La alcancía del mundo se ha roto y el
hombre piano cayó al final de los tiempos. En búsqueda de la identidad
perdida, sus propias teclas le sostienen en el olvido. Toda la historia del
naufragio, del viaje y la memoria, nos entregan ahora a un músico autista sin
pertenencia ni raíces de ninguna naturaleza. Lo adopta un nuevo espacio, desde
la playa en el origen de las aguas. Del posible naufragio, solo se conservaba a
sí mismo y a unas partituras protegidas por una bolsa de plástico. Su
hilo umbilical, el cordón de la futura vida, es su único intangible de sí
mismo. Un mundo lleno de cámaras, de una ejemplar vigilancia, identificación
constante, rastreo satelital pormenorizado de la epidermis de la tierra, no ha
podido dar con alguna pista de Piano Man. Es él, han dicho tantas veces, checo,
islandés, alguien que no termina de llegar de sí mismo, el hilo de todas las
puntas. Se desenrolla como un papiro indescifrable, es la pieza de un
rompecabezas inexistente. El azar jugó con sus días en un tablero
vacío. Nadie reclama un sueño perdido, ni la infancia ajena, o el patio de luz
de los domingos.
Cualquiera se pierde en una calle desconocida o en un parque
de entretenciones. Muchas veces me vi fuera de la fotografía, del marco de
cualquier escena, ausente. Más cerca de la azotea, del patio, de un cuarto,
sobre el comedor vacío o la esquina. El jardín era un buen lugar para estar,
sentir la bulla del cumpleaños, las voces, risas, los murmullos, como detrás
de la oreja, sin estar. Se divisan las figuras interactuando detrás de los
ventanales, una música que ya puede ser recuerdo. En alguna velada estuvo el
piano discreto en el living, mudo, a la espera de sentir su propio
teclado, ser parte del lugar y las personas.
UN SUEÑO SIN ANCLAS, NI ORILLA
Esperaba solo dos manos, los dedos de la libertad. El Piano
Man, vive por esas teclas, pero atrapado en sí mismo, y posiblemente se
desconozca él en su pasado. Lo perverso es el olvido del hombre por el hombre.
Ninguna cámara le atrapó en el otro tiempo, y es nada más que su presente
olvidado. No le sirve el día, porque es ausencia. La noche es el mismo eslabón
de la nada. Todo se suspende, gira en el mismo punto. El inicio es fin, el
intermedio un paisaje que va y viene, sube y baja, no encuentra descanso, al
referente. El tiempo allí se ha detenido. ¿Cómo se puede llegar a una isla a
otra más grande en tierra firme y seguir siendo desconocido? Se siguen
barajando nombres, hipótesis, la larga lista de posibilidades se angosta
cada día, los psiquiatras saben que están ante un autista, como el mundo que
les rodea, lleno de incógnitas, orfandades, miradas sin respuestas, una época
de infamias doradas. Nadie se escapa al ojo mágico de la observación, pero
Piano Man no tiene
antecedentes, huellas dactilares, ni pasado, es prácticamente un paréntesis
soplado al viento. Humo sin destino ni origen, viento de sí mismo, nada.
Ese hilo conductor del sueño, sin ancla, ni orillas.
Estas líneas son textuales un día, horas previas quizás,
antes que el misterio se develara. En mis notas anteriores había relatado la
aventura inédita del silente, ausente, sorprendente Piano Man, que había
logrado poner de cabeza el tiempo, dejar ciego el presente y futuro, porque el
pasado no existía. La impresión era que todos habían entrado al Triángulo de
las Bermudas, un espacio sin puntas, ni fin, sin salida. Agua, islas, tiempo. ¿Siempre
un mismo camino, sin partida, ni regreso? Una puerta de entrada circular.
Una especie de viento en la azotea, de pájaro errante de alas truncas, sólo
para la tierra, sobre el mar, sólo aire indescifrable, el que unas alas huecas
podrían producir y dejar para siempre en la memoria. Sólo deja entrever
un ojo en la fotografía, detrás de las partituras, sobre ellas sus dedos
impecables, largos, cuidados de pianista. Las partituras conservadas con respeto
en el plástico, amor, un cuidado aprueba de silencios, olvidos, de la
fatalidad de los
elementos naturales y circunstancias. Arriba, su cabeza rubia, pelos hirsutos
modernos, toda la extrañeza del no saber cómo, ni cuando, el no sé quien soy.
