El
estallido de los Blogs/Bitácoras se debe a la falta de credibilidad de los
medios impresos. Al autoritarismo frente al indefenso lector, el engaño, la
poca transparencia, a la retórica, a la mala costumbre de no decir la verdad.
Las historias fraudulentas abrieron la Caja de Pandora de los blogs y sus dueños
comenzaron a escribir sus propias noticias, historias y se montaron en la noche
kafkiana del mundo. Un hilo infinito
crece en la Red. Nudo a nudo, la
noche ciega suma palabras, las voces muertas nos hablan. Esta es la verdadera
telaraña del siglo XXI, y detrás de la noche, en una oficina, frente a una
ventana inmóvil, sobre una superficie plana, cualquiera, allí el hongo blog se
disemina por el mundo. Y, sin duda, a una revolución en las mentes, gustos,
comportamientos de una nueva época aún más individualista que en los mejores
tiempos del Yo. El Blog es el espejo del alma interior de la conciencia pública
hacia los demás. El Pepe Grillo que no tiene fronteras, ni muros, ni barreras
semánticas, porque escribe como puede lo que siente, ve, palpa, sentado en el
impulso de esta realidad mediática del abrir y cerrar de ojos. Qué Polifemo el
jurado de la Fundación Nuevo Periodismo con estrabismo, olvidarse del premio
Internet. Un olvido más grande y silencioso que un desierto. En el Periodismo
también existe canibalismo, estrellismo, voyerismo. No es un secreto que los
“grandes periódicos” y otros ni tanto, mantienen
bajo llave la puerta de entrada a sus redacciones. La TV busca caras y
piernas.
§
LA PALABRA, UN CARRUSEL DE
VIENTO
La palabra escrita es
un carrusel de viento. El blog, no es una casualidad, sino causalidad de una
necesidad. Kafka escribió sus propios blogs. Conocía el futuro y en especial
la mente humana. Se sabía intrínsecamente kafkiano y hasta se firmaba
reiteradamente Franz Kafka. Su mayor ejercicio literario fue vivir,
sufrir el futuro kafkianamente. Lo escribió en 13 cuadernos blogs/diarios/bitácoras,
irremediablemente kafkianos. Los Diarios, escritos ininterrumpidamente desde
1910 hasta el día de su muerte, son un confesionario conmovedoramente sarcástico,
frustrante, secreto. En su Diario reclama los perjuicios de su educación desde
sus padres a su cocinera, profesores, escritores, visitantes de su casa, transeúntes,
a la sociedad, que veía como un puñal. “La soledad tiene sobre mí un poder
que nunca falla”, confesaba. Un lugar lleno de insomnio, sus noches: ”Me
duermo bien, pero una hora después me despierto, como si hubiese metido la
cabeza en un agujero equivocado. Se sentía rechazado por el sueño, él, un
gran soñador. Cuando despertaba, decía,
todos los sueños se han congregado en torno de mí, pero evito pasarles revista
en mi memoria. Cómo habría sido frente a un blog K? ¿Habría creado la
kafkoblogomanía? Quiero escribir con un temblor constante en la frente, dijo un
mañana, más bien escribió en su Diario. Lo motivaba una descripción del
entorno íntimo de su familia, los ruidos amplificados por la obsesión de
sentirlos, la manía que tiene toda casa detrás de sus paredes. Asó le tomó
el pulso a la vida, la muerte, a su tiempo que fue el futuro y desgranó en oro
viejo, chatarra, la herrumbre de su palabra, en el aguijón del amanecer.
“Mañana doblaré la esquina por última vez. Me olvidaré
del último espejo, la mirada de la noche. Habré visto el Moldava repetir el
lento, conocido viaje de sus aguas y yo no estaré allí. Mi bicicleta seguirá
recorriendo ciega Praga, con el mapa del 2111. Nueva York es mi debilidad, al
igual que la del poeta. Invítenlo a él, yo no fui, pero estuve en el Central
Park, leyendo periódicos usados, las noticias que alguien olvidó ayer. Leo:
vivimos un mundo kafkiano, que el propio Franz, dejaría
crecer en su laberinto, en el fondo de un basurero de cristal. Al pie vacío
de las dos torres devastadas, donde un viento sueña que no tiene prisa, Kafka
comienza a subir en una escalera imaginaria de cristal, que no avanza, sino
crece hacia los lados y camina como un gran gusano verde que se introduce en el
corazón de una manzana. Alguien aplaude, y Kafka se queda sin escena. Una voz
grita, dejen dormir a Nueva York, basta de show. Ha llegado la hora de respirar,
sin más retórica, que estar vivos. De ahora en adelante, escribe, si todo ha
de ser kafkiano, como dirán mis admiradores y enemigos, la cuenta corre por mí.
