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¿Qué sucedió en el vuelo donde perecieron los jugadores del Chapecoense?

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El informe final ya fue presentado en Bogotá
El informe final ya fue presentado en Bogotá

No es fácil olvidar un accidente trágico como fue el de la caída de un avión que transportaba a todo un equipo de futbol, y menos cuando desde el principio se habló de negligencia por parte de los pilotos.

 

El informe final, que fue presentado el día de hoy en Colombia, da cuenta de estas negligencias, entre ellas, el avión contaba con un 20% menos del combustible mínimo necesario para sobrellevar el vuelo.

La aeronave de Lamia, que se estrelló el 28 de noviembre del 2016 en Colombia y culminó en la muerte de 71 personas que se encontraban a bordo, entre ellas casi el total del plantel del equipo brasileño Chapecoense, presentaba un faltante de combustible, según explica la investigación final que responsabilizó a la empresa y a la tripulación que ignoró durante 40 minutos las advertencias.

El informe, el cual tuvo una elaboración pormenorizada y llevó un año y cinco meses finalizarlo, contó con la participación de autoridades e instituciones de cinco países, ratificó las conclusiones preliminares del agotamiento del combustible y la negligencia humana como principales causas, pero sin dejar de lado algunas precisiones sobre la base del análisis de documentos, los registradores de vuelo, de las cajas negras y de las transcripciones de las comunicaciones.

La documentación deja constancia que la aeronave con matricula LMI2933 salió del aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra con 9.300 kg de combustible, cuando el mínimo necesario era de 11.603 kg, un 20% más, para lograr el recorrido sin escalas hasta la localidad colombiana de Rionegro.

Según precisó el coronel Miguel Camacho Martínez, de Aeronáutica Civil, al presentar el informe en Bogotá “la empresa planeó el vuelo directo sin escalas y sin cumplir los requisitos mínimos de combustible. No tuvo en cuenta el combustible requerido para el taxeo (camino que se recorre antes del despegue), volar a un aeropuerto alterno, el combustible de contingencia, el combustible de reserva, ni el combustible mínimo de aterrizaje. Es inexplicable”.

Por tanto, la primera negligencia se les atribuyó a las autoridades de la Oficina de Información Aeronáutica del aeropuerto de Santa Cruz que primero rechazaron el plan de vuelo, pero a último momento fue aceptado tras la insistencia de Lamia, empresa cuya investigación destacó que presentaba “deficiencias organizacionales” con una situación económica precaria, falta de dotación y prorrogaciones en los pagos de haberes.

Respecto del trabajo realizado tanto por el piloto como por el copiloto, el informe resaltó que “pese a que la tripulación era consciente de la escasa cantidad de combustible para terminar el vuelo en Rionegro, descartó un aterrizaje en Bogotá u otro aeropuerto para reabastecer”.

La documentación desembocó en la comprobación de que las luces de advertencia y las alarmas sonoras se activaron automáticamente 40 minutos antes de la caída del avión a razón de la falta de combustible, sin embargo, nunca se dio aviso de estas advertencias.

Para el momento en que el avión comienza a indicar la falta de combustible, se encontraba más cerca de Bogotá y de Cali (142 y 244 kilómetros respectivamente) que de Rionegro (333 kilómetros), aún así se decidió proseguir con el plan de vuelo original.

Según demostró la cronología, posteriormente, los tripulantes peticionaron prioridad de aterrizaje a la torre de control, la cual instruyó el sustento aéreo porque había otro vuelo desviado a causa de un problema. Nuevamente, los pilotos de Lamia aceptaron esa demora, y luego de 3 minutos y cuarto declararon la emergencia.

Sin esperar respuesta alguna por parte de la torre sobre el control de tráfico aéreo, la aeronave inició el descenso y la proximidad al aeropuerto de Rionegro. 1 minuto y 19 segundos después se empezaron a apagar los motores, primero los dos del ala izquierda y luego los dos del ala derecha.

Encontrándose a 4859 metros de altura, y sin propulsión, la nave comenzó a planear hasta que se estrelló a unos 2511 metros contra el Cerro Gordo, actualmente nombrado Cerro Chapecoense tras este incidente, ubicado en el municipio de Unión.

Luego del impacto, el avión continuó cuesta abajo por la ladera norte del cerro y recorrió 140 metros hasta la parte baja donde finalmente se encontrarían la mayoría de sus restos.

Este incidente (casi adrede podría decirse), se produjo a finales del 2016, el 28 de noviembre más específicamente, a las 22:59 horas (horario de Colombia) y es difícil de olvidar, allí perecieron jugadores, el cuerpo técnico, dirigentes, invitados del Chapecoense, periodistas que se dirigían a cubrir el partido y empleados de la empresa aeronáutica.

De las 77 personas que se encontraban a bordo solo 6 pudieron sobrevivir: los jugadores Alan Ruschel, Hélio “Neto” Zampier y Jackson Follmann; el periodista Rafael Henzel y dos miembros de la tripulación: Ximena Suarez, una sobrecargo Erwin Tumiri, un técnico de vuelo.

 

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