Estamos asistiendo a un hecho histórico en el campo de las ideas. Por primera vez en la historia del pensamiento se produce una discusión pública y masiva entre dos países. Es el primer diferendo entre dos naciones sin la intervención de diplomáticos, tribunales internacionales o de ejércitos integrados por hombres. Nada de eso.
Se acaba de desatar una batalla entre mujeres que se hacen escuchar, incluso, por sobre los grandes medios. Ya no es la solitaria voz de Simone de Beauvoir contra el tradicionalismo conservador americano. Estamos asistiendo a una guerra de ideas entre EE.UU y Francia. No es una polémica entre autores o filósofos, sino, esencialmente y gracias a las redes, entre mujeres.
Las francesas tildan a las americanas de “puritanas” y bregan por una libertad sexual, que, hay que decirlo, en Francia siempre se entendió de distinta manera que en EE.UU y el cine de ambos países lo refleja muy bien.
La discusión se instaló entre las mujeres norteamericanas y francesas en torno al #MeToo.
Estos debates no son nuevos y en nuestro país, una de las pioneras fue Mariquita Sánchez de Thompson, la primera mujer en iniciar un juicio a sus padres para que no la obligaran a casarse con un hombre a quien ella no amaba. Mariquita luchó con una valentía única cuando el “#Metoo”, el “Ni una menos” o el Twitter no estaban en la fantasía de nadie.
Ayer, lejos de EE.UU, Francia o la época de Mariquita, este tema fue trending topic acá, en TW. La piedra del escándalo no la puso Catherine Deneuve ni Oprah Winfrey, sino Araceli Gonzalez. Ella dijo algo así como que no se consideraba feminista porque tenía un hermoso hijo y un precioso marido. Como era de esperar, muchas mujeres le respondieron en las redes que ser feminista no es estar en contra de los hombres ni aborrecer la pareja heterosexual ni mucho menos de la maternidad. Lejos de las burlas y el desprecio, es interesante preguntarse por qué este tema se instala con tanta fuerza. Y esto es así porque la enorme mayoría de las mujeres han sufrido alguna vez abusos o situaciones intolerables en ámbitos familiares o laborales.
En mi libro “El anatomista”, me ocupo particularmente del campo de combate que ha sido en la historia de la humanidad el cuerpo de la mujer y los intentos de conquista en ese afán por controlar el placer femenino. Las dos protagonistas femeninas de “El anatomista”, Mona Sofía e Inés de Torremolinos, viven su silenciosa emancipación determinada por el rígido discurso medieval, mientras Mateo Colón, el protagonista, descubre el clítoris y lo nombra “Amor Veneris”, como un conquistador que planta una bandera en tierra virgen.
Y a propósito de literatura, historia y feminismo, hoy se cumplen 136 años del nacimiento de Virginia Woolf, una escritora inglesa imprescindible, de una agudeza y un poder de observación únicos sobre la condición de la mujer. Escuchá algunos conceptos de Woolf:
“Durante la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer”.
“Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo entero”.
La vida y la obra de Virginia Woolf tiene que ver con su propia tragedia: su padre fue un hombre durísimo, su madre murió muy joven, su hermanastro la abusaba sexualmente y su matrimonio fue muy difícil.
Después de varias crisis, finalmente se suicidó en 1941, dejando al Sr. Woolf, su marido una nota póstuma, amorosa, pero en la que se deja ver entre líneas que había en ella un mundo íntimo y sufriente al cual él no tenía acceso.
Woolf fue una de esas escritoras imprescindibles para comprender con más profundidad estos procesos como “el feminismo” o la denuncia de la “cultura patriarcal” que tanto se escucha y que tan vacías de sentido quedaron. Sus personajes son de una complejidad, que va mucho más allá de los slogans y las consignas. Recordemos también que Woolf escribió la mayor parte de sus obras entre la primera y la segunda guerra mundial; el dramatismo de la época también marcó su obra y su temperamento.
Virginia Woolf se ocupó especialmente del lugar de la mujer en la sociedad y particularmente de la mujer escritora, de lo que significa para una mujer dedicar su vida a escribir ficción.
Fue absolutamente vanguardista en el tratamiento de la ambigüedad sexual, en su libro “Orlando”, el o la protagonista atraviesa varios siglos asumiendo distintas identidades sexuales, es una obra de una exquisitez única. Virginia escribió “Orlando” para su amiga y amante Vita Sackville-West, con quien tuvo una relación de varios años.
Va nuestro homenaje desde aquí a esta descomunal escritora. Recomiendo algunas obras más de Woolf: “La Señora Dalloway” es fundamental, “Al faro”, “Noche y día”, “Una habitación propia”, “Entre actos”.
De manera que para todos lo que, de un lado y de otro, discuten sobre consignas vaciadas de sentido, pueden entender y saber dónde, cuándo y en qué contexto se originaron estas ideas para hablar con fundamentos. Mientras tanto, en este debate sobre el machismo, se siguen enfrentado mujeres vs mujeres.