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COCINANDO CON BORGES

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LA POESÍA, EN HARVARD
LA POESÍA, EN HARVARD

 
Jorge Luis Borges

    Jorge Luis Borges, argentino, porteño, bilingüe, ficcionador de vicio, adquirió fama repentina con su libro de poesía El Hacedor(1960). Compartió con Samuel Bekett el emblemático premio Formentor y a partir de allí, JLB adquirió ciudadanía de escritor universalmente reconocido. Ya viajaba insomne en las tinieblas de su ceguera, visitado por sueños borgeanos en su eterno laberinto bonaerense de paisajes amarillos y grises.
    El célebre y cáustico autor de Ficciones y El Aleph, bibliotecario de un Dios ciego, corrigió de viejo sus tres primeros libros de poesía y teorizó sobre este género en su Arte Poética, conversación que realizó en la Universidad de Harvard. Ya frisaba los setenta años, cuando entró a esa prestigiosa sacra bóveda del saber norteamericano, y con la paciencia de un Lord inglés dictaría, más bien conversaría unas muy cuidadosas conferencias aparentemente espontáneas, en un monólogo sencillo, sobre sus perplejidades poéticas y literarias.
    Borges venía de muchas vueltas por sus laberintos que se bifurcaban en distintos caminos y el buscaba donde todo y nada se encuentra. Quien camina a tientas por Buenos Aires, adivina el parpadeo de sus calles en la memoria del tiempo, sólo ofrece a su audiencia sus dudas después de medio siglo de literatura. Borges comenzó a cocinar en Harvard su poesía con placer, modestia y sabiduría. En la primera de sus seis conferencias, titulada: El enigma de la poesía, del cual advierte desconocer, asegura que la poesía nos acecha a la vuelta de la esquina y puede surgir ante nosotros en cualquier momento. “La vida está, estoy seguro. hecha de poesía”, sentencia el poeta porteño que hablaba no sólo inglés, sino francés y alemán, idiomas en los que hacía traducciones.
    La poesía, el lenguaje, recordó Borges, no sólo era un medio para la comunicación, sino que podía ser una pasión y un placer. El Arte, sucede, citó al norteamericano Whistler y agregó: cada vez que leemos un poema. JLB se definía asimismo como un poeta más que un narrador. ¿Era otro Borges, o el mismo que no siempre sabía quien era?
    La edición española de estas conferencias borgeanas es de la Editorial Crítica de Barcelona y llegó a mis manos por la generosidad de la Embajada de España en Panamá, a través de su Agregado Cultural, Cristian Font, y en su prólogo suscrito por Pere Gimferrer, reconoce la humildad y sencillez de este Borges sin máscara. Una voz espontánea con una improvisación no tan calculada quizás, como un viejo metafísico lanza sus creencias, dudas, perplejidades y certezas. Resuelve sus interrogantes con otras tal vez y nos dice de paso que los grandes maestros de la humanidad no fueron escritores, sino oradores como Cristo, Buda, Pitágoras y Sócrates.
    En un recorrido histórico, precisa que “los griegos no hicieron demasiado uso de los libros”.
    Y continúa con su charla en al ciega expresión del tiempo, bajo el mando de su bastón, asombrándonos con sus opiniones sobre el peregrinaje de los libros desde Oriente y sobre las Sagradas Escrituras, a quien llamaron el “hombre libro”, aunque subraya que no cree que un libro sea objeto verdaderamente inmortal para ser venerado. Para Borges, un libro es una ocasión para la belleza.
    Las referencias a la literatura anglosajona en estas seis conferencias en búsqueda de sus lectores, se constata al paso de cada página. Estaba ante un público de habla inglesa, una lengua que heredó de su abuela y que nunca abandonaría en sus lecturas.
    Vemos en estas páginas de sus conferencias a un Borges discípulo y que comentaremos individualmente en este febrero mágico. El viejo Borges erudito, sin duda, más al alcance de la mano de su auditorio y ahora lectores circunstanciales. Él se sentía más lector que escritor y apostaba a los lectores. Lo demuestra a cado paso en sus comentarios cuando hurga en la poesía del pasado y descubre que algunos versos se degradan con el tiempo y otros en que el tiempo enriquecía los versos.
    “Sabemos qué es la poesía. Lo sabemos tan bien que no podemos definirla con otras palabras, como somos incapaces de definir el sabor del café, el color rojo o amarillo o el significado de la ira, el amor, el odio, el amanecer, el atardecer o el amor por nuestro país. Todo el mundo sabe donde encontrar la poesía y cuando aparece, uno siente el roce de la poesía, ese especial estremecimiento”. Borges habla en las próximas conferencias, como el mismo anuncia en su primer encuentro “torpe y titubeante”, sobre la metáfora, la música de las palabras, la posibilidad o imposibilidad de la traducción poética, sobre el arte de contar historia, es decir, la poesía épica, la más antigua y esforzada quizás, apunta, tipo de poesía. Acabaré, advierte, con una conferencia llamada Credo de Poeta, en al que intentaré justificar mi propia vida y La confianza en que algunos de ustedes puedan depositar en mí.

Rolando Gabrielli©2006
http://rolandogabrielli.blogspot.com/

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