Una beba de un año y medio murió en la localidad de Santa Maria, provincia de Catamarca, como consecuencia de un cuadro de neumonía. La absurda e inconcebible muerte se debió a la falta de atención médica porque el lugar en que la pequeña vivía no tiene profesionales o puestos de salud. Todo por estar ubicado en los cerros a unos 150 kilómetros de la cabecera departamental de Santa Maria y a unos 350 kilómetros de capital provincia.
    La noticia de la muerte de esta beba tuvo -como ya se ha hecho costumbre- repercusión solamente en los medios locales provinciales como el Ancasti y el Diario de Catamarca. La agencia estatal Télam se limitó a levantar la información y nada más. El resto ignoró la noticia o bien la publicaron de una manera que pasó desapercibida  frente a los embates políticos entre Kichner y Duhalde (o D’Elia con Duhalde) que generan tapas constantes en los diarios Clarín, Pagina/12, Ámbito Financiero e Infobae.
   La nena vivía con sus padres y hermanos en una precaria vivienda en "el Conejo", a unos 4000 metros de altura, que en el mapa de la provincia no se puede encontrar. Debido a las bajas temperaturas -que llegaron a los cinco grados bajo cero-, la misma enfermo de una afección pulmonar, no pudiendo recibir atención medica adecuada, ya que en puesto "el Conejo" no existe ninguna salita o dispensario sanitario con médicos que puedan socorrer a los habitantes de esa región, que viven en extrema pobreza, con condiciones climáticas duras y adversas, en el medio de los cerros, sin agua, sin luz y sin lo mínimo indispensable que cualquiera que se precie de ser "persona" (o "ser humano“) tiene a su alcance para vivir. 
   Se especula desde fuentes del Ministerio de Salud Provincial "que los padres de la beba fallecida viajaron en mula por los cerros santamarinos y que ya había recibido atención medica, pero una semana  después podría haberse agravado en su estado debido al suministro de remedios caseros..... Como sucede en estos casos, ante la muerte, estas mismas autoridades deslindaron responabilidades con el tan conocido hasta el hartazgo "esperemos que la Justicia se expida y establezca las causas y circunstancias de la muerte antes de responder".
   A ello hay que sumarle la odisea que vivieron los padres de la pequeña, quienes recorrieron 14 horas a lomo de mula desde el lugar donde viven hasta la cabecera departamental para conseguir un ataúd donde enterrar a su hija, después de que el Fiscal Penal de Santa María  -Marcelo González- confirmara y certificara que la niña había muerto por causas naturales -afección pulmonar- y entregara el cuerpito a los padres.
   Se puede decir que los padres de esta pequeña son ignorantes, que son limitados, que tienen hijos en cantidad y no se cuidan. O que no tienen la suficiente responsabilidad para "controlar" los nacimientos, que no tienen trabajo, que son vagos. Todo esta permitido y cada uno puede pensar lo que quiera. Lo cierto es que la muerte de una criatura moviliza por la impotencia que causa y por sentir que no se puede hacer nada, desde el lugar que cada uno tiene. Pero lo que no se puede permitir son las explicaciones y declaraciones del ministro del interior, Aníbal Fernández, quien sostuvo que “con los niños y los ancianos no se jode, tendrían que ser atendidos por los funcionarios de salud de la provincia norteña, porque la niña muerta es una criatura con la cual no se debería haber jodido....”.
    Evidentemente, este señor olvida que hablar es muy fácil desde un lugar privilegiado, con un cargo y poder político que da para todo, porque olvida cuál es la realidad que vive el ciudadano argentino, en un país en el cual existen 14 millones de pobres, de los cuales 8 millones  son niños menores de 18 años que viven en la pobreza total, desnutridos tanto en las provincias del interior, como en el conurbano bonaerense y en la Capital Federal. Con carencias alimentarías básicas como es un simple vaso de leche porque sus padres -o quienes están a cargo- no se lo pueden brindar a diario.
   Por eso, en el marco de la muerte de esta beba, nos preguntamos ¿adónde fueron a parar la fe y la ilusión de vivir? Si existe un lugar en donde el sol no deje de brillar, allí espero a ambas... en un lugar donde las vuelva encontrar.....”

Graciela Catalán Alvarez