El ministro del Interior Aníbal Fernández atacó al duhaldismo en su lado más
sensible, al referirse al asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán
el miércoles 26 de junio de 2002:“Por
un lado, se refirió al tema piquetero y dijo que prefiere no sumar “tres o
cuatro votos más” y “no tener dos muertos como los del 26 de junio” de
2002, cuando Eduardo Duhalde era presidente y fueron asesinados por las
fuerzas de seguridad Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Por otra parte,
amenazó con “contar más cosas” de la rival de Cristina Kirchner en la
elección de octubre”, según consigna el sitio Diario
sobre Diarios. Es que Fernández había saltado como leche hervida
ante la aseveración de Alfredo Atanasof que lo sindicaba como prófugo de la
justicia cuando ocupaba la intendencia quilmeña. Si bien esta afirmación es
cierta, no es menos veraz que el citado Atanasof fue uno de los detentadores
del encubrimiento en la denominada Masacre
de Avellaneda, pero también el titular de la cartera política
ocupaba un puesto en la administración duhaldista. Entonces, salta a la vista
que en esta contienda sucia todos tienen un esqueleto en el ropero. Ninguno es
inocente, aunque se hagan los unos y los otros amigos íntimos de Herr
Alzheimer. Cuando cuadra la ocasión, claro
está.
Aparte,
es bajísimo hacer política apelando a una tragedia como la narrada. Parece
que estos dilectos representantes de la corporación vernácula nacional,
imbuidos de santa cólera, no tienen otros recursos originales a la hora de
mandarse denuestos.
Yo no fui
Hace
un tiempo escaso se evocó en este sitio al inefable Bart Simpson cuando, haciéndose
el desentendido, elaboraba un exitazo musical de la mano de Krusty el
payaso. Esto suscitó la ira del presidente Kirchner, pues seguramente pensó
que era una burla cruel hacia su persona. La cuestión verdadera es que la
mejor arma que se tiene para contrarrestar este sinsentido cotidiano, que
salta en la tapa de los titulares, es el humor inteligente. Y cuanto más sardónico
y mordaz, tanto mejor.
Quien
parece de carecer totalmente del mismo, es el jefe de Gabinete Alberto Fernández,
quien haciendo de escudero del otro compadre salió a afirmar que“de
aquel Duhalde que quería dar un paso al costado para ser bisagra entre los
viejo y lo nuevo a este Duhalde que termina discutiendo lo más miserable de
la política, que son las posiciones de una lista, hay una distancia
sustancial.
La
ruptura se produjo cuando el kirchnerismo se dio cuenta la propuesta que
(Duhalde) nos hacía era mentirle a la gente de que algo cambie para que todo
siga igual”. Cabe preguntarse dónde estaba
este caballero cuando el nombrado caudillo oriundo de Lomas de Zamora era
gobernador bonaerense primero y luego presidente provisional. En un placard,
seguramente que no. Pero cada vez que el periodismo independiente hace hincapié
en estos desaguisados, estos señores montan en indignación volcánica y se
preguntan si en realidad se está operando. Mucha gente común está harta de
tanta estupidez, y lo manifiesta en ocasiones escribiendo para sitios
independientes en Internet; haciéndolo como autodefensa para conservar su
salud mental: “Han
pasado veintidós años del advenimiento de la democracia en Argentina. No es
por cierto poco tiempo, es el tiempo de una generación y la pregunta que nos
hacemos es si hemos avanzado o no. Es cierto que se han producido avances
notorios y evidentes. Todos están convencidos realmente que la democracia es
el único sistema político posible en el cual vivir. Es el único que quiere
la sociedad. Si bien es cierto lo dicho anteriormente, cabe hacerse la
pregunta si en ese sistema no conviven quienes dicen creer en el sistema y
tienen acceso al poder pero luego lo usan para debilitar a la propia
democracia. Si eliminamos a la oposición o tratamos de limitarla vulneramos
principios básicos de aquella. La democracia sigue a pesar de todo siendo un
sistema muy vulnerable, ya que quienes tienen la obligación de hacer un culto
de los valores que la sostienen no respetan al pueblo que le da los atributos
del poder. La democracia cuando decimos que vive "entre rejas" es así
porque adonde vayamos veremos que los edificios de la misma, el Palacio de
Justicia, el Congreso y las instalaciones del Poder Ejecutivo se hayan entre
rejas, rodeados de policía. Es el descontento, el desagrado del pueblo por el
comportamiento ético de quienes tienen la obligación de hacer un culto de
los valores éticos y republicanos y no los respetan..Se
vulneran normas constitucionales como la
Y
no es poco, por cierto.
Fernando Paolella