Mientras el Congreso Nacional trataba el presupuesto anual para el año 2006,
que como se sabe es siempre iniciativa del Poder Ejecutivo, el Presidente de la Nación
Néstor
Carlos Kirchner anunciaba la cancelación total de la deuda con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) por algo más de 9.800.000.000 dólares o
29.400.000.000 pesos argentinos. Quizás porque muchos de los legisladores no
han leído el inc. 7 del art. 75 de la Constitución
Nacional
que les ordena “arreglar el pago de la deuda interior y exterior de
El anuncio se
realizó en medio de una convocatoria obligatoria en la Casa
Rosada, donde solamente había que etiquetar cuidadosamente a toda una fauna política,
sindical, empresarial y militar para comprobar que el posicionamiento de hoy,
los aplausos de hoy y los abrazos de hoy son los mismos que acompañaron ayer a
Alfonsín, Menem, de
Mientras que el país siga en manos de la clase política
travestida e impúdica seguiremos apoyando, vivando y aplaudiendo las decisiones
de:
No investigar el
origen de la deuda externa ilegal, odiosa e inmoral.
Endeudarnos a cualquier costo y sin criterios de crecimiento.
Firmar cualquier tipo de acuerdo con los organismos de crédito
internacional.
Declarar la cesación de pagos y el no pago de los
compromisos.
Realizar quitas sobre el endeudamiento con los acreedores
privados.
Proceder al pago total de la deuda con el FMI.
Cualquiera que
piense que la decisión de Kirchner debe enmarcarse dentro de una política de
defensa de la autodeterminación nacional y que permitirá que el ahorro del
trabajo de los argentinos tenga como destino el desarrollo de una política
sustentable en lo económico, permitiendo una mayor dinámica en la
productividad que lleve al mejoramiento de las condiciones de vida y del
trabajo, estará una vez más equivocado.
Desconocer que
ha sido el mismísimo FMI quién ha exhortado a los países deudores a que
procedan a la cancelación de sus deudas, debido fundamentalmente a una decisión
de los EEUU de no seguir apoyando financieramente a los países empobrecidos de
la periferia del primer mundo, sería también estar equivocados sobre los
motivos de las decisiones ayer adoptadas.
Ahora son los
tiempos en que los países que han sido llevados a los límites más inhumanos
de pobreza y de exclusión se apuran a remitir los ahorros conseguidos al mundo
que globalizó la dependencia. Porque cualquiera puede advertir que sin poner a
disposición del crecimiento todo el ahorro del pueblo -las reservas nacionales-
estará condenándose a nuevas situaciones de endeudamiento como las que estamos
verificando con las actuales y reiteradas emisiones de bonos y letras.
Porque para un
gobierno que tenga establecida la forma que quiere llevar adelante una política
económica y financiera no es admisible que cada año se produzcan cambios de
rumbos tan considerables y abismales, toda vez que el tema en cuestión -el
endeudamiento- debe ser considerado en su total integridad y definido de forma
tal que no afecte el desarrollo económico. Debe ser una política de Estado, y
no una histeria de éste.
Porque salir a
pagar histéricamente la deuda con el FMI, si es que no es una mera decisión
testicular es por lo menos una arbitrariedad más tomada por una sola persona. A
la que conocemos por su autoritarismo y la falta de predisposición de
consensuar decisiones a las que siempre ha apelado Kirchner.
Quienes desde siempre hemos repudiado el endeudamiento
externo e interno que posibilitaron las políticas de entrega y sumisión al
capital financiero transnacional y nacional no podemos considerar como acertada
y patriótica la decisión de Kirchner. Lo que ha hecho el presidente de
Pero que nadie se confunda que a partir del año que comienza
las cosas cambiarán en
Nada cambiará en la medida que las políticas que se adopten
no tengan en la mira la rápida descomposición y destrucción de la relaciones
de fuerzas establecidas por las políticas económicas que permiten a los
monopolios y los oligopolios nacionales y extranjeros condicionar las políticas
de desarrollo y producción.
Sería inconsciente de nuestra parte no recordar que todos
los acuerdos realizados con los acreedores externos han sido presentados como la
panacea que nos permitiría crecer y estar mejor. La conclusión de cada uno de
ellos nos lleva a comprobar que los efectos han sido los contrarios.
El
presidente de
Una demostración de lo expresado es que los anuncios
presidenciales de ayer no han tenido en cuenta las políticas futuras que serán
aplicadas, porque va de suyo pensar que jamás habrá una propuesta para ser
debatida con la participación de la ciudadanía. Esa misma a la cual solamente
le queda reservado el papel de agente generador de fondos y reservas, mientras
que las necesidades del pueblo siguen relegadas y despreciadas por las prácticas
y decisiones gubernamentales.
Podrán llenarnos de discursos vacíos y mendaces, reponer en
los cargos públicos a los personajes que han sido autores y cómplices del
descalabro nacional, hacernos creer que tenemos un país en serio y demás
argucias publicitarias utilizadas a diario.
Pero jamás podrán, Kirchner, sus acólitos secuaces y los
nuevos arribistas, detener nuestras luchas para lograr un país en el que todos
puedan desarrollarse y mejorar las condiciones de vida; y que serán las que
permitan a las futuras generaciones ser libres en todos los sentidos posibles y
no estar atados a las arbitrariedades y autoritarismos de turno.
La decisión del pago adelantado de la deuda espuria con el
FMI demuestra una vez más esa distancia abismal entre las necesidades del
pueblo y las necesidades de la clase política. Porque éstos últimos han
abandonado las imperiosas necesidades de investigación del origen del
endeudamiento, la imprescindible moratoria, la necesidad de altas quitas hasta
el extremo del no pago por todo lo ya sobrepagado.
Dejemos los aplausos, abrazos y besos de toda esa oligarquía
-como los observados ayer- a quienes solamente juegan con nuestro futuro, y
nosotros continuemos militando por ese otro gran país que desean las mayorías
y en el cual esos personajes tienen asignados el triste papel de demorarlo.
Hugo
Alberto de Pedro