Casi 40 años pasaron de la primera huelga general de la Confederación General de Trabajo (CGT) de Ubaldini en contra de la dictadura, y sobre la base del día del trabajador, las dos CTA y organizaciones sociales de la talla de Barrios de Pie, realizaron en sinfonía un acto en el microestadio de Ferrocarril Oeste.
Quien no podía faltar a la ceremonia era Hugo Moyano, siempre antipático con el oficialismo, a excepción de su conveniencia, peticionó luchar por “la unidad del peronismo y otros sectores políticos para terminar con este Gobierno que nos tiene desprecio y nos quitó la dignidad”.
El secretario general de Camioneros, aludiendo perpetuamente a su discurso poco elocuente, pidió “dar la pelea para recuperar la dignidad que nos han hecho perder en estos dos años de Gobierno. El pueblo no se puede volver a equivocar en las urnas”. Además aseguró que “este Gobierno nos tiene desprecio”.
Es dable resaltar que ya existen antecedentes de apoyos preliminares entre la CTA de los trabajadores, la autónoma, Barrios de Pie y otras organizaciones sociales, tales como: la realización de la marcha del 21 de febrero sobre la 9 de julio, el ruidazo y la marcha de las velas.
Sin embargo, lo más destacable es que quien habla de “dignidad”, es el mismo que se supone, se apropió de dinero de los afiliados a la obra social de Camioneros. El mismo que lavó dinero a mansalva en el club Independiente y con las construcciones de la clínica Antártida y el hospital Santa Isabel de Hungría.
Es el mismo que, con estos mecanismos de lavado, blanqueó plata presuntamente proveniente del tráfico de estupefacientes, repartidos por la empresa de correo OCA, la cual habría comprado a través de un testaferro de nombre Patricio Farcuh.
Es la misma persona que, ya en los años 90, se le había hecho acreedor de una importante cantidad de cocaína, la cual fue encontrada en el escritorio de la oficina que ostentaba entonces.
Hugo Moyano es el mismo que ha sabido ser “amigo” o “enemigo” de los Gobiernos que fueron pasando dependiendo de su conveniencia, vendiendo él mismo su dignidad al mejor postor.
El líder de los camiones es quien menos puede hablar sobre la dignidad, ya que fue él mismo quien entregó la suya, y ha sabido aprovecharse de cada situación y de cada persona que se le fue cruzando en el camino, conformando prosélitos convenientes y sumando miles a una lista de antagonismo.
Que Moyano hable de dignidad es como que Pablo Escobar Gaviria se exprese en contra del narcotráfico, una real incongruencia.