En el distrito bonaerense de Brandsen una profesora
de inglés que dicta clases en un instituto religioso llamado Santa Rita,
fue discriminada e invitada por el cura párroco a presentar su renuncia al
cargo "por estar embarazada y sin marido....”.
A partir del momento que supo del embarazo, Sonia Samantha Bruno lo comunicó a
las autoridades del colegio, representadas por la directora y la vice que
reaccionaron en forma normal. Fue con
posteriorioridad, y ya con un embarazo de 7 meses, que
con total incoherencia y contradicción le comunicaron que
no podía trabajar "con esta panza"
y que tenía dos opciones: la renuncia o la liquidación de haberes.
Esta denuncia por discriminación -efectuada públicamente-
despertó y movilizo a la sociedad de
esta localidad y determinó que los padres de los alumnos apoyaran a la
profesora juntando firmas y proponiendo
una movilización frente al colegio, el cual, ante el estado público de los
hechos y, a través de sus asesores legales, descartaron haber provocado el
alejamiento de la maestra y agregaron que el instituto, en sus 35 años de vida,
nunca discriminó.
Semejante actitud es violatoria de los
derechos que se encuentran reconocidos con jerarquía constitucional
por medio del art. 75, inciso 22 de la Constitución Nacional
y de la Convención sobre la
Eliminación de todas la formas de Discriminación contra la mujer en el
articulo 3 y 5, que garantiza que la
educación familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad como
"función
social”. También lo es de la ley de Contrato de Trabajo, pues allí se
garantiza estabilidad laboral a toda
mujer durante la gestación. Asimismo
contiene en su articulado disposiciones tendientes a consagrar la igualdad entre
los trabajadores/as y la protección del trabajo femenino
con base en la no discriminación.
Por
otra parte la discriminación y presiones
laborales que sufre esta joven mujer
exceden el marco normal de comprensión y tolerancia de una entidad
religiosa que, a la hora de formar jóvenes,
predica y tiene como lema la preservación de los niños y la familia, amparados
en la igualdad frente a los ojos de Dios.
Graciela Catalán Álvarez