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EL DÍA PARECIERA INICIARSE EN EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS

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(El juego consiste en no dejar de soñar)
(El juego consiste en no dejar de soñar)

Yo sólo comento

    Yo sólo comento/ lo que me dicen los sueños de los muertos/no hablo de los vivos/porque siguen con los ojos abiertos/No describo la risa/mientras la muerte exista/cuando la vida aún se vaya tan de prisa/Vuelo con tus cabellos/aroma de azucena/pájaro en tierra/Yo sólo comento/soy sol y viento/el mundo un lamento/La raíz del fuego/quema tanto y tanto quema/que yo juego al viento que la abraza/ y peina con su espejo de viento/Alguien a ti y a mí/nos sueña en primavera/yo sólo comento y lo siento. (La Canción del Poeta)

   Un mundo cada día mejor. Qué gran frase. El sueño del terror. Despierto. Pesadilla. Enciendo la luz. El mundo comienza a desinflarse. Shuuuuuuuuuuhhhhh. Se escapa el aire de esta pelota que todos patean. Se desinfla el verbo, le gritan al Editor. {Él, sonríe y empuja la pelota de golf. Cae en un hueco lleno de espejos y se va perdiendo al infinito hasta que sale de la tierra. Un agujero negro de ojos azules pasa golpeando las puertas de las casas. Y dejan caer un periódico con un solo gran titular: El mundo cerró por duelo, haga usted lo mismo. Llore al fondo del patio de su casa, si así lo desea. Venían unas letras  diminutas al final del gran titular, de esas de los seguros. Más apretadas que nunca. Letras con ojos turnios. Conocedoras de la letra menuda. Aprietan firme sus dientes y miran hacia enfrente. No saben nada. Esa es su cara. Hay que verlas con lupa. Y sólo así se descubre la verdad: el mundo más seguro es un recuerdo del pasado. Siéntese en una mecedora y verá pasar  ese mundo. El que viene no tiene dientes, porque se desbarrancó. No de vuelta la hoja o la página, está vacía. Descienda un escalón,  gire, camine   hacia el fondo, a la derecha y expulse. No se preocupe, eso mismo hará una estrella de Hollywood. El libreto no cambia. Usted es polvo de estrella, como cualquier hijo de vecino. Algunos inmortalizaron sus manos en la tierra, pero es sólo cemento. No hay huellas digitales. El agujero  negro los pasará a buscar a todos, sin excepción, una tarde soleada, cuando se den 13013 arco iris en la tierra al mismo tiempo. Se  escuchará por última vez una sirena dulce, melodiosa, melosa, miel pura para los oídos más insensibles. Todos acudirán  a sus patios, a las azoteas y balcones de los edificios, al pie de la montaña, frente al mar, los ríos, en las proximidades de los desiertos. Ante la naturaleza rendirán la última venia en la Tierra, y les pasará a buscar un bus negro que los conducirá en un haz de luz al Agujero Negro.

 

 
  • LOS RELOJES COMIENZAN A ENVEJECER

    Sentí el periódico en mis manos, me vi leyéndolo con un gran esfuerzo su letra menuda, mi dedo índice apunta en señal  de asombro, me llevo la mano a la cara y boca, en señal de perplejidad, miro el reloj, el tiempo pasa, sucede, los relojes comienzan a envejecer y siento que un niño comienza a llorar en señal de resistencia y una madre atraviesa un río, se moja la frente, cruza un largo interminable, espeso bosque  donde fundará una nueva familia. En un remolino de sábanas y sudores,  aleteos, el alba me lanza al piso y siento que voy abrazada al poeta y  caemos nunca en un vacío, donde los edificios más grandes de la tierra van saludando con el ceño cabizbajo, y el payaso Contaminación aplaude incansablemente y se confunden  sus  aplausos con la risa. Sin llegar al final del gran túnel iluminado, con los  avisos de neón titilantes aún, recién bajados de la tierra, dos manos largas, firmes, suaves, de mujer pianista nos sostiene y va empujando hacia la superficie, en medio de letreros que dicen. No están listos, cuando uno persigue un sueño, debe cumplirlo. El alba aclara con su manto de luz suave, la magia del día en el asombro de la realidad nueva y es mejor prepararse un café, que el día es largo.

