Duras polémicas desató la nueva ley de Salud Reproductiva
o Sexual que fue sancionada bajo el número 25.673,
con el decreto 1282/03, a traves de la cual se crea el Programa
de Salud Sexual y Procreación Responsable en el ámbito del Ministerio de
Salud, con objetivos que van, desde la obtención de un nivel más elevado de
salud sexual y procreación responsable, adopción de decisiones
libres de discriminación, coacciones o violencia, disminución de la
mortalidad materno-infantil y prevención de embarazos no
deseados, hasta la posibilidad de brindarle a
la población una garantía de acceso a la información,
orientación, métodos y prestación de servicios en torno a la educación
sexual .
Así
es cómo, a partir del momento que se dió a conocer el texto de esta ley y su
aplicación inmediata, surgieron los inconvenientes con la Iglesia Católica,
la cual, a través de sus representantes episcopales, mostró públicamente
su descontento y disconformidad porque este programa “incita
a la lujuria", entre otras expresiones.
Estas
criticas motivaron que los distintos medios periodísticos
-ya sea radiales, escritos o televisivos- se hicieran eco de las
manifestaciones y provocaran un aluvión de respuestas, con tonos
verbales fuertes y lamentables, que sólo conducían a confundir y a no poder
entender el alcance de este Programa de Educación Sexual.
Frente
a tal situación, la Iglesia finalmente dio un
paso atrás y disminuyó el tono a la controversia "por la
entrega de los preservativos y anticonceptivos hormonales o
intrauterinos", con un reparto masivo y gratuito que
el ministro de Salud Ginés González García anunció oportunamente como una
“campaña antiaborto", advirtiendo que la cúpula del
Episcopado “...no quiere quedar enredada en una polémica que estiman
agotada ..”.
Asimismo,
los padres de alumnos de 11 y 12 años, a los cuales se les repartió
preservativos y anticonceptivos -como
ocurrió en la escuela EGB Nº 40
de la capital bonaerense, que asistieron a una clase de educación sexual-,
solicitaron explicaciones y el titular de Salud Provincial,
Ismael Passaglia, admitió que "Pudo haber sido
un error, en estos cursos se hace una demostración de métodos
anticonceptivos siendo probable que algunos alumnos se los hayan llevado a sus
casas".
Por otra parte, los especialistas en el tema fueron
consultados con relación a la función que deben cumplir la
familia, los establecimientos educacionales, la iglesia y el Estado, quien en
definitiva es el que lleva a cabo todas las medidas de este programa que
fue producto del gran consenso obtenido, tanto a nivel
parlamentario, como de las organizaciones no gubernamentales y de
grandes sectores de la sociedad en general.
Es
evidente que la implementación de este programa conlleva en su
aplicación profundas divergencias sociales que no sólo conmueven a la
Iglesia, sino también a los ciudadanos que dudan de su efectividad, de su
inmediatez y de las soluciones que pueda aportar frente a concretas
situaciones tristemente conocidas y en las cuales
sus protagonistas no contaron, en su momento, con la ayuda de programas y
contención necesaria frente a embarazos no deseados y
porque sus familias tampoco están presentes tratando de comprender lo
que sus hijas/os están padeciendo en silencio. Todos ellos viven
asustados, agazapados, pudiéndose aplicar aquí la célebre frase: "cuando
el lenguaje desaparece en los términos, también desaparece en los contenidos".
Graciela Miriam Catalan Alvarez