El grosero chiste, cuenta que una familia era tan pobre que no tenía siquiera “intemperie”, entonces, a cierta hora de la noche, cuando sabían de su paso por el barrio, el nene salía a la vereda y le avisaba a su mamá: ”Mami, mami, ahí viene el recolector de basura”. Y la mamá desde adentro le respondía: “Qué suerte nene, decíle que deje dos bolsas”. Hasta aquí sería un chiste de muy mal gusto e imposible de creer en la vida real, pero basta que recorramos un poco las calles del país en horarios nocturnos, desde el norte al sur, para darnos cuenta que son muchos los que no esperan al recolector de basura, no le dan tiempo y se paran en las puertas de los restaurantes a la hora en que sacan los recipientes con sobras de comida.
Por supuesto que en los estamentos del poder político de todas las ideologías saben que esto ocurre, en Puerto Madero o en cualquier barrio de nivel económico diferente del país. Allí perfectamente organizados y en fila, aguardan frente a la vereda de los “coquetos Restó”, una cantidad enorme de gente con sus recipientes plásticos para juntar lo que prolijamente deposita el personal de cocina, sabiendo que lo retirarán para comer
Y cuesta creer que en ese momento ocurría lo que estamos recordando con un país que crecía, con equilibrio fiscal, que apenas un año atrás en 2011, había 54 de cada 100 argentinos muy contentos con la marcha de la economía, aún los dueños de las cacerolas y los territorios agrícolas (golpeados nuevamente por las medidas estatales) se volcaron con entusiasmo a poner el papelito ilustrado en la caja mentirosa.
No, no creo que hubo fraude en el año 2011, imagino que se distorsionó una realidad y los ciudadanos olvidamos aplicar la lógica.
La memoria es una función del cerebro y, a la vez un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información. Esa misma memoria nos permite reconocer, pero mirar para otro lado cuando recordamos que hubo una organización ilícita dedicada a saquear al Estado y fabricando millones de pobres por medio de la dádiva disfrazada en millones de planes sociales sin pedir nada a cambio. Hemos llegado a la burla institucional permitiendo que los presos formen grupos militantes y eso nos muestra de cuerpo entero para que nos reconozcamos como los grandes culpables de todo lo que hoy nos sucede.
Tenemos aviones de reacción sobre el cielo del norte litoral para combatir la droga y resulta que pasan a 800 Km. por hora, para que alguien como yo, que soy parte de “los que creen” acepte la foto del “estamos combatiendo el delito” y resulta que los que tienen que estar custodiando fronteras por puertos y ríos, léase Gendarmería o Prefectura están cuidando a los barra bravas del fútbol, en la Panamericana, dentro de las Villas o desviando un piquete en Constitución.
Si de algo los argentinos estamos seguros, es que semejante cantidad de pobres no nacieron de un día para otro como un repollo y la ignorancia, fruto de la falta de educación e instrucción son dos elementos planificados por los poderes de turno para generar cada día más cautivos a la hora de poner el voto en la urna, sin siquiera saber a quién están votando porque solo conocen a los punteros que los llevan de la nariz hasta la Escuela y ahí en la puerta del cuarto oscuro le devuelven su DNI. Esto sucedió, sucede y seguramente continuará ocurriendo en cualquier lugar de esta predecible Argentina.
"Reconocer la pobreza no deshonra a un hombre, pero sí no hacer ningún esfuerzo para salir de ella".
Ricardo Bustos
Locutor Nacional – Comunicador
bustosparrados@yahoo.com.ar