¿Escuchó? Un Luis D’Elía auténtico. ¿Lo escuchó? Habla como si fuera Fidel Castro antes de bajar de la Sierra Maestra. Su megalomanía es tan grande que se lo comió su propio personaje.
Ahora está nuevamente preso, en la cárcel de Ezeiza porque lo resolvió la justicia.
El dice que “es pura venganza del macrismo oligárquico de Comodoro Pro”. No entiende o no quiere entender, que a Macri y a todos los que no piensan como Cristina, les conviene un D’Elía libre diciendo estas barbaridades que dice. Cada vez que D’Elía habla, Cristina baja en las encuestas y Macri sube.
Su personaje produce un profundo rechazo y es piantavotos, como alguna vez le dijo Parrilitudo para no invitarlo a un acto de Cristina. Por eso ni los kirchneristas lo quieren a su lado.
En su delirio de grandeza dice que la embajada de los Estados Unidos le ordenó a Macri que lo metiera preso. Y cita un presunto cable número 1212 de Wikileaks. Sería bueno que muestre al periodismo ese documento histórico.
Los Estados Unidos de la mano de Trump han planteado objetivos irracionales. Como el muro, por ejemplo. Pero no creo que lleguen al límite de pedirle al presidente de la Nación la detención de un muchacho que casi no puede movilizar a nadie porque carece de representatividad y que la única vez que se sometió al veredicto de las urnas, sacó 15 mil votos. ¿Escuchó bien?
Se llena la boca hablando en nombre del pueblo y solo consigue 15 mil votos. Cristina lo quiere lejos. La Cámpora lo quiere lejos. La inmensa mayoría de los argentinos lo quiere lejos. ¿Quién se puede creer el verso de que los Estados Unidos estén preocupados por un muchacho que juega en el ascenso?
En el video reclama una prisión domiciliaria por su delicado estado de salud. Dice que tiene 3 by pass, un infarto que le inutilizó el 30 % de su corazón y una diabetes doblemente insulino dependiente. Son todos problemas médicos que en la cárcel se pueden tratar y ya se trataron con mucha responsabilidad médica.
Nadie quiere que D’Elía se muera. Pero a él no se le cae de la boca la palabra muerte. Dice que Macri lo quiere ver muerto. Que la justicia lo condena a muerte con esta decisión y remata con el grito de los combatientes de la patria socialista y guevarista: “Patria o muerte, venceremos”. Una sutileza: él se cree la patria y nosotros seremos los muertos.
D’ Elia fue el que pidió a Maduro que fusilara opositores y que a Macri lo fusilaran en la plaza pública. Ahora llora porque tiene que tomar 10 comprimidos por día. ¿Dónde está el guapo que hace unos días hizo un llamamiento para darle duro a los jueces federales?
Dijo que había que “ponerlos a todos en comisión y a los que se prestaron a meter presos a los compañeros, ni piedad, con esos hijos de puta, que vayan a la cárcel. Cuando volvamos, con todo muchachos”.
Le faltó decir “cinco por uno, no va a quedar ninguno” y ahora pide piedad pero se la niega de antemano a los enemigos. Incluso critica a los kirchneristas que piden moderación: “Yo veo un moderado y llamo a la cana: son garcas. No se puede ser moderado con el imperio”.
Después insulta la memoria de los verdaderos presos políticos de la dictadura, por ejemplo. O los que hoy tiene en sus cárceles el chavismo que el tanto defiende. ¿De verdad cree que ladrones de cuarta y testaferros como Ricardo Jaime, José López, millonarios con el dinero ajeno como Cristóbal y Lázaro, estafadores y violadores de los derechos humanos durante la dictadura como César Milani son presos políticos? El fanatismo lo ciega y le permite creer cualquier cosa.
Al final, para que no queden dudas dice: “Cristina presidente, carajo”. Este soldado de Cristina y de Irán, regresó al calabozo en donde ya estuvo detenido. En este caso es por la toma de la comisaría 24 de La Boca.
D’Elía fue condenado por los delitos de atentado contra la autoridad agravado, lesiones leves, instigación a cometer delitos, privación ilegal de la libertad y usurpación. El piquetero menos querido por Cristina convocó a 40 personas a tomar la comisaría, a romper y prender fuego a todo, incluidos los patrulleros policiales y el edificio.
Sobre llovido mojado. La tormenta de la justicia atormenta a Luis D’Elía. Como si esto fuera poco, La Cámara Federal le ordenó al juez Julián Ercolini que indague al violento piquetero por haber dicho que “vamos a clavar una pica con la cabeza del juez Bonadío en la vereda de Comodoro Py”.
Todo esto es muy peligroso teniendo en cuenta que en las reuniones del cristinismo de los últimos tiempos aparece la autocrítica sobre los motivos por los que perdieron la elección con un gato como Macri, lo primero que dicen es que fueron demasiado tibios. Eso es lo que creen.