Hay que seguir dándole vuelta al círculo, hasta cuadrarlo.
Los poderes fácticos son extraordinariamente expertos en esa materia, no
necesitan tener pesadillas, como
yo, para hacerlas realidad. Doblo una esquina en N.Y. y pierdo mi mano, el sueño
se sienta frente al Hudson, llego en un barco de bulliciosos inmigrantes
inmigrantes italianos, fabricantes potenciales de la futura pasta, la redonda
pizza de la proa camina hacia mí, detrás del sueño otro barco con cabezas
rojas, me detengo en una irlandesa que me recuerda una hermosa zanahoria de
brillantes ojos azules,-Oye, Franz, tus padres pedirán que le cantes a Nueva
York, y la manzana comenzó a crecer con su árbol de grandes cristales y
hierros, rascacielos de paraísos aéreos, que se siente ok con las nubes. Unas
persianas violetas bajan la noche de Kafka, el futuro es cruz, la cara de una
misma moneda. N.Y. Times,
titula: Nueva York se declara kafkiana, su espejo retrovisor, for ever.
§
ARDEN
LAS VELAS, POR UN ALTAR
(Kafka se sienta sobre un barril, y entona la balada negra de pólvora: Sentados
vamos rodando/people, esto no es un dream/despierta please/, por favor
realidad,/ Esto no es un sueño/dream/la pólvora estalla sin pensar/ es más
que una pesadilla/no temas/estamos sentados sobre un puercoespín/Arden las
velas/por un altar/ que desconozco/Las calles, aplauden,
muerte/ viajas en one way/Adivinas, tú eres la ley/El barril es un
embudo al revés/pero va estallar/un jueves tal vez.//Yo no dejo un lunes o un
martes 13/sin proclamar al viento/la verdad/esto va a estallar, barril/deja de
asustar/esto no es un dream/sino realidad)
Siento una ducha tibia que me lleva a la infancia del Sur, calles que la memoria
sabe que le pertenecen, la uva crece de noche en el verano, como mis piernas,
brazos, nariz. El cuarto es un reflejo del cuerpo que se expande en la humedad
de esos días. La pared definida en
las interminables tardes calcadas una a otras, como si la adolescencia ignorara
que detrás del tiempo hay más tiempo. Sur de cruces, la memoria desayuna en
una calle sin nombre. Cruces altas, suspendidas, a ras de suelo silbando la última
luz del día. Un patio helado, el techo alto del cielo, las voces vecinas se van
apagando y mañana será otro día. La palabra de boca en boca, se queda en las
cuerdas de una guitarra, sin dueño. Bocarriba, se sueña con las estrellas la.
Bocabajo, con los pozos profundos de la tierra y la hierba que crece sobre tus
mejillas. Alguien apura sus pasos, y somos nosotros, en la otra calle./Se
llena de ojos y manos el mediodía./Es sólo una calle/un tiempo bajo la luz/La
hora perfecta / que olvida que es uno el camino/ para cuatro pies.
Fue la mañana en que encontramos a nuestro Editor, sorprendido por la luz del día,
tapado de pies a cabeza por las portadas del NYT y Washington Post,
con algunos huequitos para respirar: For Sale, sobre la portada, frente a
sus ojos, y abajo, la guerra, el humo de nafta estallada, las ruinas de Bagdad
saliendo por los ojos de los transeúntes, un mural vivo de los muertos, Cindy
Sheehan, protestando por la muerte de su hijo, frente al Rancho
Crawford, en Texas, un noticiero completo de pies a cabeza, el éxito
editorial, un compendio inanimado de los hechos y permanecerá en el desierto
hasta tener una respuesta del Presidente: ”por qué mi hijo debió morir en
Irak”. Las noticias se ven aparentemente
frescas, saltan a la vista, sólo varían las cifras, las catástrofes en
el zar de los días. El avión con el piloto azul, automático, volando una hora
con los muertos refrigerados en cabina. El horror nos devuelve la mano con
creces. Leo un titular por los tobillos: al parecer estamos solos, y perdidos.
Pongo dos largas páginas en blanco
alrededor para que cada periodista ponga su mensaje, titular, haga su noticia al
lado del Editor. “Los valientes mueren de pie, pero hay que acostarlos”.
“Un tallarín que se sale de un tenedor, es un futuro rebelde sin causa.”
“Habrá que lamentarse, aunque el Muro se ría”. “La noticia es más
rápida que la crónica, pero no tanto como la tragedia”
“Las noticias nunca descansan, son como el crimen: qué horror”.