 11 de la mañana de un 11 de septiembre del 2005. Qué biográfica me he puesto. Una sandía es roja por dentro. La fecha estalló en mil pedazos hace cuatro años. Katrina la sepultó este año en materia de desastres naturales. Las fechas me saben a pepino. Es un continuo bombardeo de recuerdos con un solo ojo, pensamiento. Afganistán, Bagdad, Falluja, son un detalle, fuegos artificiales en medio de la noche que Occidente brinda en el espectáculo terrorífico a Oriente. El humor del The New York Times, es macabro, con ese titular  de uno de sus columnistas, Frank Rich, quien dijo: Falluja inunda el Superdome. ¿Se trata de la imaginación de un minusválido mental? ¿Un chistoso del drama oriental musulmán, mundial? Titular de doble comedia trágica. Sólo los negros y los latinos pobres participan de este drama en Estados Unidos, además de los musulmanes. Atados por un mismo drama, el 11 de septiembre y Katrina, con distinta interpretación, se conmemora el acontecimiento que devastó la paz mundial, entronizó el terrorismo en distintas vías, el intervencionismo unililateral, acabó con la seguridad y buena parte de la libertad de expresión y movimiento real en Estados Unidos. Las dos torres pulverizadas en   en este nuevo ajedrez mundial. Ese día, en Manhattan, se pulverizaron sus iconos gemelos, se creó la Zona Cero. Nada menos que cero. Una ecuación terrible de la nada. El silencio absoluto. El circulo sin aire. El espejo sin imagen. El grito que no sale. Lo único que  creció a partir de Manhattan, como una pompa de aguas putrefactas, fue más terror, miedo e inseguridad. La nación de la Libertad, se auto atrincheró, acorraló, censuró a su gente, y se bautizó el miedo Made in USA. A compartir el terror con a las tropas en Bagdad, sobre el Eufrates y El Tigris. La realidad se convirtió en una caja de muñecas rusas en Madrid, Londres y El Cairo. Otras ciudades, con menos geografía mundial y perfil, sufrieron las iras humanas y naturales, pero sólo fueron noticias unos pocos días. No hay espacio ni recuerdo, para tantos desastres. Nos mantenemos en el hilo del suspenso que las grandes agencias nos alargan en el inalámbrico mundo digital, con palabras, imágenes, sonidos en tiempo real. Katrina sentenció a muerte un futuro mandato republicano. Es negro el porvenir de los votantes para las próximas elecciones, aunque lejanas, cercana estará siempre en la memoria de Louisina- Alabama, New Orleans, Mississippi. Hasta los cocodrilos mueren en los pantanos del río más largo de Estados Unidos. Boca abajo van  los peces río arriba.

  • EL JUEGO CONSISTE EN NO DEJAR DE SOÑAR

    El mundo vio los cuerpos volando, cayendo  de las Torres Gemelas, pájaros-muñecos asustados, buscando  tierra, muriendo en el asfalto. Pedazos, zapatos, papeles, hierro, cristales, agua, el terror en una acuarela fría, la pasta del miedo, restos de esculturas de muerte. El fuego quemó esta vez a los bomberos. Todo se derrumbó en medio del escalofrío de las imágenes. La historia se hizo trizas, pequeña, una alcoba de motel inundada de pavor. Todo el terror de Nueva York cayó desde sus dos Torres emblemáticas. Un cuervo se ató a las pesadillas de esa mañana. Se hundió el mismísimo silencio y hasta Hollywood  se olvidó de sus sueños. Hizo luto el espectáculo del celuloide hasta hace unas horas. Cuatro años después, la fábrica ficcionadora más grande del planeta, despertó del sueño. Oliver Stone y  la cadena ABC  trabajan sus historias sobre el 11 de septiembre del 2001. New Orleans, tendrá mucho que contarnos en un futuro no tan lejano, como el Mississippi y Bilox, un pueblo que del  Sur, que se lo llevó el azar. El celuloide privilegiará la tragedia de Norteamérica, y Hollywood no sólo será Sueño Americano, sino el terror, dolor, la pesadilla, que duerme en nuestra misma cama y deja colgando la cabeza sobre la almohada. El día es una pastilla cada vez menos azucarada. Pareciera comenzar directamente en el triángulo de las Bermudas. Y se entra con un par de esquíes de difícil manejo en una pista volátil sobre  un hielo gaseoso, lleno de engañosas sorpresas.

