Un fantasma recorrerá La Moneda. Saldrá por Morandé 80, nuevamente. Después de revolotear por El Patio de Los Naranjos y revisar el ala incenciada del Palacio de Toesca. La cancillería quedó algo más que chamuscada ese mediodía infernal, un trofeo de guerra de nuestra diplomacia.

Se aproxima el 11 de septiembre, el día en que se desbocaron cuatro caballos y la loca geografía abrió las fosas comunes a lo largo de sus 4.300 kilómetros.

Tuvieron que pasar 30 años y aún así, no dejan de calumniarlo. Tiene su bigote blanco, ese fue su distintivo. Recuerdo que buscaron desesperadamente en su caja de fondo alguna  prueba que le inculpara. Dinero, cualquier trampa, y encontraron 7 mil dólares, que le robaron.

Las miserias del presidente de Chile, una gran bufonada del hombre de las gafas negras. El último rockero de Satanás, alguien lo bautizó.

Cuando vestía su cuerpo normal con finos cortes, de carne y hueso, llegó a la Casa donde tanto se sufre, después de cuatro intentos. Rompió los esquemas de la tercera es la vencida. Es que le robaron una elección y en otra le pusieron un cura de Catapilco. Ingeniosos los derechistas chilenos. Primero acarreaban a los campesinos y los llenaban de vinos. Y después unas estrategias más sofisticadas para romper el equilibrio.

El fantasma finalmente consiguió su objetivo y se les salió por la tangente. Ha estado 30 años guardado. Primero no se sabía donde, hasta que se recuperó el lugar. De ahí saldrá este 11 para presentarse a primera hora en La Moneda.

La Guardia presidencial, dijo, una de esas veces, “no se rinde mierda”. Ahora le rendirán un homenaje.

Durante 17 años se tocó Lili Marlen y Erika. Eran otros tiempos, de Adolfo y Benito, años tardíos que nos tocaron vivir. En una de sus últimas fotos se le vio con un casco y un fusil. Tronaban los aviones, los tanques y los tiros. Ya había dicho sus últimas palabras, que esperamos oír desde La Moneda.

Sus viejos y pendencieros enemigos no asistirán. No han aprendido nada en estos 30 años. Enanos, física y mentalmente. No resisten un merecido y tardío homenaje a quien les permitió con su vida recuperar la democracia. Mezquinos. Ratones. Cuervos.

Tanta indignidad estos años y aún así al más digno le niegan un reconocimiento, que después de todo es para Chile mismo, el país verdadero. Es mejor que no vayan los caínes que le abrieron al puerta al terror. Inviten a los estudiantes para que conozcan la historia.

Me parece importante que cualquier homenaje se ajuste a la verdad. Que pueda sobresaltar las intenciones positivas que tengan las personas y que no creen nuevos mitos, fantasmas o demonios. Eso dijo el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, como si el muerto le hubiese fallado a la historia.

Chile vivió como un fantasma durante muchos años. Aún algunas personas no recuperan sus almas, otros los cuerpos de los desaparecidos. Eso debiera ser una preocupación real de toda la sociedad en su conjunto. Es una tarea moral y está pendiente. Quizás algunos cuerpos vengan por el río Mapocho. Bajen por el desierto desde Pisagua a la Isla Dawson, y se detengan una tarde soleado de zorros, en las galerías del Estadio Nacional, extasiados con los restos de cordillera nevada, y así, decidan partir como las nieves eternas para siempre en nuestros corazones.

Yo, dejaría tranquilo al fantasma. que recorra libremente las grandes alamedas, porque así se cumplirían sus palabras. El país entero respiraría un mejor aire. La primavera entraría seguramente el 21 de septiembre con sus viejos aromas y cantos de esperanza.