“La fuente periodística es secreta, como la billetera, o el corazón de una
mujer enamorada”. “El periodismo es un hilo de seductoras palabras que
pueden mentirte.” “Un lector ignorante, es más indefenso que la paloma de
la paz”. “La noticia es indefensa, el hecho, un inválido, por eso, el
periodista no puede ser además, un verdugo” “Hay noticias que son tinta en
papel, otros escombros, verdaderos ladrillos, que el lector se encarga de
envolver peces.” “Una mentira
bien dicha, es casi un trofeo periodístico” “La credibilidad de un diario,
es como la honra de la familia” Como abejas al panal se llenaban las páginas
con mensajes de toda naturaleza, dichos, pensamientos, aforismos, epitafios,
rimas, eslóganes recogidos en las marchas, frases de bar, grafittis, versos,
canciones, interjecciones, confesiones anónimas, frases guardadas al jefe en el
pensamiento, axiomas, palabras sin respaldo, aval gramatical, simples
exclamaciones dormidas en el subconsciente. Allí llegaba la sinrazón, la
hostilidad verbal, memorables títulos: “No vaya a la montaña, Mahoma ya
bajó”.
§
LA
ASENCIÓN NOTICIOSA
Sólo quedaron descubiertos sus dedos de los pies, que miraban hacia el cielo
raso, sin preocupación alguna. Respiraba lento con algunos resoplidos,
a modo de intervalos de locomotora de tren de carga, subiendo una loma
empinada. El lomo de la noche tarda en descender. Pienso en Praga, lo que me
dijo el poeta, Kafka le recorría a diario para que nadie la olvidara a través
de su memoria. Él, un abogado de seguros, quería conservarse como
el cuerpo del delito de Praga, la documentaba de noche y de día. Algún
día escribiré una novela, me dijo el poeta, y tú estarás al lado a Kafka. -¿Es
verdad, qué quieres eso, le pregunté? Sí, me dijo. Ví suspendido a Franz en
su bicicleta, como un acróbata escribiendo en el aire, escribiendo, Silvia, tu
frase sobre el Editor es: Todos somos kafkianos, aunque no se note. Pensé
cuando vi abrir el telón de Broadway, se lo dije al poeta, sentí que tenía 17
años, que el tiempo del futuro retrocedía por unas largas escaleras y llegan
hasta mí, mis abuelos vestidos de niño. Yo estaba sentada en el último peldaño,
que podía ser el primero, con una rosa chiquitita en la mano y pensaba que el
hombre que me ame para toda la vida llegará algún día con un ramo de rosas,
como si nos hubiésemos conocido siempre, en todas las vidas. Y Kafka, me daba
un golpecito en la espalda, y decía: sueña, sigue soñando, que se te hará
realidad. Las alas no hacen ruidos cuando su vuelo es verdadero, tan íntimo
como el ángel que alguna vez le regalé al poeta. El Editor ha recibido todos
los mensajes del subconsciente colectivo, vaciados de pie a cabeza sobre su
cuerpo, la palabra Imaginé volar por unos segundos al Editor, por el ventanal y
recorrer la ciudad como un periódico lleno de titulares rojos, interrogantes
amarillas, dudas pequeñas violetas abandonas sobre sus ojos blandos, donde la
ciudad reflejaba sus rascacielos, como polvos de estrellas doradas en un azul
reluciente y a veces opaco. El cuerpo volaba...la.la.la
y descendía en las altas azoteas, de manera visible, iluminado, y se
destacaban algunos titulares, dependiendo de la luz, según la intensidad de las
miradas de las personas, su concentración e interés marcaba las pautas de
lecturas. Cómo eran noticias de distintos periódicos además, cada vez que una
persona compraba ese periódico, se encendía el titular correspondiente en el
cuerpo del Editor. Los más divertido, era que el Editor parecía estar pasándola
bien arriba, porque sonreía, una cara de felicidad desconocida, tan cerca
ala realización personal, o satisfacción al menos, que me asombraba. Yo
pasé una frase de contrabando, una aún más kafkiana: Los
Concursos declarados Desiertos, son los más kafkianos.
Epitafio
kafkiano, desértico
La luz de Kafka parece un largo, infinito mantel de muchas
puntas. Recorre el checo el mundo con una bicicleta roja, sin manubrio. Va
leyendo un periódico sin fecha, cuyas noticias se van actualizando de acuerdo
al lugar por donde pasa. Sólo pierde algo el equilibrio cuando las risas se
incrementan y las carcajadas se
acumulan y vienen como ráfagas a un mismo tiempo. Por lo demás, todo es
normalmente kafkiano. Se ingresa por un labetrinto como una larga interminable
nariz. Se abrirá, como siempre, la boca de un túnel, el oxígeno del día, la
luz fluirá lentamente. Venimos de una caverna solitaria, un cálido hospedaje,
un paraíso que siempre perderemos. Después del estallido,
más oscuridad, la luz ciega, la vida.©2005
Silvia Banfield