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La reforma tributaria que hace falta

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DE LA QUE NADIE QUIERE HABLAR
DE LA QUE NADIE QUIERE HABLAR

La actual disputa entre María Eugenia Vidal y los gobernadores de provincias por el Fondo del Conurbano y las transferencias por coparticipación, no resulta ser novedosa en absoluto. Esta batalla, producto de un sistema tributario excesivamente centralista y discrecional, deja a las provincias con una capacidad de maniobra verdaderamente reducida, menguando sobremanera tanto sus ingresos, independencia y ulteriores responsabilidades como así también al tan vapuleado federalismo.

 

Este litigio, que en teoría tendría que haber sido solucionado con una nueva Ley de Coparticipación Federal, la cual debía sancionarse dentro del año posterior de la Reforma Constitucional de 1994, se mantiene todavía vigente. El principal motor del mismo es la imposibilidad que presentan los gobiernos provinciales de financiar, con recursos propios, su abultado nivel de gasto.

En un informe realizado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, se manifiesta un desbalance entre las potestades tributarias y las responsabilidades de gasto. Mientras la Nación recauda aproximadamente un 76% de los ingresos totales, ésta solo debe responder por el 57% de los gastos. Por otro lado, las provincias cuentan con solo un 24% de la totalidad de los recursos pero deben hacer frente ante un 43% de los desembolsos. ¿Qué significa esto? Que el Estado nacional recauda más de lo que gasta, mientras que la realidad de las provincias es la opuesta. Este desfasaje entre ingresos y gastos permite a la nación jugar como prestamista de ultima instancia, realizando transferencias a las provincias para que éstas puedan hacer cerrar sus números. Sin embargo, en la practica, dichas transferencias resultan ser discrecionales, por lo que siempre han existido provincias premiadas o castigadas dependiendo del signo político de los gobiernos de turno.

Esta discrecionalidad en el reparto de transferencias ha perpetrado por mucho tiempo la existencia de gobiernos provinciales increíblemente ineficientes, con Estados sobredimensionados para sus capacidades de financiamiento. De esta manera, las autoridades locales nunca se vieron en la necesidad de ajustar el tamaño de sus administraciones, debido a que siempre podían contar con las “ayudas” del Estado nacional. Así las cosas, el informe del IARAF establece que las cinco provincias más beneficiadas en transferencias por coparticipación, en términos per cápita, fueron Tierra del Fuego, Catamarca, Formosa, La Rioja y La Pampa, las cuales históricamente han presentado un tamaño de su sector publico mayor al del promedio del país. Por otro lado, aquellas jurisdicciones que fueron menos favorecidas por las arbitrariedades del gobierno central fueron la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Chubut. Estas últimas históricamente han concentrado la mayor parte del sector productivo nacional y aportan una porción mayúscula de los ingresos de la nación.

Resulta imposible no detenerse a pensar un momento sobre la paradoja de la estructura del Estado argentino. ¿Existe realmente un sistema de premios y castigos para los gobiernos provinciales? Y si la respuesta fuera negativa, ¿Cómo podemos conseguirlo?

Para lograr este último objetivo será necesaria una verdadera reforma tributaria, en donde se modifiquen radicalmente los roles de la nación y de las provincias. Estas últimas deben tomar las riendas de su propio destino, dejando de lado el rol marginal que ocupan actualmente, volviéndose plenamente merecedoras de sus éxitos y responsables por sus fracasos. Es esencial generar un verdadero sistema de autogobierno, con mayor independencia, autarquía y por supuesto, obligaciones. De esta manera, sin un Estado nacional que las tome de rehenes, las provincias no podrán posponer por más tiempo los desafíos que tienen por delante. Precisamente, aquellas jurisdicciones realmente productivas y que cuenten con una administración adecuada, florecerán. Por otro lado, aquellas que hayan caído en el clientelismo y la corruptela de un Estado megalómano y sobredimensionado, no tendrán otra opción que un drástico cambio de rumbo.

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. El autor dice, argumentando sobre el déficit de las provincias: "El principal motor del mismo es la imposibilidad que presentan los gobiernos provinciales de financiar, con recursos propios, su abultado nivel de gasto. 
" Esa afirmación es en parte cierta, pero omite un detalle importantísimo: La nación, como tal, no tiene producción propia, sino que recauda los tributos sobre los producidos por las provincias y el distrito federal, en base a todas sus actividades productivas y comerciales. Recuérdese que el concepto de "coparticipación" es el siguiente: Cada provincia debería recaudar los impuestos sobre lo que produce. Para asegurar equidad y facilitar la recaudación, las provincias cedieron a la nación la recaudación de los impuestos, a contrapartida de que ella devolviera esos recursos proporcionalmente a cada provincia. Con un criterio de solidaridad, las provincias también aceptaron que aquellas menos favorecidas por la naturaleza en recursos naturales recibieran proporcionalmente más que las más favorecidas. Así es que las provincias de la pampa húmeda reciben menos de lo que producen en términos de recaudación, y las provincias marginales reciben más. Así se lograría una "redistribución de la riqueza" en todo el territorio nacional, favoreciendo a las regiones marginales con mas recursos de las que eran capaces naturalmente de producir. Obviamente todo esto se desvirtuó con el despilfarro de recursos que se argumenta en la nota, y que sin duda debe ser corregido, pero no perdamos de vista lo esencial: Los recursos tributarios NO SON de la nación, sino que PERTENECEN a las provincias. La nación solo recibió de las provincias la potestad para recaudar, pero de ninguna forma es dueña de esos recursos. Un nuevo acuerdo de coparticipación es imprescindible, pero sin perder de vista esta premisa. Es el SENADO de la nación, donde las provincias están representadas, donde este tema debe debatirse para encontrar una solución justa y equitativa.

  2. Apareció Maldonado http://efecto24.com/irreconocible-aparecio-santiago-maldonado-gobierno-de-chile-confirma-su-ubicacionfotos/

  3. Hay que derogar la Ley Pinedo de Coparticipación que rige desde el año 1930 y sacar de la C. N. la misma y que cada provincia aporte al mantenimiento de la Nación cmo en los paises serios, ejemplo EE. UU. y vamos a ver cuando las provincias no generen riqueza, los habitantes de esas, se los llevan puestos; pero ahora, todos vienen a Capital a buscar el chequecito y no se peocupan por generar fuentes de trabajo y producción, total siempre viene algo de arriba.

  4. Hay que desmantelas los gobiernos provinciales. Asi de simple. Ahorraremos millones en politicos, ñoquis y gastos. Las provincias quiza eran utiles hace 200 años. Hoy son obsoletas. Hoy debe rearmarse todo exactamente al reves. Solo municipios y estado nacional. De lo recaudado por el municipio un x% a la nacion, con el gasto controlado y aprobado por la gente.

  5. Hay tantas cosas que reformar, tenemos leyes, procesos, reglamentos, etc de hace 100 años. Tenemos que meternos al siglo21. Y las provincias tienen que dejar de ser feudos organizados como hace 2 siglos, con todo el pueblo viviendo del estado. Paso a paso, espero que lleguemos a ponernos de acuerdo para una reforma total del país y modernizarnos.

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