    Estamos ahora patinando sin fin, ni rumbo. ¿Por fin, hacia el fin?  Un mundo más seguro, patentó la frase George Bush.  Todo lo demás es noticia, ni siquiera historia, humo sin fines de lucro, simplemente un subproducto del miedo. Se le cae un diente  a la noche. Vuela la paloma en el sombrero de copa del mago. La escena está para pedalear en el agua. Un cocodrilo puede arrancar un pie en Alabama. Avanzamos un centímetro cuadrado a la redonda. A lomo de mosca,  salto de pulgas, el Llanero Solitario avanza, el Cid cabalga ciego, tantas batallas, los molinos del Quijote espantan, un paisaje para gnomos encantanados, duendes jubilados. La mano le saca la suerte  a la gitana. Los dados caen sin suerte. Un caballo atraviesa lentamente un prado verde/un desierto/un río/un bosque/una montaña/un lugar libre donde poder ser caballo. ¿El hombre podrá ser hombre?  ¿El hombre, pesadilla del hombre? ¿Dejará algún espacio sin contaminar? ¿Se transformará en un refugiado en la Tierra? ¿Se reciclará así mismo como una oveja descarriada? Pieza por pieza me quedo con los ojos. Un dato que me recuerde que no tenemos límites para soñar. El juego consiste en no dejar de soñar.

 

Silvia Banfield

EPILOGAR  PARA NO OLVIDAR


    Dos 11 hacen 22, la fecha del poeta.  No es cábala. El mundo es una catástrofe en continuo movimiento. Podría ser una   frase de Mafalda, pero es una imagen real. Alguien lanzó en un sueño las mariposas de nieve. Sin ser profeta, somos una imparable bola de terror y miedo, en continuo movimiento. Más abismo, precipicio no me empujes, que llevo suficiente vuelo, sólo déjame caer, suave que soy tu bolero inmortal. Firmado: GB. La historia es circular. Cuyo negocio redondo es el petróleo. Los romanos andaban a pie, a caballo o en sus carrozas. Su largo imperio no necesitó gasolina. Sólo pies y espadas. Instalaron la televisión más cruel de la historia de la humanidad, hace más del dos mil años, el Circo Romano. Nadie salía vivo de su arena en medio de la carcajada del pueblo y el temido pulgar imperial. Roma no se hizo en un día, duró más de 15 siglos y se evaporó como un perfume putrefacto. Vomitó como un dinosaurio sin luz, la última noche de la tierra y viajó por un precipicio  sin fin en el mortal sueño de los tiempos. Así se van las grandes bestias, y el mundo que no lo es, está en manos de este singular bípedo, curioso observador de lo ajeno, ignorante de su persona. Hombre, que largo te crece el cabello y frente a tus ojos, la misma piedra. ¿Quién será el primero en verse al espejo, después de un bombardeo nuclear? Se trizarán los monasterios, las catedrales perderán el cabello, los altares  de rodillas broncean sus muñones en una playa de estacionamiento, el desierto comienza a quedarse sin arena, el mar se congela en la muerte del agua, la lluvia nuclear deposita un último sueño en la morgue. El agujero negro comienza a recoger las tarjetas de crédito, de descuentos, reales o no, las pólizas, cédulas, pasaportes, carné de socios de algún club, partidas de nacimiento, matrimonio, talonarios de cheques, cualquier papel de intercambio, menos los dólares, que los necesitarán para comprar arena y repoblar los desiertos.

