¿Sirven las PASO? Cuando surge esa pregunta se está poniendo el foco sobre la herramienta, y no sobre quienes deberían implementarla: los partidos políticos. Las preguntas son otras. ¿Cómo utilizan los partidos políticos estas elecciones? ¿Cómo participa la ciudadanía? Desde que empezaron a implementarse, en 2011, cada dos años se instala un debate anti primarias: algunos proponen eliminarlas argumentando que son costosas o que el electorado participa por ser obligatorias. Esos fundamentos son parciales. Más allá de los partidos/alianzas políticas o del costo de un domingo electoral, la clave pasa por poner el foco en cómo capitalizamos esta instancia y mejoramos la herramienta.
Una elección, primaria o general, implica un fortalecimiento institucional porque nos invita a decidir quiénes nos gobernarán. Las PASO son perfectibles, pero los obstáculos principales no radican en su costo de financiación (si son la encuesta más cara) o si son tomadas por los partidos/alianzas como una instancia abierta de definición de candidatos. ¿Cómo mejoramos la herramienta electoral? Este debate debe darse con la ciudadanía. Algunas propuestas de mejora podrían incluir no limitar la difusión a lo que dicta la pauta publicitaria, sino generar más espacios de participación y debates. La institucionalización de la práctica del debate entre los presidenciables a través de la ley 27.337 es sin duda un avance significativo pero sería ideal avanzar en debates entre los precandidatos para otros poderes - como el legislativo - y en otros niveles de gobierno. Estas discusiones no son abstractas sino que se enmarcan en escenarios concretos de pujas y negociaciones entre los partidos.
Hagamos memoria: en 2015 Cambiemos utilizó las primarias para consolidar su alianza. Si bien no puede decirse que haya sido una PASO competitiva, lo cierto es que políticamente aseguró la unidad del PRO, la Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical. En contrapunto, la interna peronista entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández para gobernar la provincia de Buenos Aires tuvo otro tono, terminó con denuncias de fraude y el fuego amigo repercutió en las generales, donde el peronismo perdió por primera vez en ese distrito. Esta situación evidenció dos usos muy distintos de la misma herramienta.
Hoy los ojos están puestos en la oposición. Con una retórica de la unidad del peronismo y reuniones que parecen predecir posibles acercamientos habrá que ver atentamente cómo definen sus candidaturas. ¿Lo harán internamente o usarán las PASO? ¿Cristina será finalmente de la partida? De hacerlo, ¿disputará por dentro o por fuera?.
Desde 2003 para acá la participación en elecciones generales fue de un promedio del 76 por ciento. En las PASO (desde su debut en 2011) fue del 75,74 por ciento. Sin embargo, el dato a destacar no es ese, que ronda los niveles habituales en Argentina, sino que desde la primer elección en modo PASO creció la participación en las generales. El promedio de los años con primarias fue del 78,15. Si bien el cambio es minúsculo, evidencia que no hubo cansancio electoral.
Es necesario superar la mirada procedimental de la democracia a una más participativa, inclusiva y plural ¿Se puede medir la experiencia sufragista en puntos de PBI? La pregunta por el costo de la política no es cuánto sale el despliegue electoral sino los recursos que financian las campañas. En lugar de proponer eliminar instancias de participación ciudadana como son las elecciones, ¿por qué no transparentar los recursos de los que se hacen los partidos para financiar sus candidaturas? Ese también es un debate que nos merecemos.
Leandro Domínguez y Michelle Volpin
Domínguez es periodista y coordinador de análisis político en Directorio Legislativo. Volpin es licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinadora de proyectos del área de Ciudadanía e Instituciones de Gobierno en Directorio Legislativo.