En un mundo "color amarillo" transcurrían los días del gobierno de Mauricio Macri después del rutilante desempeño de Cambiemos en las elecciones legislativas de octubre pasado.
El macrismo había anudado triunfos en los cinco distritos más relevantes de la Argentina: la provincia y la ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
Además, la coalición de Gobierno le había asestado una doble estocada al kirchnerismo, no solo en territorio bonaerense -donde se postulaba la ex jefa de Estado Cristina Kirchner-, sino también en su terruño de Santa Cruz.
En ese contexto, encuestadores políticos coincidían en ubicar a Macri en la cresta de la ola, luego de que su popularidad tocara el pico máximo de su gestión al cabo de los comicios, hacia fines de octubre y comienzos de noviembre.
Pero desde entonces todo cambió para la gestión oficial y en especial para Macri, cuya imagen se desplomó producto de medidas de Gobierno vistas como "impopulares" por sectores de la sociedad que incluso le habían concedido su respaldo en las urnas apenas semanas antes.
Fallas en la estrategia comunicacional de Cambiemos, combinada con una traumática aprobación de la reforma previsional en el Congreso -en medio de graves incidentes-, un sostenido aumento de tarifas de servicios públicos y del costo de vida en general, más una volatilidad en alza con el tipo de cambio, han forzado al macrismo a transitar por el momento de mayor complejidad desde su llegada al Poder, en diciembre de 2015.
Lógicamente, también influyeron las polémicas en las que se vieron involucrados en los últimos meses distintos funcionarios de renombre, desde Jorge Triaca -ministro de Trabajo- con su empleada doméstica hasta Juan José Aranguren -titular de la cartera de Energía- y sus insólitas explicaciones sobre las riquezas que atesora en el extranjero, de igual modo que otros tantos integrantes del "gabinete off-shore" de Macri.
El "abrazo del oso"
La inflación y el aumento de tarifas, dos roedores que carcomen especialmente los bolsillos de la clase media, histórica votante de gobiernos de centro (centro-izquierda y también centro-derecha) en la Argentina, llevó incluso a sectores del radicalismo aliados al macrismo a comenzar a lanzar ráfagas de "fuego amigo", en busca de atenuar al menos las consecuencias inmediatas de las políticas económicas oficiales.
Todo este combo, potenciado en su capacidad de daño por la disparada del dólar de los últimos días también -a causa de factores externos, como una suba de tasas en Estados Unidos, pero también por motivos y errores estratégicos internos-, obligó a la mesa chica de Cambiemos a activar nuevamente el modo "recalculando" en su plan de Gobierno.
Sucedió hace unos pocos meses con las metas de inflación, que se mantienen en un harto inalcanzable 15 por ciento para el año en curso, luego con las reformas política y laboral, entre otros asuntos parlamentarios, y ahora con las previsiones de ajuste fiscal, en un intento por agudizar la batalla contra el gasto público y el déficit de las cuentas del Estado.
Lo anunció el propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, junto a otro ahorrista "off shore" como su colega de Finanzas, Nicolás Caputo, luego de que el dólar trepara hasta un máximo histórico de 23,50 pesos por unidad para la venta en casas de cambio de la "city" porteña.
El salto del billete estadounidense, alentado incluso -de acuerdo con algunos economistas- por presuntos desaciertos del Banco Central, se produjo apenas horas después de que Domingo Cavallo, ex titular del Palacio de Hacienda y reconocido "vocero" de un sector del establishment en la Argentina, cambiara notoriamente su discurso frente al revuelo en torno del dólar y saliera a cuestionar al Gobierno.
"Falta un ministro de Economía", dijo Cavallo, días más tarde de haber dado su bendición a las políticas económicas del macrismo, en una suerte de "abrazo del oso" que tuvo que correlato en el mercado financiero doméstico, el mismo que aplaudió a Macri por sus decisiones liberales en beneficio del sector -de la "timba", dicho en criollo-, pero que acaba de enviarle un artero llamado de atención a la Casa Rosada.
Claramente a los fondos especulativos del extranjero no les causó gracia que el Gobierno haya negociado con sectores de la oposición gravar la renta financiera para los no residentes en el país, a los fines de poder avanzar con acuerdos vinculados con el Pacto Fiscal y la reforma jubilatoria en el Parlamento.
Y lo han demostrado en los últimos días, al abandonar posiciones en pesos y empujar al dólar hacia una cotización récord.
Consumo y actividad productiva, en riesgo
Son horas difíciles las que transita el Gobierno en materia económica, las que se han visto incluso agudizar por decisiones incorrectas, de acuerdo con especialista, de parte del Banco Central, como por ejemplo, salir a vender en un principio "dólares baratos" en busca de contrarrestar los intentos de fuga de la moneda norteamericana, lo que pudo haber incentivado aún más la especulación en el mercado.
El organismo que preside Federico Sturzenegger, que por ahora resiste los embates de un "peso pesado" dentro de la mesa chica del Gobierno como el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, llegó a sacrificar casi 1.500 millones de dólares (U$S 1.471,7 millones) en solo un día el 25 de abril pasado para mantener al "billete verde" en apenas $20,54.
La sangría de las reservas de la autoridad monetaria no se ha detenido en las últimas jornadas, aunque el modo "recalculando" que puso en marcha el Gobierno tras los recientes brincos del dólar, con una suba sin precedentes de su tasa de referencia, a 40%, sirvió para calmar ligeramente la tormenta.
El dólar se enfrío, lo que significó una bocanada de oxígeno no solo para la gestión macrista, sino también para sectores de la magullada clase media que apuestan a la divisa estadounidense para preservar el poder adquisitivo de sus ahorros, financiar la compra de propiedades mediante créditos hipotecarios o bien planificar unas simples vacaciones fuera del país, entre otros fines.
A los estratos medios de la sociedad -sí, a esos votantes que han brindado su apoyo a Cambiemos en las últimas elecciones- les produce comezón los vaivenes con el tipo de cambio, porque además de afectar sus planes de corto y/o mediano plazo vinculados con las finanzas familiares, saben que cualquier salto del billete estadounidense, en la Argentina, irremediablemente se traslada a precios. Hasta el mismo Dujovne lo reconoció.
Y en este contexto, por un lado, la tibia recuperación del consumo se mantendrá condicionada por un eventual aumento adicional del costo de vida y por el otro, la suba deliberada de tasas que propició el Gobierno como antídoto de emergencia para bajarle la fiebre al dólar puede conspirar contra las propias intenciones de Macri de impulsar una reactivación económica sostenida en el país.
El nivel de actividad productiva se verá damnificado si la medida paliativa del equipo económico gubernamental -cuyo "jefe" es el propio Presidente, de acuerdo con Dujovne- se prolonga en el tiempo, de igual modo que se espera que durante este mes de mayo la inflación termine siendo más alta que la prevista originalmente.
Por último, en el frente político, también los días que se vienen para el macrismo lejos están de ser "amarillos", ya que el movimiento obrero luce dispuesto a resistir hasta las últimas consecuencias la reforma laboral que promueve el Gobierno y que por el momento permanece trabada en el Senado.
Por ahora, solo por ahora...