  • P.D.

    Los poderes supranacionales quieren jubilar a las Naciones Unidas, un oscuro trapecio donde cuelgan las vísceras del siglo XXI. Llega a sus 60 inviernos, la institución madre de todos los conflictos sin solución, renqueando, bizca, violada, y cuyo lenguaje siempre termina siendo tramposo. El edificio más alto, visitado del mundo de las promesas. ONU O, Sí. Entre rascacielos. Si los pobres conocieran las Naciones Unidas, se harían ricos sólo soñando con sus fantasías. Las Naciones Unidas prometen lo  imposible, un mundo mejor, más seguro, con menos pobres. El mundo, reunido con 170 naciones en Nueva York en el foro más global,  se le resbala de las manos a la ONU, como una barra de mantequilla y de chocolate se deshace en buenas intenciones. Las Naciones Unidas son más bien un castillo nuclear,  y detrás de sus cristales neoyorquinos, se resguarda la paz mundial, una entelequia que se mece en una hamaca, sabiendo que en la acera de enfrente se prepara un ciclón. El viento mece la peluca de la ONU; un mesero atraviesa con una bandeja llena de copas champagneras la alfombra roja del hemiciclo universal; el equilibrio Norte-Sur vive hace sesenta años en estado comatoso, en el departamento de cuidados intensivos; y, detrás del telón blanco crece la larga noche negra universal. Todos los tiempos, en este tiempo, agujero negro, dame un beso, si me vienes a buscar. Utopía, suéñame.

  • PostFin/END-NOW

    La muerte es el más extraordinario oficio en vida del hombre. Viejo lugar teniente que le aguarda en una cúpula de viento. Se encuentra en la cama, un jardín, oficina, calle, en cualquier esquina, entrando también aun hospital. Fenómenos naturales suelen ser los causantes de muertes masivas, como las epidemias, y las guerras, que sin ser hechos de la naturales, son naturalmente los actos más torpes de la naturaleza humana. Un siglo envenenado por conflictos derivados por el control del petróleo, de territorios,  países con vastos recursos energéticos en una gran palabra, donde estrategas occidentales  en marcan y encausan el futuro de sus intereses y naciones. No hay petróleo  para la insaciable maquinaria de las grandes potencias. La muerte ha llegado  a ser cotidiana en el desierto, en montañas abandonadas por los tiempos, estrechos, pasos, lugares donde el viento marca sus pasos. La muerte usa un pijama tieso, el último, a veces viene desnuda, intacta como un nuevo nacimiento sin fin. Durante años leímos la palabra Viet nam: demasiado lejos para muchos. Un nombre violento. Recorría como una serpiente los titulares del mundo. No había CNN. Ni Internet. La velocidad era como la cámara lenta de hoy. Las armas, unos simples juguetes de niños malos. Viet nam le arrancó la vida a una generación norteamericana y pisoteó su orgullo. Viet nam la venció. Viet nam es el sueño negro americano. Una mancha de hombres  que crecía bajo la tierra, venció a la tecnología militar más avanzada en su época. Viet nam lisió a toda una generación. Dejó una atmósfera minusválida en Estados Unidos. La derrota cambió la sociedad norteamericana. Puso de rodillas el orgullo de una nación orgullosa. Cayó al piso la aureola de victoria  per se, eterna. Viet nam es un símbolo de la derrota norteamericana. La muerte se vistió de cadáver con los trajes de la juventud norteamericana. La muerte fue un gran comercial publicitario del espanto y ganó su espacio en la historia, para sentarse  en  apetecido Salón de la Fama. No hizo falta una guerra para que se devastara una ciudad mítica Norteamérica, otros pueblos desaparecieran bajo el agua, y el país enseñara sus más pobres vísceras e impotencia, la negritud de su desesperanza. El río Mississippi se tragó el blue, el alma de Nueva Orleáns, dejó flotando la muerte y miseria, la impotencia de la pobreza, los sueños de una ciudad mítica, atravesada por las culturas. No fue la culpa del río, sino del devastador huracán Katrina, que  desoló los estados de Louisiana, Alabama y Mississippi. La negligencia de las autoridades gubernamentales de Washington, dejó al descubierto la incapacidad del equipo presidencial en caso de crisis y la pobreza existente en Estados Unidos. Katrina jaqueó la seguridad interna de Estados Unidos, su economía ha retrocedido, la vulnerabilidad es real. El agua y la desidia gubernamental, se han tragado hospitales con los enfermos, madres abrazadas a sus hijos, mascotas asfixiadas por las corrientes de aguas putrefactas, ancianos arrastrados por el cañón vacío del último Sueño Americano.