Que si vuelven al poder tienen que ser revolucionarios de verdad y no meros reformistas. Eso implica expropiar a los grandes medios de comunicación, encarcelar disidentes, quitarle las empresas a los oligarcas y millonarios (menos a Cristina y sus amigos, por supuesto) y al que asome la cabeza Fidel/duro con él”.
Su desmesura también incluyó un insulto a los argentinos a los que calificó de “Pueblo pelotudo”, tal como Oscar Parrilli fue bautizado por Cristina, la comandante en jefe de los golpistas y ladrones. En la cumbre de su disparate dijo que Macri quiere “un planeta gobernado por las corporaciones y sin democracia”.
D’Elía tiene muchos problemas para interpretar la realidad. Pero el más grave es que se ve a sí mismo como un líder carismático de los humildes y es un muchacho rechazado una y otra vez por sus propios compañeros.
Su imagen es tan negativa. Está tan asociada a la violencia patotera y al stalinismo jurásico que solamente consiguió 15 mil votos en las elecciones y quedó afuera de todo. Ni siquiera pudo superar la barrera de las primarias.
Pero hay algo peor. Su propia jefa Cristina lo discrimina una y otra vez. Primero, no dejó que su partido llamado MILES se sumara a Unidad Ciudadana. Cristina no autorizó que se colgara de sus polleras. Después ocurrió algo más grave y denigrante. El mismo D’Elía confesó, a través de Twitter que Oscar Parrilli le pidió que no fuera en su momento al acto en la cancha de Racing porque era “piantavotos”.
Como puede verse no fue el imperialismo yanky ni el grupo Clarín o la oligarquía de La Nación los que lo ningunearon. Es el votante bonaerense y sus propios ídolos políticos. Es tragicómico como D’Elía pone la otra mejilla. Cristina le pega un cachetazo y él agacha la cabeza y acepta. Una vez se cansó y dijo que, ante la detención de dos patriotas y héroes como Julio de Vido y Amado Boudou, Cristina no podía hacerse la pelotuda.
El fracaso más grande de alguien que aspira a ser dirigente político o social es que no lo quiera nadie. O muy poca gente. Y sobre todo que lo desprecien sus conductores. D’Elía tiene la peor condición de kirchnerista. La que quiere ser y no lo dejan.
Y eso que dinero no le faltó nunca. Hubo un momento en que él era diputado y tanto su esposa como sus cuatro hijos tenían cargos en el Estado. Un país bancando la militancia de una familia entera.
Disvalores del autoritarismo cleptocrático que nos gobernó más de 12 años. Incluso alguno de sus hijos tuvo que renunciar acusado de haber ingresado al ANSES sin los requisitos correspondientes y ahora tienen que dar explicaciones a la justicia.
A D’Elia se lo puede ver en fotos con líderes extremistas iraníes y prófugos de la Justicia como Moshen Rabbani y personajes que apuestan o apostaron a la violencia como partera de la historia como Fernando Esteche (el ex comandante de Quebracho acuchillado por sus propios ex compañeros) o Roberto Perdía (el ex integrante del estado mayor de Montoneros).
Antisemita fanático, permite que su amigo Jorge Khalil, trate al canciller Héctor Timerman de “ruso de mierda”. En esa conversación puede escucharse cómo su amigo Yussuf Khalil le cuenta que él había presentado un texto parecido redactado por Esteche y ambos ríen como burlándose de las víctimas y los familiares de la AMIA. Ese tramo de la escucha es directamente vomitivo.
Es la expresión más cruda de un régimen homofóbico que niega el holocausto y la democracia. Horacio Verbitsky, el titiritero de Timerman, dijo que D’Elía es un vende humo y que exagera su llegada a la Casa Rosada para subirse el precio y fanfarronear.
Y como si esto fuera poco, sabemos que D’Elía alquiló a un grupito de la barra brava de All Boys para un acto a favor de Palestina y donde la consigna principal era “basta de sionismo nazi”. Se puede escuchar con nitidez la voz llorona de D’Elía decir que le tuvo que tirar unos “manguetes” a los muchachos que se portaron bien. Les dí 25 lucas, dice en un momento.
¿De dónde habrá sacado el dinero? Lo digo porque el propio Sergio Szpolski, el empresario que más pauta publicitaria recibió del gobierno para que vaciara sus medios K, puso en twitter que Luis D’Elía era “un ladrón que recibía cheques de Irán”.
Szpolski acaba de ser procesado y embargado en 93 millones de pesos. Otro ladrón del kirchnerismo, pero ese es tema para otra columna. Hoy los fantasmas se le acumulan a D’Elía. La impunidad se termina en la Argentina. Y D’ Elía está preso, aunque quiera fusilar a todo el mundo.