Es un acto de actor impactante.
BECADO POR KAFKA
No se necesitó más para dejar en el teclado inconcluso a
los ingleses, sus servicios de policía, seguridad, espionaje, psiquiatras, todo
un aparato al servicio de lo desconocido. ¿Cómo se llega a una isla de la
nada? Un castillo en la arena del silencio desmoronado, por alguien debió ser
construido. ¿Quién escribió este libreto? La psiquiatría británica entró
en el mutismo de la nada en el hospital de Kent, al sur de Inglaterra, durante
los casi cuatro meses que duró la estadía del enigmático personaje. Fue
encontrado bajo la lluvia, en una carretera de la isla de Sheppey, sin
tiempo o fuera de él, un 7 de abril. Sin palabras sólo se comunicó con
un dibujo de un piano que dio la vuelta del mundo y tocó el Lago de los Cisnes,
de Tchaikovski. Maravilló a los profesionales de la medicina británica del
Hospital The Little Brook, quienes sentían admiración, y pensaban que estaban
ante un hallazgo musical, el Hombre Piano. A partir de allí se transformaría
en un paciente en estudio, pista permamente, que sumó otros 800 nombres que
nunca condujeron al de él. El día que señaló una bandera sueca, volvió a
despistar a los servicios de policía, que vagaban en la hipnosis del
misterio, entre Noruega, Francia, Japón, Australia y Estados Unidos. De tantos
sitios le reconocían y a ninguno pertenecía. Sólo el silencio y la música
interior, parecían acompañarle en su mundo introvertido. Alrededor eran
peguntas, una acumulación de hipótesis e interrogantes. Alguien de Hollywood
llamó para reservar los derechos de la historia. Sin duda que la historia es
una historia para filmarla. Todo un libreto. El personaje detrás de sí
mismo. Habría que haberle creado una identidad, siempre supuesta. Todo en el
imaginario. Podría haber estudiado en Viena, Praga, Milán o París, becado por
algún mecenas. Con el oído de un ciego, pero mudo, ingresaría al mundo de la
música, empujado por sus apetitos ancestrales de unos abuelos rusos y polacos
exiliados en la Yugoslavia de Tito y muertos en Sarajevo. Sus paseos por
el Danubio Azul, visitas relámpagos con orquestas semiprofesionales a Budapest,
a los pueblos Celtas, castillos medievales, catedrales góticas, y Dublín, una
ciudad que llevaba tatuada en el pecho, le otrorgaban un aire no sólo
cosmopolita, sino de un ser etéreo, algo imaginario, la antesala de lo posible.
Él todo lo arreglaba con un gran silencio, el ejercicio de la mudez contenía
todo el escenario que le rodeaba y absorbía a su público. Cuando abandonaba el
escenario, nadie sabía a donde iba. Se había convertido en su próxima
perfomance. Cuando tocaba el piano, su público pensaba cual sería el próximo
concierto. Sus largos y pulcros dedos sobre las teclas blancas y negras, parecían
dibujar la música. Era un maestro cuando alzaba las manos más allá de la música
y recogía el aire, suspendía el movimiento, un pájaro solitario en su vuelo
dormido. El público le seguía con su mirada hipnótica. El silencio profundo
sostenido parece no dejar rastros, pero era demasiado notoria su presencia,
se transformaba en algo físico, cargado por los cuerpos de un público fiel,
entregado literalmente hablando. Las cortinas rojas producían el mayor ruido en
el escenario junto los aplausos, porque la música se integraba al
silencio sepulcral de la puesta en escena.
MIS COLORES EN RED ROCKS
Me recuerda cuando escuchaba a Charlie en Colorado, la casa
se llenaba de su música, buscaba colores en sus sonidos y en ese tiempo yo
pintaba. Red Rocks, Allí estaba mi paleta sobre esas rocas rojas, cielos claros
y también esas tormentas de verano, rajando el cielo, los días en su relámpago
casi descifrados. La montaña absorbía mis horas, el número impar de mis
días. Recordaba los días ásperos, luminosos, frenéticos, deslumbrantemente
creativos, apasionados de Frida Kalho. Un tiempo para la creatividad y el sueño.
