El directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) se dispone mañana a aprobar el renovado acuerdo con la Argentina por u$s 57.100 millones. Ahora ya tiene seguro que el gobierno de Mauricio Macri logró avanzar con el Presupuesto 2019.

Es una fuerte demostración de gobernabilidad. Las proyecciones sobre ajuste para el año que viene, sobre todo por el aumento de los impuestos, puede causar espanto a cualquiera.  El apretón del 2019 será del 2,5% del PBI, si se cumplen estimaciones del Ministerio de Hacienda para el 2018.

La mayoría del ajuste proviene del aumento de los impuestos, como lo son las retenciones a las exportaciones generalizadas, el aumento en Bienes Personales y la eliminación del ajuste por inflación.

Junto con el programa del BCRA de aumento cero de agregados monetarios y la elevada tasa de interés conforman un combo recesivo que promete matar a la rabia de la inflación… y al propio perro también.

De ese modo, el nuevo representante permanente en Buenos Aires del FMI, el jamaiquino Trevor Alleyne, ya pudo enviar su primer reporte sobre la situación política en Argentina, más allá de las protestas sociales protagonizadas por grupos de izquierda y organizaciones.

Cuando mañana en Wasington se reúna el board del FMI estarán dadas las condiciones para la aprobación del acuerdo y de un primer desembolso de lo orden de los u$s 6.700 millones para la primera semana de noviembre y otra cifra similar para diciembre, con lo cual el gobierno habrá cerrado el año financiero prácticamente.

Respaldo importante

Ricardo Arriazu no es de los economistas más mediáticos. No aparece entre los que habitualmente opinan sobre la coyuntura en los medios de comunicación. Pero es uno de los referentes más escuchados entre los inversores y representantes del mercado. Ayer estuvo en la celebración de los 40 años de la Cámara de Agentes de Bolsa,  que se celebró en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Desde allí se mostró optimista sobre el futuro cercano, a diferencia del resto de sus colegas. Sobre todo, se ocupó de refutar a otro economista muy escuchado por el establishment: Carlos Rodríguez. El ex CEMA estuvo esta semana preanunciando una catástrofe financiera. Dice que el BCRA va a terminar en una nueva confiscación de depósitos, a través de un regreso a un “plan bonex” para salir del atolladero de las leliqs. Ese plan fue el implementado por Erman González en 1989 como ministro de Economía de Carlos Menem para acabar de un plumazo con el festival de bonos que había en aquel momento, que había dejado el BCRA en el final del mandato de Raúl Alfonsín.

Hipercrítico de Cambiemos casi desde el inicio del mandato Rodríguez considera que el alto costo de tasa de interés que está pagando el BCRA a los bancos, a través de las letras de liquidez, terminará en un quiebre y que en algún momento Guido Sandleris le entregará a los bancos bonos en ligar del dinero que están prestando a la autoridad monetaria. “El amigo Carlos está diciendo que va a explotar todo con las Leliqs, pero no está viendo los números”, acusó.

Arriazu dijo: “Con las Lebac, el total de pasivos de la entidad era de $1,3 billones. Ahora, son $600.000 millones. El Banco Central tuvo una ganancia cuasi fiscal bastante importante con la devaluación”. Y explicó que “como la liquidez de los bancos con respecto a los depósitos es del 50%, la probabilidad de una crisis financiera es casi cero”. “Sería bueno que comiencen a prestar de nuevo para que la economía crezca”.

Arriazu reconoce que generalmente está navegando contra la corriente respecto del resto de sus colegas. Era uno de los pocos que apostó contra las metas de inflación de Federico Sturzenegger.