Este martes, el Ministerio de Educación de la Nación se negó a hacer públicos los resultados de las pruebas Aprender desagregados por establecimiento educativo, que había solicitado la ONG Ciudadanos Libres por la Calidad Institucional, respecto de las escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ciudadanos Libres ya había logrado en otra oportunidad que los resultados se desagregaran por provincia, cosa que el entonces ministro Esteban Bullrich no había querido hacer en un principio, aunque luego cedió ante la presentación formal.
La decisión notificada hoy, se basó en razones de “secreto estadístico”, el cual se encuentra protegido por normas que, luego de la sanción de la Ley de Acceso a la Información Pública, no debieran ser aplicadas a un caso como este.
En efecto, no se está protegiendo la reputación o datos sensibles de ninguna persona en particular, sino de dependencias educativas que, en el caso de las escuelas estatales, ni siquiera tienen personería jurídica propia. Es decir, legalmente esas escuelas no son personas, y por tanto carecen de derechos que deban ser protegidos.
Por otra parte, no parece razonable negar a los padres el conocimiento respecto del nivel del establecimiento donde se educan sus hijos, mientras el Estado sí cuenta con esa información.
¿Quién, más que los padres y los propios alumnos, tiene derecho a conocer esos resultados?
Asimismo, debe tenerse en cuenta que la publicidad de esos datos puede ser determinante para que exista presión social sobre los funcionarios que deben tomar las decisiones tendientes a elevar el nivel de las escuelas más rezagadas.
Por supuesto que ventilar una información de estas características, no sólo sería un contratiempo para muchos funcionarios, sino que tendría entre sus principales detractores a los gremios de la educación, infatigables luchadores contra la evaluación docente.
El ocultamiento genera una sospecha –quizá injustificada, pero sospecha al fin- de que todo el sistema está mal. De tal modo que la falta de transparencia opera como una mancha respecto de las escuelas que pudieran tener buen desempeño.
Mientras tanto, la Argentina corporativa festeja la falta de transparencia y la reivindica como una conquista social.