Frida en ese capítulo existencial del recuerdo vivo, una expresión del grito,
un argumento de vida, existencia en el amor-pasión y dolor, dos ingredientes de
un mismo corazón que nunca le abandonaron. Me asalta una pintura de
preferencia, que retrata el mundo de esa artista que se crucificó en sus
cuadros. Está el corazón rojo de Frida en red Rocks y pienso que
sería extraordinario hacer una muestra aquí de ella, en este anfiteatro
natural, lleno de vitalidad, fuerza, como en verdad fue y
seguirá siendo el mensaje de energía que nos dejó. La música es otra pasión
y se arroja con nuestros sentidos su propio universo. Charlie me deja esas notas
llenas de colores, que quizás dibuje algún día.
El Editor, fuera de las notas básicas imperdibles en un
diario, desde su editorial, nos ha dejado una suprema y deliciosa libertad. Encárgate
del Hombre Piano, me dijo tecleando en el aire. Estaba de buen humor y se fue
caminando en el aire, al ritmo de su propio teclado, con una sonrisita algo
burlona, pero de buen ánimo. Yo ya había escrito varias notas sobre el
tema y estaba sobre la pista el "pianista autista", que le daba
una aureola mágica al limbo musical que representaba, su estatus de
paciente sin origen, ni etiquetas. Me había detenido en su mirada de oso
perezoso deslumbrado por el pasado perdido, por el futuro inexistente, y un
presente de olvidos abismales. Esa manera de salvar en el plástico y
retener sus partituras hasta el fin de un supuesto naufragio, superan cualquier
nota y deja entrever un eslabón de pasión, la existencia de un poderoso vínculo.
Pegué la foto sobre mi escritorio y conversé con el Hombre Piano, en más de
una ocasión. ¿Cuéntame tu Historia, le dije, para ver si sirve? ¿Cuántas
Historias falsas han contado profesionales del periodismo, en The New York
Times, por ejemplo? La Historia la tienes tú, le decía yo, vamos, salta,
suéltala, cuéntamela, veamos ¿por dónde viniste, hacia dónde vas, quién
eres, por qué el silencio habla más que las palabras y es más noticioso que
un gran texto? Meses con ese gesto sobre la computadora, la misma mirada,
recogido sobre sí mismo en la cama, un Paciente del Piano en su permanente
teclado. Comencé a especular más que todo con el personaje mismo, su situación,
lo inseguro de un mundo que creen construir más seguro nuestras
autoridades mundiales. El Pianista más buscado para encontrar su extraviada
identidad, en la historia de la humanidad, con las últimas tecnologías en
materia de investigación y comunicaciones. ¿Un mundo tan seguro que no se
encuentra a quién o quiénes buscamos? ¿La aguja seguirá en el pajar? Mis
preguntas iban y volvían al mismo sitio, sin respuestas, filos de una
> una misma navaja. La desmemoria en los gobernantes y líderes es ya
una carta de presentación en estos tiempos. Pero hacer de este tema algo
mundial, es un hecho nuevo, relevante, con todos bemoles de una saga informativa
e historia periodística.
ALFRED, LA GELATINA DE LA MUDEZ
Así cruzó fronteras y se mantuvo en el suspenso noticioso,
en medio de la feroz guerra de Irak, alzas históricas, demenciales,
escalofriantes del precio del petróleo, el empantanamiento en Afganistán de
las tropas que creyeron derrotar a los talibanes, de las declaraciones del
pastor norteamericano Pat Robertson de incitación al asesinato del presidente
Hugo Chávez de Venezuela y la causa de Cindy Sheehan, en las proximidades
del Rancho de Cradwdorf, en Texas, un acontecimiento que pareciera poner fecha
de cumpleaños al nuevo VietBag-dad, en cuanto a la salida de las tropas
norteamericanas. El mundo está arrugado, apolillado, cojo, manco, sumido en
problemas circulares que vuelven al mismo origen y vivió en estos casi cuatro
meses, el limbo del Piano Man, en su vilo de la nada en la nada. El suspenso, la
intriga, la característica folletinesca de la información, la mantuvieron al
tope. Sigamos con la Historia, que estaba montada en una espiral del limbo y se
llegó a decir que el Paciente Piano iba a quedarse a vivir eternamente en
el hospital de Kent. No había recuperación alguna para su autismo y el
personal que le atendía con esmero, tendrían que acostumbrarse a su ausencia,
a este pasajero que trajeron las aguas en un naufragio, aparentemente.
