Estimados Lectores: en esta última entrega del año, quiero agradecerles su
apoyo y solidaridad ante mi atentado. He recibido todos sus mails... gracias
de nuevo a todos.
Ustedes pudieron leer que en vez de moderar la línea en mi columna la he
endurecido, muestra de que no temo a nada ni nadie, sólo
Finalmente quiero compartir un correo que me envió un ser
maravilloso del cual formo parte de su equipo y
que lucha desde hace muchos años por la sustentabilidad de los recursos
marinos. Alguien que es para
Con ustedes el Dr Marcus Sommer, Catedrático de
Deseándoles a todos una Feliz Navidad y un
próspero año nuevo me despido de todos ustedes con un afectuoso abrazo.
No perdono ni olvido, yo no me rindo.
ROBERTO
MATURANA
Oficial de Marina Mercante-Investigador
Kiel, 16.12.2005
Estimado Roberto Maturana
Realidades y esperanzas 2005.
Navidad 2005
Es
hora de reflexionar en que situación se encuentra nuestro mundo. Por
todos los medios de la prensa escrita y electronica, nos llega a marejadas
las tragedias actuales del mundo. Pero en una segunda reflexión surge la
pregunta:
¿por
qué los medios no despliegan igual o parecido afán para informar sobre la
permanente tragedia de miseria y muerte que vive media humanidad?
¿Y
para denunciar la irracionalidad que entrañan gastos gigantescos no para la
vida sino para la muerte, no para la construcción sino para la destrucción,
no para el bienestar sino para el desperdicio?
¿Y
por qué la "discreción" mediática ante los intereses económicos
que se empeñan en destruir los sistemas ecológicos de esta casa nuestra,
"la tierra", simplemente para añadir ganancias a sus empresas?
¿Por
qué tal distancia en el tratamiento?
¿Será
porque las olas de muerte que sacrifican a tantos millones de niños,
mujeres y hombres en la flor de la edad y más viejos, no son aptas para
elevar los ratings y carecen del atractivo de la actualidad rampante del
espectáculo, del show business ? ¿Será que los medios viven distraídos y
sólo salen de la modorra cuando se presenta la catástrofe con seducción
audiovisual?
¿O
será porque el contrasentido de un mundo con tamañas carencias y
contrastes ha de silenciarse para no perturbar las buenas conciencias de
quienes mantienen ese "orden" conveniente a sus intereses?
No
me deja de llamar la atención que George W. Bush y Tony Blair el 26 de
diciembre del 2004 (Tsunamis), parecieron aletargados la primera semana de
la tragedia, como si la obra demoledora de la naturaleza no les concerniera
o como si les extrañara que algo tan lejano a su voluntad hubiera causado
una catástrofe que no tuviera relación con sus decisiones: como si el hábito
los hubiera acostumbrado a pensar que sólo ellos pueden ser el motor de
tantas muertes y sufrimientos.
En
Irak, desde la invasión en marzo de 2003, han muerto más de 100 mil niños,
mujeres y hombres de todas las edades, y muchos más permanecerán incapaces
y sin hogares, sin escuela, sin los más elementales servicios durante largo
tiempo. La pregunta es:
¿qué
medios han presentado con equivalente dramatismo esta tragedia que supera a
la del tsunami del 2004?, con la diferencia de que se trata no de una
tragedia natural sino de una decidida por voluntades identificables.
Nosotros
y sólo nosotros somos culpables de la lluvia ácida, del hoyo en la capa de
ozono, del calentamiento global. La desertización es obra humana: millones
y millones de áreas irrigadas o receptoras de lluvias están hoy al borde
del yermo. La invasión del desierto provoca más pobreza y más emigración.
Si llegamos al suicidio ecológico, la culpa será nuestra,
no de la Naturaleza". Y todavía más: "Pocas cosas chocan más en
el estado de injusticia e irracionalidad que es de nuestra hechura, no de la
naturaleza, que la desproporción entre gastos militares y necesidades
humanas.
Las
naciones gastan 800 mil millones de dólares al año en armas. Bastaría una
rebaja de 1% para darle escuela a todos los niños del llamado tercer mundo.
Una sexta parte de la humanidad vive en la oscuridad del analfabetismo. Los
países del sur cuentan con 60% del estudiantado global, pero sólo con 12%
del presupuesto global con fines educativos. Y un avión-caza militar cuesta
tanto como 80 millones de textos escolares".
Según
las últimas cifras del Banco Mundial, la deuda externa de cinco de los países
golpeados por el tsunami se eleva a más de 300 mil millones de dólares. Y
los reembolsos a que obliga son gigantescos: más de 32 mil millones de dólares
anuales. A escala planetaria, los países pobres envían a los ricos, por
concepto del servicio de la deuda, más de 230 mil millones de dólares cada
año`.