    En el paraíso del mercado todo vale y es negocio. En Internet se instaló también el espacio para la Gran Estafa de la Ayuda a los damnificados del Katrina. Desde el interior de la tragedia, el negocio con la muerte es más conmovedor aún. Ya está en venta el souvenir de la tragedia. Se Venden desde los sueños, agua de lluvia, ropas salvadas de la muerte del huracán, mensajes: Ayuda humanitaria. Desháganse de Bush. Diarios mojados, historias personales, escombros, todo se vende después del Katrina. La muerte recicla su horror y lanza una botella a las aguas turbias con el simple mensaje de: ¡Help!. Socorro que no llegará a tiempo. Alguien quizás sabrá algún día que detrás del vidrio, una mano escribió un último mensaje. La palabra final encierra  todo lo ya dicho. La esperanza es azar y la palabra, un objetivo. Un cocodrilo, vagará por esas aguas contaminadas, con la misma esperanza de un náufrago. Es ver un  dólar gigante con sus ojos apagados arrugado de corazón espíritu cobarde por inhalación de fetideces sin par  y químicos cuerpos descompuestos cadáveres marchitos de alma vísceras de contorsionistas diseminadas por las alcantarillas bajo el agua de las casas arrastrados sin sueños morados de olvido agazapados a la espera de una mejor vida y llegarán a la morgue quizás o serán vaciados en algún depósito de muertos en estricto ejercicio de la vida donde llegaron a existir antes de subirse a los techos de sus casas correr como liebres ciegas por el agua boscosa venida del cielo de la tierra del aire del norte del sur de  donde nadie puede escapar con vida de la muerte ciega  que se deja atrapar a veces un instante flaca alimentada por venoclisis saliendo del portal de una casa de negros de New Orleans, a descansar en paz. Algunos pacientes fueron rescatados de hospitales con un letrero sobre el pecho: no resucitar. ¿La muerte vive? O ¿muerte a la muerte? La muerte se instala su pequeño bikini y nada como un pez bajo el agua. A su alrededor, todo es muerte. No se necesita un zoom o un paneo. La muerte es dueña del escenario y apuesta  por partida doble. Avanza ruina, el cuerpo suspira boca abajo/muere el rey de la selva de cemento/hombre, los diques no responden/hombre, el hombre llega tarde/a la escena del crimen/Hiede la vieja rosa  sobre el agua/un guante recoge /deposita el cuerpo/ lanza el peso inmóvil de la última piel/Viaja el muerto sin desayuno/la muerte lo mira convencida/que ya no resucitará.

  • OFELIA, ¿CANTANDO EL SUICIDIO?