Un libreto silente de Hitchcock, suspenso, pero sin terror,
quizás el miedo detrás de las cámaras en la historia desconocida. Alfred
Hitchcock habría indagado en su pasado. En algún momento el horror surgiría
de su lente, algo fuera del control de la realidad cotidiana, los problemas
vienen envasados, tienen etiqueta, no como los trajes del Pianista Dandy.
Maquinaría el cineasta inglés en su psiquis, ahí montaría su pasado y lo
pondría a caminar en paralelo con el momento que vivía. Ahora Hollywood tiene
la historia, es más fácil. No sabemos con que alimentaban al
Hombre Piano, quizás con la dieta habitual del hospital Kent: gelatina,
sopa y algún extra. ¿Alguna vitamina para la memoria? No sabemos. ¿Qué hacía en
las 24 horas del día? ¿Contemplar su mudez? Las paredes no hablan, piensan tal
vez lo que uno les transmite con la mirada y todos los sentidos. Pero no hay
respuestas. Cuando pinté en el garaje de Colorado las parejas de Tango,
Caballito, no sé, toda la fantasía real de Buenos Aires y su música porteña,
pensaba en el poeta y yo no estaba ahí, sólo consumía un tiempo, una nueva
indefinición de mis días. La mente es así, juega a sus instantes, y hace y
deshace, te mueve de aquí y allá, subyuga. Es lo más simple y complejo conque
contamos. Apaga un interruptor y se enreda en un amor con todas las antenitas
posibles, sube y baja como un ascensor sincronizado en infinitos y
desconocidos pisos. ¿Quién maneja el paradero desconocido del ascensor
personal? La memoria es también la desmemoria, el futuro al revés, olvidado en
un presente inexistente, porque ni el pasado dejó huellas. Los últimos
titulares de los medios informativos eran alarmantes. Se temía que nunca se
conocerá la identidad del Hombre Piano.
Un enigma como el de Jack El Destripador,
guardando las proporciones. "Médicos, psiquiatras, detectives y policías
se debaten en la impotencia". Scotland Yard estuvo siempre a la cabeza de
la búsqueda de la identidad perdida, aunque algunos van más lejos con la
idiosincrasia británica y sus leyes, puestas en juego después del Terror del
siete y 21 de julio pasado: "El caso no hace sino demostrar que la
identidad es tan íntima y recóndita que los poderes del Estado no pueden sino
respetarla y preservarla". Durante 30 segundos le vaciaron la vida al
electricista brasileño Jean Charles Menezes, en Londres, en la estación del
subterráneo, de Stockwell. La periodista "free-lance" Sue Thomason
denunció ante la Comisión Independiente de Investigación de Quejas a la
Policía (IPCC, en sus siglas en inglés) que los agentes dispararon once tiros,
que en ese momento ella interpretó como un ataque de terroristas. Menezes murió
al recibir ocho tiros (siete en la cabeza y uno en el hombro). ¿Fue
confundido? ¿El terror confunde al miedo? Sobre estos titulares de horror
ha caminado la historia del Hombre Piano, sus paréntesis llenos de
circunferencias.
UN MISTERIO EN REDONDO
El mundo es esta rueda esquizofrénica que no se detiene,
siempre a punto de desbocarse más, y ahora reposaba aparentemente en la
historia de un autista arrinconado, protegido por la música. El misterio
continuaba en redondo. Cero pista. A pesar de la publicidad global, nadie
lo reclamaba. ¿Missing, y ningún pariente lo reclamaba, a pesar de la enorme
publicidad? Los seres humanos parecieran escombros varados a la orilla del mar,
bajo un subterráneo, en algún camino. El cuerpo sin el control de su propio
dueño, debe ser el pavor de la nada, la no-existencia. La cosa, cosa, y además
abandonada. El mueble, sin reparación. Ocurre con las personas en las casas,
las relaciones de parejas, es el cruce de los silencios. ¿Relaciones autistas?
Diario, TV, entradas y salidas, ojos, velocidades, desencuentros, intercambios
casuales, dormitorio separados, desayunos protocolares, idas, y más
venidas. Niños que corren en su propio escenario, jardín de sus días, sobre
una gran colchoneta elástica, saltando sobre mis ojos.
