A
los nostálgicos de la Argentina, les presentamos la nueva Triple A, y esta vez
"el brujo" (hay que ser mago para justificar lo injustificable) será
alguien conocido por todos.
Aníbal
Ibarra, el suspendido Jefe de Gobierno porteño, ha sabido con gran habilidad
política -"cintura" lo llaman algunos-, buscar aliados en el gobierno
nacional. Así, supo cosechar "migas" con Aníbal y Alberto Fernández,
quienes desde sus puestos oficiales han tratado de apoyar incluso de manera
extraoficial al alicaído político que intenta buscar en acusaciones golpistas,
el origen de todos sus males políticos.
Ibarra,
apoyado por un sector de la Madres de Plaza de Mayo, por algunas madres del
Programa Nacional Anti-impunidad y algunas ONG, busca dirigir o erigir su
defensa en ser un "acusado político", idéntica figura que -especulo-
intentará usar si la Justicia lo encuentra culpable de alguno de los delitos
por los que fue denunciado.
Pero
vayamos a lo importante: Aníbal Ibarra intenta demostrar a TODOS, que él no es
responsable de lo que ocurrió en la masacre de Cromagnón, y si bien, nadie lo
acusa de "premeditar" lo acontecido o participar del hecho, sí es
responsable político por los funcionarios involucrados en las acciones que
facilitaron la tragedia.
A
fuerza de ser objetivo, es cierto que Ibarra heredó una estructura corrupta,
pero fue él como Jefe de Gobierno quien nombró a los superiores de cada área
o bien confirmó a los que estaban en funciones. Mal asesorado o no, es
responsable por ellos, tanto en los aciertos como en los errores.
Uno
no puede escapar a las responsabilidades de la gestión, y él como político
sabía las reglas del juego. De hecho, él mismo como legislador impulsó en su
momento una denuncia contra el Intendente Grosso a quien le imputaba no sólo la
participación en los delitos denunciados, sino también "responsabilidad
política".
Si
su participación en dicho proceso hubiera sido correcta, seguramente habría
habido algún condenado, pero por diferentes irregularidades esta causa terminó
prescripta y con los acusados absueltos. Por aquellos años el ex fiscal, luego
de un efímero paso por la Justicia, se abocaba a la política ávido de poder y
reconocimiento, levantaba banderas contra la corrupción y acusaba a las cabezas
políticas de funcionarios infames.
Pero
los tiempos cambian, y esa ferviente ambición, a veces temeraria, se transformó
en moderación. Y ya como Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires cambió su estrategia, ahora la confrontación se transformó en negociación.
Desaparecido el Frepaso, y distanciado de la UCR, Ibarra buscó en el Gobierno
nacional una aliado político que le permitiera una gestión sin sobresaltos y
tal vez un lugar en un segundo mandato del presidente Néstor Kirchner, pero su
castillo de naipes se quebró con la tragedia de Cromagnón y, si bien el
oficialismo ha tenido gestos y acciones de apoyo a su persona, él mismo, sabe
que estos son condicionales: se lo apoya desde "las sombras", con
operaciones políticas, pero sin exponer a funcionarios nacionales
en abierto apoyo a su persona.
Aunque
sea fuerte la reflexión, si en el incendio hubieran sido menos las víctimas,
seguramente, las cosas serían diferentes, pero la tragedia fue enorme, desgarró
a los familiares y amigos, lastimó a la provincia entera, todos tienen una
amigo o conocido entre esas víctimas.
Más allá de esto, es indignante cómo, con una inmoral frialdad, Ibarra y algunos defensores
suyos hablan de lo injusto del juicio al que se lo somete, buscando interpretar la
Ley del modo que más beneficie a sus intereses y olvidando que existen 194
familias -junto a miles de ciudadanos- que claman justicia. Una Justicia que ha sido
devaluada en estos días.
Mi sincera convicción es que Aníbal Ibarra se
equivocó muchas veces, un gesto de grandeza de su parte hubiera sido
renunciar y someterse a la investigación como cualquier persona. Extraña
asimismo la
defensa de algunos aduciendo proteger a "un inocente", cuando hay un
alto porcentaje de inocentes con prisión preventiva detenidos en condiciones
denigrantes, y no hay marchas por ellos.
Hay que dejar de ser hipócritas y
permitir que se investigue de verdad, la corrupción mató a los jóvenes de Cromagnón, pero muchos otros han muerto por
esa misma corrupción y de eso Aníbal
Ibarra debe hacerse cargo. También debe hacerse cargo el ministro del Interior
Aníbal Fernández de los policías corruptos que no son pocos ¿O acaso el super
ministro, que tiene a su disposición a todos los cuerpos de inteligencia que
diariamente le reportan a su despacho informes, ignora lo que ocurre en las
calles? Podemos ser hipócritas, pero no idiotas. Basta recorrer en horario
pico Plaza Constitución y ver cómo los denominados "pungas"
hurtan y roban con total impunidad, cómo los micros truchos cargan gente como
ganado sin que nadie controle nada.
Y son muchos los
muertos en accidentes provocados por esos hechos y otros más graves, que ningún
fiscal parece querer investigar. En mi diario charlar e intercambiar información
con colegas de otros medios son muchos los que tienen interesantes
investigaciones en sus manos pero encuentran que sus medios no consideran prudente la
publicación de las mismas, por ser inconvenientes a los intereses editoriales.
Intereses que se llaman "publicidad", la cual se maneja desde el Gobierno
aunque no lo reconozca oficialmente Alberto Fernández, otro hombre que de
corrupción sabe mucho por su paso en la SIGEN.
A
los padres sólo les puedo aconsejarles que no se quiebren, que no se dejen dividir y
tengan más allá de las diferencias un objetivo en común: Justicia.
Y esto lo
digo porque he visto con dolor cómo algunos padres son "consolados"
con puestos en la administración y terminan volviéndose funcionales a los políticos
que, sin vergüenza, sólo piensan en ellos.
Marcelo Ricardo Hawrylciw
FELAP Nª 496