El anuncio de Jack Straw de aplazar el plebiscito sobre la Constitución
Europea, me hace meditar respecto a los ‘demócratas’ de nuestro tiempo.
Estoy bien informado y conozco a los políticos. Bastantes hipócritas, tratan
de parecer inteligentes, pero son unos bobos de cuartel.
Es muy fácil interpretarlos.
Straw estaría esperando un momento más propicio a la
‘Aprobación’ de dicha carta espuria, al constatar su fracaso en Francia y
Holanda. En otras palabras, el ‘amigo’ Jack pretende hacer quite al clamor
popular, como cuando influenciado por la maquinaria diplomática chilena dejó
en libertad a Pinochet. Lo mismo sucedió con Aznar que lo devolvió como una
‘papa caliente’.
En otras palabras, estos ‘demócratas’ postmodernos toman
medidas altamente no populares. La pregunta es Por qué. La primera respuesta
sincera es: por miedo al pueblo. Entonces, si un político teme al pueblo, no
puede ser considerado como demócrata. Todo lo demás es hipocresía. Lindas son
las palabras, pero en el lenguaje político se le podría llamar peyorativamente
‘poesía’. Pero una poesía no poética, es decir, no fundadora, sino llena
de lugares comunes, de frases hechas, de manierismos verbales, vacía retórica,
revueltas de sopas de letras y estadísticas que no dicen nada. De clamor
popular, nada.
En Chile, la Concertación ha pasado 15 años en hacerle el
quite al ‘cambio’, no el de palabra, sino al cambio de verdad, aquel que la
mayoría de la población pidió para la recuperación de ‘la Democracia’,
anuncio que no pasó de allí. Y ahora esta misma coalición no tiene o no haya
qué hacer para devolver ese clamor que en voces derechistas se vuelve
‘populismo’. La gran pregunta de por qué no dieron democracia real,
abierta, participativa, es nada más ni menos que por cobardía. Ese temor de
hallarse descubierto y estar junto a los trabajadores y las clases medias tan
postergadas.
Por su lado, el pueblo, ignorante, a fuerza de 17 años de régimen
dictatorial de derecha, en que no se enseñó doctrina política ni civismo,
terminó fácilmente engañado por esa linda ‘poesía’ de la derecha extrema
y aquella que practica la compra de votos ante un pueblo con hambre y
necesidades.
Es decir, el dramático testigo de esta debacle ha sido ese
mismo pueblo al que antes se enaltecía y se elevaba en los encendidos discursos
de los ochenta y por lo que tantos luchábamos. Es decir, Pan, Trabajo,
Justicia, Libertad. Terminamos encerrados, en una encerrona de pseudos demócratas
que nos traicionaron y se pusieron a bailar la cueca del desentendido. Esa hipócrita
actitud de no hacer caso al clamor popular. Cueca que dice como: que Pinochet no
será nunca juzgado, que no habrá cambio de sistema económico –de este
neoliberal, tan ajeno a nuestra realidad-, que tampoco habrá justicia, que el
área social de la economía (antes Estado, cooperativas, economía mixta), no
llegará nunca más. Y todo eso se resume en la atroz y grosera palabra de que
la vida humana no tiene valor fraterno, sino mera mercancía; pues hoy todos los
chilenos somos mercadería, somos consumidores, desesperados, pero no personas.
Jugamos loterías y miles de juegos, otros tienen que robar, o asaltar, otros
terminan enfermos sociales, es decir, alcohólicos, drogadictos, prostituidos o
simplemente tras las rejas. Un país hecho polvo. Polvo, sin duda, comercial.
Chile encabeza el triste ranking de los países que más mal pagan a sus
trabajadores y donde brutalmente se trabaja mayormente, es decir, lo que ya
nadie dice, que los chilenos somos de los más explotados del planeta.
De estos puntajes, nadie puede estar orgulloso. Y quien
pretenda comparar a la nación con soberanía (popular) y democracia y libertad,
sólo hace el papel de payaso para los medianamente informados. Vivimos en ‘la
era de los nervios’, la democracia está encerrada en una caja con alcanfor en
un museo que nadie visita, pero de la que se hacen recuerdos.
¡Quince años sin cambios! Los cambios no se han hecho ni
nadie los hará. Indudablemente agotado el sistema, sólo el Podemos se atreve a
ponerle el cascabel al gato, claro que sin posibilidad alguna de concretar, lo
que queda en un sueño. Es decir, no puede. La represión informativa convierte
en silencio mortal a cualquier intento por salirse de la camisa de fuerza, como
antipoetizaba Nicanor Parra. O sea, ‘libertad, pero sin salirse de la
jaula’. Y otra de Nicanor: Economía de Mercado: ‘Tugar tugar, salir a
robar’. Me parece que un payaso triste dijera esos versos y no un poeta puro,
porque ya no hay tontos solemnes. Y si de cantar claro, otro gallo cantaría en
Chile, si se hiciera lo pedido y se dijera lo que todos quieren, es decir, La
Poesía auténtica: AMARAS A TU PUEBLO COMO A TI MISMO.
Mauricio Otero