Lo acontecido esta semana respecto de las anotaciones hechas por el ex chofer de Roberto Baratta, Oscar Centeno, provocó un estallido social, y dejó al descubierto algo que ya se venía asomando, la imperiosa corrupción que reinó durante el kirchnerato.

Si bien no es nada nuevo ni sorpresivo, esta nueva noticia enmudeció a muchos y logró la vociferación de otros, claramente se notó una nueva grieta entre la militancia kirchnerista y la macrista.

Aquellos que apoyan al Gobierno más impunemente ladrón de la historia argentina, se vieron exhortados a tomar una posición entre callarse y defender lo indefendible, pero sobretodo con argumentos irrisorios.

Tanto los medios pertenecientes al grupo de Cristóbal López como otros pequeños medios claramente antioficialistas, como por ejemplo Política Argentina, prefirieron callar y hablar de temas que, o le pegan a la actual conducción o son claramente triviales.

Sin embargo, lo que es aún peor, estuvieron quienes antes de callar prefirieron salir a decir barrabasadas. Una de las estupideces más grandes que pudieron oírse, refería a la posibilidad de que Centeno hubiese procedido a realizar este rejunte de información para la AFI (ex Side) ¿Acaso ello liberaría de culpa y cargo a los autores del mega afano producido durante la época ganada?

Otras de las cosas que dicen los ingratos militantes kirchneristas, es que Centeno jamás pudo haber escrito esas notas, como si se tratara de una obra literaria de gran reconocimiento, o que lo revelado no tiene validez al no tratarse de los cuadernos originales, una hipocresía que no deja de sorprender.

Si lo que se cuenta en aquellas anotaciones fuera falaz ¿Por qué rajaron al ex ministro de Economía Roberto Lavagna cuando lo denunció? ¿Por qué intentaron que quede en secreto? ¿Por qué solo un pequeño círculo de personas que realizaban los pasamanos sabían de la existencia de estos millones?

Por su parte, el macrismo vociferó la “victoria” sobre la base de lo acontecido, en especial porque le juega en contra a su más imponente antagonista, la otrora presidenta Cristina Kirchner, así como también a sus séquitos.

El que habló y se hizo acreedor del mérito por llevar esta causa tan lejos fue el mismísimo presidente Mauricio Macri, quien, en un momento complejo de la economía nacional, supo manifestar: “Hay algo bueno que está pasando, estamos sacando la verdad a la luz porque el cambio es mucho más profundo que una discusión económica. Tiene que ver con la libertad de decir, de expresarse por parte de los periodistas que investigaron, del juez que ahora puede decir lo que se le ocurra sin tener miedo”.

Obviamente, los que van de la mano con el oficialismo le “agradecen” al presidente y su Gobierno dejando de lado al periodismo y a la entrega de información de centeno.

Es cierto que el Gobierno tiene una gran parte del mérito por lo que se está gestando a raíz de esta gran causa de corrupción, no hay que desprestigiar su afán por la negación a la presión sobre la justicia ni al periodismo, lo cual no es poco. Aunque tampoco es 100 por ciento gracias a quienes conforman Cambiemos que se esté llevando a cabo la entrega de información y la posibilidad de aprisionar a los protagonistas mencionados en aquellos cuadernos, tal cual le gusta aseverar a muchos militantes del oficialismo.

Ni fu ni fa, ninguna de las dos posturas es certera,  sí es dable destacar que para defender al Gobierno de Néstor y Cristina hay que tener un monumental grado de Hipocresía, cinismo y estupidez, teniendo en cuenta que no distinguieron entre sus seguidores y la parte de la sociedad opositora a su política, robaron sin discriminar, sin medir y sin reparar en el mal que le provocaban a la población.