Es el
mundo al revés. Y todavía más: "Según el PNUD, serían necesarios
80 mil millones de dólares anuales para asegurar todos los servicios de
base", es decir, exactamente el presupuesto suplementario que el
presidente George W. Bush ha solicitado al Congreso para financiar la guerra
de Irak.
Por
supuesto, encontramos también a diario un torrente de escritos de los
defensores de los sistemas ecológicos en que se denuncia la destrucción
del medio ambiente y de la diversidad ecológica (y cultural). Una destrucción
que operan salvajemente las corporaciones transnacionales (el hombre, no la
naturaleza).
Como
ejemplo, entre muchos otros, leemos la denuncia que difunde Greenpeace sobre
la destrucción de los bosques en Tanzania para surtir de madera a la
industria papelera de Japón. O sobre la presencia injustificada de
materiales químicos tóxicos en prácticamente todas las computadoras, con
efectos de contaminación del ambiente (¡la propia casa u oficina!).
Circulan
también denuncias en que se atribuyen la descompensación climática y los
agresivos fenómenos naturales a las pruebas nucleares, que continúan sin
freno real. En 1968, cuando se firmó el Acuerdo para la No Proliferación
de Armas Nucleares, se calculaba su arsenal en alrededor de 30 mil. Todo
indicaría que esa cifra no ha disminuido, con la diferencia de que ahora el
mismo número es mucho más potente y devastador.
Como
siempre ocurre en el caso de las catástrofes naturales (y también de las bélicas,
productos de la ambición y la prepotencia), la exterminación se ensaña
con los pobres. Tal ha sido lo más sobrecogedor del "espectáculo"
mediático que hemos presenciado últimamente. La muerte, sufrimientos, el
futuro negro, se concentran cada vez más en las poblaciones más pobres.
Pero
no, no se trata simplemente de moral sino de una situación estructural del
mundo que conduce a la tragedia: al hecho de que las devastaciones de la
naturaleza se ensañen con los más pobres, y al hecho más absurdo aún de
que las destrucciones provocadas por nosotros mismos, a través de guerras y
de la explotación inicua de los recursos naturales, se ensañe sobre todo
con los más necesitados. Y no solamente eso: los gastos de recursos y las
aplicaciones tecnológicas para la muerte se derivan de un sistema en el que
impera la rapacidad y el saqueo, la explotación de riquezas y de lo
principal, el trabajo humano, que beneficia desmesuradamente a los pocos y
deja en la miseria a las mayorías. Entonces la conclusión se impone.
Una
conclusión que va más allá de la ética individual y colectiva y que
alude a un sistema en que los países en desarrollo adeudan 2 mil millones
de millones de dólares a los banqueros de Estados Unidos, Europa y Japón,
no obstante que en el curso de los últimos 20 años han pagado ya a sus
acreedores cientos de miles de millones de dólares, sin que la deuda
disminuya sino que sigue creciendo a costa de los más pobres y en favor de
todos esos banqueros que extraen de nuestros pueblos hasta la última gota
de sangre.
Tal
es la situación a la que ha conducido esta globalización fundada en la
"libre circulación de capitales" del que se benefician unos
cuantos. El dirigente obrero estadounidense, Michel Thorburn,
escribió que tal globalización es parte del programa de los grandes
consorcios para extender su dominio y explotación del trabajo a otros países.
Y que el mismo programa está asumido por el FMI y el BM al exigir a los países
pobres "ajustes estructurales" que significan la drástica
disminución de sus presupuestos de salud, educación y bienestar, para
asegurar el pago puntual del servicio de la deuda a los banqueros
internacionales.
Completan
estas medidas las privatizaciones del sector estatal y la eliminación de
cualquier barrera a la propiedad de extranjeros, las reformas a las
legislaciones laborales que incrementan la tasa de explotación del trabajo,
y todavía la eliminación de las barreras a las importaciones.
La tragedias producidas por los huracanes o tsunamiso terremotos etc., trae necesariamente a la memoria hechos, y nos recuerda que la tragedia diaria que vive la mitad de la humanidad no es sólo una cuestión de ética sino de un sistema de vida (las maneras de producir y consumir) que está en el origen de estas catástrofes, unas provenientes de la naturaleza y otras originadas por la acción de la voluntad humana (los intereses de los dominadores y explotadores). Y nos recuerda que depende de nosotros que "otro mundo sea posible".
Realidades y esperanzas 2005.
Abrazo
Feliz Navidad