Al otro lado de la historia del Piano Man, los diarios
rescribían el misterio: alguien sabe y calla. El silencio se masca y traga dos
veces. El Cartero pudo tocar un millón de veces y nada. No hay destino sin
destinatario. Un buzón lleno de aire, rojo o ese pequeño buzoncito anglo al
frente de la casa, donde un pájaro puede llegar con sus alas cansadas. La Aldea
Global es un mito, uno se puede perder en las narices de los Servicios de
Seguridad. No son Secretos, porque el secreto está perdido. Todas las llamadas,
pruebas, fueron meticulosamente examinadas y nada coincidía aunque no existía
un referente. Un caso sin pistas en la autopista de la información. Tu pista,
me dijo el Editor, es que no hay pista. La alcancía está rota, respondí y
comencé a escribir. Hice memoria de todo lo ya escrito. No encontré
nada. Un carrusel silencioso hacia un precipicio. Un mundo lleno de noticias.
Muchas son las mismas, que se presentan como si fuera el primer día de clases.
No hay rubor en las primeras planas. Se miente. Se desmiente. Se vuelve a
mentir. Le pregunté tres veces al retrato del Piano Man: ¿Vas a hablar, me
contarás tu historia, para terminar ésta? Lo miré fijamente y me dejó caer
sus ojos en un extraño resorte de silencios continuos, espaciados, únicos,
solventados por su lengua engarrotada, asfixiada, cosida así misma por un grupo
de palabras esquivas. Te entiendo, dije, a veces, te me pareces. Arranqué la
fotografía como un último recurso de mi impotencia y miré el ventanal. No
dije, al basurero. Este sombrero no me lo pongo. Dejé que el ordenador se
ordenara en silencio. La frase de Dana, aplicaba exacta, casi adivinada: Too
much. La dejé avanzar como una solución momentánea. Después de todo, el
mundo quedó en vilo con este hotel cinco estrellas deshabitadas. No me
entretuve más, pero cuando vi el libro que tenía en mis manos, no me había
salido del tema: La Pianista, Elfriede Jelinek." Como un ciclón, la
profesora de piano Erika Kohut entra atropelladamente en la casa que
comparte su madre". Así comienza. El televisor encendido, olvidado, me
dice otra cosa: The Piano Man habló. Plopppp, plopppp, plopppppppppppp.
EL VELO DETRÁS DEL PIANO
Me concentro y abro la máquina, comienzo a revisar las
noticias, diarios, a ver por donde se inicio la madeja, el hilo, y cómo se sale
de un sueño tan largo. 19 de agosto, la fecha mágica en que comienza a solarse
su lengua. El matutino británico Daily Mirror revela su "verdadera nueva
historia" La enfermera entró como cada mañana y le preguntó: -¿Va a
hablar con nostros ahora?, -Creo que si, fue la respuesta. De origen
alemán, oriundo de la aldea católica de Prosdorf, cerca de Waldmünchen, en el
Alto Palatinado bávaro, viajó a París huyendo de esa sociedad inquisidora por
su condición de homosexual. Perdió su trabajo en la ciudad luz y viajó en el
tren Euroestar a Londres con la idea de suicidarse. La prensa británica ha
dicho que no sabe tocar más que la misma tecla de un piano, que es un impostor,
que la clínica lo demandará. De acuerdo con las primeras informaciones viaja a
Alemania y aún se desconoce su nombre. Las noticias vuelan, tienen alas
propias. Los medios británicos lanzan la orden: Hundan al Bismarck. Es una
historia paralela frente al piano. ¿Un naufragio inexistente de teclas dormidas
bajo el sueño? ¡Es un impostor! Salía del sueño a la realidad. Venía de una
aldea de 7 mil 500 habitantes y por fin se supo su nombre: Andreas Grassl,
de 20 años de edad. Vivía con su padre y dos hermanas. Los facultativos
ingleses le estimaron entre 25 y 35 años de edad. Algo andaba mal también, allí.
¿La prensa inventó que era un virtuoso del piano a través del dibujo que él
hizo como una manera de expresarse y que el hospital proporcionó a los medios?
La opinión pública es el botín de muchas historias. Andreas reveló que se
había arrojado al mar. para suicidarse porque era homosexual, algo no permitido
en su pueblo natal. Por eso fue encontrado en el pequeño puerto de Sheerness.
Es una historia kafkiana, sin duda, y no por nada Prosdorf colinda con al república
Checa, Alma Mater del inefable Franz Kafka, el gran director de esta orquesta en
el reino del desconcierto. El Bávaro cuidaba enfermos psiquiátricos en
París y allí aprendió las artes del silencio, el truco del ensimismamiento,
la perfomance del autismo. No ha surgido un Mozart, pero estamos ante un
discípulo de Marcel Marceau.
