Valparaíso , la cultura y su patrimonio, han recibido dos noticias que no pueden pasar desapercibidas sin anotar unos puntos en relación a ambas. La designación por la UNESCO del primer puerto de Chile y del Pacífico como Patrimonio de la humanidad, con todo lo que ello significa para esa ciudad portuaria emblemática del desarrollo nacional.
El puerto, una región privilegiada de encuentros, historias, de ebullición social, con personalidad propia, encanto, cerros metafísicos y una mirada arquitectónica loca, casi imposible de descifrar, forma parte privilegiada de esos lugares únicos de patrimonio mundial. Un gran reto para sus gentes y los gobiernos de Chile. Es un primer paso. Un comienzo que debe tomar fuerza en algún momento para beneficio de toda la comunidad. Un puerto más visitado por sus atractivos naturales y esta nueva convocatoria que hace el patrimonio universal de las naciones.
En todo caso una tarea por iniciarse, es el mandato de la UNESCO.
La promulgación hoy de la ley que crea una institución pionera en la historia del fomento de la cultura chilena, con rango ministerial, con sede en Valparaíso, es un hecho más que relevante para Chile y la cultura nacional.
Reconocimiento tácito a Valparaíso en clara coincidencia con la UNESCO y las necesidades de esa región, no del todo favorecida por la centralización de la economía y las decisiones, que por tradición, suelen emanar de Santiago.
Se ha creado el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, entidad con presupuesto propio y rango ministerial, para beneficiar a las 13 regiones en que se divide administrativamente el país, ha dicho el ministro de Educación, Sergio Bitar.
Entre sus funciones la nueva entidad se encargará de financiar proyectos, programas, actividades y medidas de fomento, ejecución, difusión y conservación de las artes y patrimonio cultural en sus diversas manifestaciones y modalidades.
La cultura es mucho más desde luego que cualquier institucionalidad y burocracia, se ejerce, vive, más allá de la ley, sobre todo en nuestras atomizadas, castradas, subdesarrolladas, minusválidas sociedades castradas de lo cultural.
Esperemos que la burocracia, el patético amiguismo, la cultura de salón, la mirada de defunción, la corrupción en sus mil formas, nos e apoderen de esta institución privilegiada en un mundo saturado de la nada. También esperamos que se incorpore la cacareada XIV Región y se le de una oportunidad de participar a su gente. Es una magnífica oportunidad para integrar a la Diáspora errante en algún proyecto concreto.
Valparaíso, Valparaíso, viejo vagón chirriante de amores y desprecios, piedra en el camino, poema nunca de terminar, sueño de partida y regreso, déjame recordarte en el misterio donde no existe el olvido, soy tu pisada en el aire, el escombro de la despedida, ese adiós de cerros y mar de tus aguas, campanas Valparaíso.
Que las sombras viejo querido se vuelen en tus alas, y en tus días, la tormenta sea la ronca sílaba de tu abecedario mayor, el piano que no deja de ser tu negro, hondo, cuervo, que apaga tus horas húmedas, tus sacrificios iluminados en alguna ventana cayéndose, la ropa desnuda, el cuerpo intacto doblado en el sol.
Sostienes el abismo nacional en tus cerros, las frágiles columnas de la larga noche de Chile. Gran bodegón a la intemperie lleno de mareas azules y neblinas pardas, Puerto, Puerto, Puerto.
Cara de tomatito, ají, culantro, perejil, ajo, puerto con mil puertas, no dejes que el aire te vuele, ni los inviernos te lluevan el corazón, siéntate a esperar las tardes, pero no olvides tu destino de puerta, tránsito, tu mundo sacado de un campanario los sonidos de Chile, ni permitas que borren tus huellas de barro en las bodegas de tus calles y en los barcos.
Navégate capitana de las ciudades marinas, viájate, sé tu propio viento y vuélate, despréndete de la noche atávica, de esos malos momentos de marinero borracho, e invéntanos un nuevo escalofrío en tus calles y arquitectura.
Déjanos saber de tu pasado de artista de la noche, remolona del día, del vicio incomparable de tu antigua fortuna, el aprendizaje de tus ojos marinos, Valpo, Don Pancho, puerto de olas y rocas y cerros, ruge que es tiempo de mar.
Que la cicatriz siga muda en la boca, vuele el viejo pez en tus aguas. Que nadie te marque el calendario. Tú al alba, con la niebla y el sol de los antiguos gallos, el reloj de cualquier día.
Soy del puerto, tu orgullo, tu mirada cruzada por la historia, el naipe de la suerte, quien no dobla tu esquina, regresa.
Yo apuesto doble por ti Valparaíso, Gánanos la partida.
Full de Reyes, Valparaíso
Rolando Gabrielli