa Fe, y también hizo morder el
polvo a Díaz Bancalari, el duhaldista que encabezaba la cámara baja del
PJ”. No es la primera vez que Kirchner retruca
lo escrito por Tribuna
de Periodistas con evidente molestia. A pesar de que desde hace más
de un año se le pidió una entrevista, sigue haciendo caso omiso y apela
a este contragolpe instantáneo.
El
día anterior, había aseverado en el mismo tono que “yo
puedo rendir cuentas, algo que otros que me critican no pudieron hacer.
Durante años tuve que soportar que digan que los fondos de Santa Cruz no
existían, mientras que una banda de malandrines vaciaba el país. Sufrimos
los ataques de un periodismo muy aceitado. Sabemos que querían desgastarnos.
Las corruptelas están en todos los sectores del país, y el periodismo no es
ajeno”. Si es cierto que puede rendir cuentas, debería darse por
aludido cuando afirma eso de la
“banda de malandrines vaciaba el país” puesto que él siendo
gobernador de Santa Cruz hizo muy buenas migas con el menemismo. Tanto, que
gracias a los buenos oficios de Cavallo pudo depositar los mentados fondos
provinciales en el exterior. Y en cuenta a la citada corruptela,
sería muy conveniente que la señale a fin de que se pueda
identificar para su definitiva erradicación. En lo concerniente al
periodismo, ¿se refiere a aquel que pasa por la caja de Alberto Fernández
para luego hablar positivamente de su gestión?. Si
posee información al respecto, se le debería pedir encarecidamente que dé
nombres.
Porque si no, no sirve. Seguramente, ese periodismo bien
aceitado con abundantes billetes no es porque a los amigos no se los deja en
la estacada.
Otro que se hace el chancho rengo, pero cuando oye el canto
de las sirenas que le indican el camino del retiro, es Raúl Alfonsín, quien
acaba de obtener una ajustada victoria frente a su oponente Margarita
Stolbizer. Gracias a los buenos oficios del aparato radical bonaerense, donde
aún sientan sus reales Leopoldo Moreau y Federico Storani, el ex presidente
llegó a un porcentaje del 52,75, mientras que su contrincante alcanzó la
cifra nada despreciable de 47,25%. Como el veterano caudillo de Chascomús
esperaba triunfar por un holgado 60%, la
figura de Stolbizer verá en un futuro no muy lejano como crece su estrella.
Otro que sigue sonriendo a pesar del cielo nublado es
Emilio Pérsico, titular del MTD
Evita, quien con motivo de la inauguración de un local partidario
en Pringles, abogó por la unidad del peronismo fracturado. Este personaje no
es otro quien, como se dijo recientemente, montó un funambulesco episodio en
febrero del año pasado para desacreditar al movimiento piquetero. Junto con
D’Elía y Jorge Huevo
Ceballos constituyen la pata más cuestionada del oficialismo,
convocada para labores non sanctas que la corporación mediática ni siquiera
se digna investigar. Para muestra, se anunció que el primero de los nombrados
fue eximido de prisión de aquel famoso asunto de la Comisaría 24. Mientras
que el fiscal Martín Niklison solicitó que el detenido en el penal de Marcos
Paz Raúl Castells comparezca ante un tribunal oral, por la ocupación de un
local de Mac
Donalds. Menos mal que no pidió una hamburguesa, no vaya a ser
cosa que la esterichia colli lo saque a bailar junto con la Huesuda:“¿Algo
más para agrandar su pedido?”.
Huevazos
en la noche
En
la noche del lunes 1, varios huevazos buscaron las humanidades de Cristina
Fernández de Kirchner y de Estela Barnes de Carlotto. Varios indignados
familiares de las 194 víctimas de la masacre de Once manifestaron de esta
forma su indignación, mientras que ostentaban pancartas que decían “Cristina,
¿de qué lado estás” y “Abuela
funcional al gobierno de Ibarra”. “Me
duele, estoy herida. No voy a bajar los brazos, en nombre de mi hija Laura y
de los 30.000 desaparecidos”, comentó Carlotto. Pero realmente
no se entiende su postura, quien no vaciló en embretar a la organización Abuelas
de Plaza de Mayo en la inexplicable defensa del amigo de Guillermo
Villar, el capanga
de la Villa 21-24, como tampoco mezclar lo ocurrido durante el
genocidio del Proceso con inventar inexistentes complots macristas. Porque la
tragedia en cuestión fue producto, como es sabido, de la desidia de la
administración ibarrista que aún no asume la magnitud de lo ocurrido. El 28
de julio, ardió otro geriátrico en el barrio de Palermo donde murieron tres
ancianos que se encontraban atados a sus camas. Esta tragedia rememoró otra
similar, ocurrida el 24 de enero de 2001, en la que perecieron ahogadas cuatro
ancianas que habían sido derivadas a un sótano. En aquella oportunidad, se
acusó a Ibarra de hacerse el distraído con respecto a las inspecciones
municipales. Si bien se defendió luego neutralizando a los inspectores
truchos, sobrevino Cromañón
y así las cosas.
“No
creo en el discurso, en el proselitismo ni en las campañas. A la gente no le
interesan las campañas, no le interesa ir a escuchar a un político, nadie
tiene ganas de ir a un acto”,
sostuvo Moria Casán al tiempo que se definía como “apolítica”.
Sería dable preguntarle a esta buena señora entonces en qué
cree, porque si se la elige para un cargo político, y no está convencida de
la actividad política, da un poquito de miedo tanta incoherencia manifiesta.
¿País generoso?. Mejor sería afirmar que Enrique
Santos Discépolo, en su descarnado Cambalache,
se quedó un poquito corto.
Fernando Paolella