Silvia Banfield
DEL FÉRTIL EPILOGAR
La historia no ha terminado. Siempre continúa, a pesar de
los pesimistas, apurados en finalizarla. Mir gehts gut. Me encuentro bien, dijo
cuando regresó. Sólo tiene fogonazos, como una película, vagos recuerdos, no
sabe bien qué le sucedió. Ignora como llegó a ese puerto, ni que le sucedió.
Aprendió a tocar el piano a los 10 años y animaba las fiestas familiares con
un acordeón. Hizo un voluntariado en Saarbrucken, una localidad a 600 kilómetros
de la suya, donde ayudaba a los minusválidos. El padre comentó que ha
recuperado a su hijo y desea pasar con él todo el tiempo posible. Me han
entregado un hijo nuevo, y dice que me quiere. Esta historia, de seguro,
continuará.
En el hemisferio americano, la historia se concentra en las
proximidades del rancho Crawford de los Bush, en Texas, sede del
avispero de Cindy Sheehan, quien ha montado guardia al presidente Bus, para que
le responda por qué mandó a la muerte a su hijo en Irak. Cindy, es pionera en
esta lucha en Crawford, donde el presidente pasa sus vacaciones. Allí ha atraído
como un imán a numerosos activistas de las más diversas profesiones y
condiciones sociales. Políticos en Washington y ex militares, todos coinciden
que así surgió el gran movimiento civil para terminar con la guerra de Viet
nam. Son dos los campamentos que se han montado en las cercanías del rancho de
Bus. Buscan no sólo la paz, el fin de al guerra, sino respuestas a sus
preguntas sobre sus hijos y el por qué de esta guerra. Las encuestas ya hablan
por si solas, el 61 por ciento de los norteamericanos se opone a la guerra. El
presidente viaje en el tren de la impopularidad más grande de sus dos mandatos.
El reverendo Pat Robertson, "asesor espiritual de
Bush", predicador ultraconservador y precandidato presidencial
republicano en las elecciones de 1988, dijo en su programa televisivo The
700 Club, emitido por la cadena Christian Broadcasting (CBN), que asesinar a Chávez
sería menos costoso que ir a una guerra para derrocarlo. Las Explosivas,
delirantes, sorprendentes declaraciones del religioso. Robertson ha modificado
el mandamiento de no matarás, han sostenido representantes de la coalición
Progresistas Unidos por la Democracia, que reúne a 87 grupos cívicos y
comunidades de fe. Por su parte, los ministros de Relaciones Exteriores del
Grupo de Río, expresaron su "asombro" por la exhortación de
Robertson, y confiaron en que se abrirán "los procesos legales
pertinentes", al considerar que su llamado constituye "una clara
incitación al delito. "Resaltamos nuestra amistad con el pueblo venezolano
y expresamos nuestra solidaridad con sus autoridades", señala el texto del
Grupo de Rio, integrado por la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela y un representante de
la Comunidad de Países del Caribe (actualmente Guyana).
Afganistán es un lugar sin límites. Es mejor no entrar
donde el tiempo se pierde en unos pocos minutos. Los ojos dejan de ser
ojos, superficie, para adentrarse al cuerpo y submarinear los intestinos,
recorrer detrás del párpado la última noche, el primer día, y se hacen yo en
el límite visceral. El desierto y la montaña, son un código secreto, la
superficie de una sábana de dos que van caminando abajo y hacen una montaña
al final de la cama. Es un principio para convertirse en fantasma. El desierto y
las montañas desoladas de Afganistán se bastan así mismas para protegerse en
su desolada admiración geográfica. El ombligo de la nada. El viento solo
deja intacto el tiempo. La muerte habla dos y tres veces a un mismo cuerpo. La
muerte suele ser tan paciente como la vida, sólo que tiene más tiempo.
Cindy, la muerte/es un espanto/nunca se termina/de
aprender/lo que deja el dolor/el amor/lo que no volverás a compartir/Tú sabes
que el viento regresa/nace en algún lugar/¿A quién sirve la muerte/si es
aguja del mismo pajar?Puedes no contestar/la guerra no tiene sentido/ un camino
mal recorrido/ la muerte es un espanto/ Nunca se termina de aprender/lo que deja
el dolor/el amor que no volverás a compartir. ©2005