    Ofelia es Ophelia, todo un personaje en la ficción real hamleteana de los huracanes. Una semana rodeando su objetivo, la indecisa Ofelia. El mar se va picando, el cielo de vientos coloridos, la playa desolada, mar abierto, Ophelia instala  su periplo bautismal de lluvias y vientos, merodea Carolina del Norte y el estado de Virginia. ¿Era virgen Ophelia? Se apodera un silencio del silencio. Pero la ola de miedo va creciendo. El ojo del huracán es azul remolino de cabello largo mirada fija, se anuncia con tiempo (malo en su caso)  se deja poner un nombre, ser visto en pantallas llenas de radares, mediciones, observaciones, presunciones. Los índices siguen sus movimientos en las pantallas. El huracán muestra su ojo y va viendo donde morir, pero no en paz. “Sabemos lo que somos ahora, pero no lo que podemos ser... Dios vendrá a visitarnos.”(Ophelia. Todo está bajo su ojo de huracán. (“Ophelia entra vestida de blanco, el cabello suelto y una guirnalda en la cabeza, hecha de paja y flores silvestres, trayendo en el faldellín muchas flores y hierbas”. Quizás alcanza a ver en carreteras, puentes, saliendo impotentes de la ciudad, a los mismos automóviles causantes de su ira. Se detienen  los motores mortales, la atmósfera  suspira, el CO2 guarda cómplice silencio. El huracán observa como le rinden culto a ese fósil negro, subido de precio, en vías de extinción y que enloquece a presidentes, hombres de negocio y avaros mercaderes. Y se baja de su andamio celestial para desahogar sus energías, agua, vientos, todo lo que ha acumulado por el camino, y va devastando lo que el hombre ha construido. (“Conducen entre cuatro hombres el cadáver de Ophelia, vestida con túnica blanca y coronada de flores. Detrás sigue el preste y todos los que hacen el duelo, atravesando el teatro a paso lento, hasta llegar donde está la sepultura. Suena el clamor de las campanas. Hamlet y Horacio se retiran a un extremo del teatro.”) “Sus hermosos e intactos miembros acaso producirán violetas suaves”... comenta su hermano Laertes.  Suicidio o accidente, Ophelia cayó al arroyo mientras cantaba sus desvaríos, comenta la Reina de su muerte. Mujer de agua, el mito de la muerte y renovación, destrucción y nacimiento. Son las aguas que  llevamos por dentro, corrientes  turbias, claras, el paisaje no adivinado del subconsciente. Ofelia será un ángel, dice su hermano, y el cura que le niega cristiana sepultura, estará aullando. Ophelia es un fervor mitológico  recreado, presente, a lo largo de la historia literaria universal, y sigue viva más allá de la memoria, el nenúfar intacto con sus manos abiertas. Ofelia inalcanzable, próxima, distante, inefable, pura, delirante. La intocada. Autodestructiva, silente, espejeante, sombra, lúcida llama de sí misma. Sombra de su sombra, se palpa su fugaz silueta. Muere, tal vez, vive, de amor. En la onda calma y negra duermen/las estrellas, la blanca/Ofelia flota como/un gran lirio, acostada/en sus velos larguísimos muy lentamente flota..., escribe Arthur Rimabud, en su poema Ofelia. ¿0h, pálida Ofelia, bella como la nieve!, la describe Rimbaud. Mallarmé, interpreta el poema, y nos dice que “estamos ante una Ofelia nunca ahogada, una joya intacta frente al desastre”. En el retrato de Millais, Ophelia, flota viva por siempre, en un paisaje idílico, y aún nos mira con su insuperable belleza y tristeza.

    África, cada día más devastada en su miseria, más caliente, de sangrantes ojos, muere, agoniza, muere, y pareciera devolver la mano negra al primer mundo, con el nacimiento y exportación de huracanes virulentos y mortíferos. Ofelia, la apacible, le ha perdonado la vida  a las costas de Carolina del Norte y Virginia.
  
Ofelia, que aguas violentas trae tu nombre/ nenúfar, caballito de mar/abre tus manos / recíbenos sin llanto/Ofelia, muchachita de aguas verdes/la belleza mata la muerte/no dejes de vivir, tan bella/ estrella, amor fugaz, tú permaneces/Aguas que sólo tú conoces/déjalas correr, hermosa/sigue viviendo por nosotros/Ofelia, Ofelia, ni una palabra más/la muerte no muere./ To have seen what I have seen, see what I see!/ Haber visto lo que he visto, ver lo que veo!/Vas saltando, gota de agua/cae, sólo cae, sobre mis manos.©2005

 

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