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RADIOGRAFÍA DE LA CORRUPCIÓN

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UN VERDADERO ACTO CRIMINAL
UN VERDADERO ACTO CRIMINAL

La corrupción es uno de los males más peligrosos de la Argentina

    La corrupción es uno de los males más peligrosos de la Argentina, pero también uno de los que menos se trata, como si este endémico mal pudiera negarse con el silencio, es decir barriendo la basura bajo la alfombra.
    Existe un temor reverente de los políticos a impulsar comisiones o investigaciones de casos de corrupción, tal vez temiendo algún “arrepentido” o “despechado” revele algún favor del funcionario.
    No existe convención, seminario o reunión en la que no se mencione a la corrupción como gestora de los más aberrantes excesos contra los derechos y la dignidad del ser humano. Incluso la propia CIDH, ha resaltado la importancia de erradicar la corrupción en los estados, como medio de llegar a estados plenos de derecho.
    Aquellos que por un débil razonamiento o una cómplice conveniencia digan que la corrupción siempre existió y va a existir, no encontrando peligrosidad en ella, deberían reflexionar en sus dichos con mayor congruencia, la corrupción y los corruptos conducen a situaciones criminales, e incluso son consecuencias de muertes.
    Algunos recordarán la terrible muerte que padecieron un grupo de pasajeros en la autopista 9 de Julio cuando un micro “trucho” cayó al vacío, y las imágenes de los medios mostraban los hierros retorcidos del improvisado colectivo. En esa oportunidad, muchos funcionarios prometieron investigar los hechos, y hasta el mediático Dr. Pablo Lanusse, como fiscal, estaba presente en el lugar ordenando diligencias.
    Como era de esperar, y como todos pueden apreciar día a día, estos micros siguen circulando, muchos sin habilitación, sin controles técnicos, pero lo más importante, sin estar en condiciones de prestar un servicio de pasajeros, exponiendo a los ciudadanos -pasajeros o no- a un accidente fatal. Yo mismo presenté como ciudadano una denuncia en la Cámara del Crimen, y luego de idas y venidas en donde la causa cambió de fuero -del correccional al de instrucción- no se ha tomado medida alguna.
    Y ahí surge la corrupción. Como una ironía vemos los días domingo el programa “Prevenir” de la Policía Federal Argentina, en el que un espacio está dedicado a la prevención y educación de los conductores. Pero al parecer la Policía Federal Argentina, con sus hombres, sus móviles, sus brigadas, sus helicópteros, su programa de televisión y sus agentes de informaciones, desconoce la existencia de estos servicios irregulares tan peligrosos. Entonces, si es así, ¿qué hacen algunos de sus miembros con esta gente? Idénticas situaciones se dan en otros casos, que al no ser debidamente informados a la Justicia, terminan costando vidas de ciudadanos inocentes.
    La tragedia de “Cromañon” no fue la excepción, con toda la crudeza de sus 194 víctimas se demostró que el lugar funcionaba por una gran complacencia criminal y corrupta, de policías, inspectores municipales y algún que otro miembro del gobierno nacional y de la ciudad (muchos saben más de lo que han reconocido).
    Y por si fuera poco, luego llegó el incendio de un taller de costura ilegal, donde la población aún sensible vuelve a ver cómo la corrupción mata y la impunidad es su socia.
    Con esto, los medios impulsados a descubrir algo nuevo, salen y muestran cámaras ocultas de lugares donde se reclutan trabajadores y trabajadores, pero no mencionan lo más obvio: a metros de donde esto ocurre, en Cobo y Curapaligue, se encuentra la División Armamento y Munición, donde a diario concurren varios policías a retirar armas, entonces, ¿nadie ve lo evidente?
    Demasiados ciegos para pensar en casualidades o en hechos aislados, la corrupción es algo estructural, está "enquistada" en lo más profundo de los servidores públicos, sean estos policías o funcionarios de otros poderes, en esto tampoco vamos a buscar en la policía el chivo expiatorio, porque esto pasa a la vista de todos. Por esto, vale preguntarse si los jueces y fiscales llegan a sus despachos por un tubo en el que no ven la realidad, y si en sus salidas por la ciudad olvidan sus obligaciones.
    Hoy, descubrir algunos talleres y clausurarlos no soluciona nada, no se evita otra tragedia con medidas sin sustento, y lo único coherente -lo que no se hace- es ir a fondo contra las causas que hacen que esto suceda. Es decir, si pasa es porque alguien lo permite.
    Así, los trabajadores pasan a ser sólo un instrumento, una especie de "esclavos" que no tienen derechos. Entonces existe una gran responsabilidad de los gobiernos de la ciudad de Buenos Aires y el Nacional, a pesar de que Aníbal Fernández -al igual que en la causa "Cromañón"- intente deslindar sus responsabilidades. Él tiene tanta culpa como el ministro de trabajo, Carlos Tomada, quien no supo o no quiso combatir el trabajo en negro, quizás porque el desempleo asusta a los políticos y prefieren trabajadores en negro a que estén desocupados; pero estas faltas de control y de atención permiten decir que, si el trabajo en negro es un buen negocio, el trabajo en condiciones de sometimiento de extranjeros -o incluso de necesitados- lo es aún más.
    Por eso los sindicatos no están exentos de culpa, muchas veces conocen situaciones como las denunciadas y no hacen nada por la dignidad de esas personas, que por no estar afiliadas no dejan de ser trabajadores.
    En este juego siempre hay un "corrupto" y un "corruptor", el diccionario define a la Corrupción como un "vicio", algo putrefacto, como instrumento necesario para consumar el cohecho, pero lo cierto es que tiene condiciones criminales. En los gobiernos, la corrupción la realizan diferentes funcionarios, a los que se puede clasificar como el "corrupto hipócrita!, para quien los que denuncian sus actos son enemigos, personas con oscuras intenciones o bien influenciados por grupos interesados en dañarlo, son esos funcionarios que acostumbran acusar a los medios de campañas y demás.
    También tenemos a los corruptos falsos ingenuos, esos que reconocen los hechos, que aceptan la corrupción de determinado acto, que prometen severas penas e investigaciones al respecto, pero que terminan cenando con los acusados y dilatando las investigaciones con la creación de comisiones especiales, alguien dijo alguna vez que si se quiere dilatar una investigación, "lo mejor es crear una comisión". Si como dice el refrán, para muestra basta un botón, tomemos como ejemplo la comisión especial sobre anticorrupción que nunca se constituyó a pesar de estar reglamentada en el Congreso Nacional, hecho curioso este si se tiene en cuenta que los legisladores suelen incorporarse a cuanta comisión nueva se cree.
    Concluyendo, la corrupción y la impunidad matan. Y seguirán matando si seguimos mirando el problema con hipocresía. Todos tenemos algo de culpa, pero algunos en particular -como policías, miembros de la Justicia, legisladores, funcionarios públicos, ministros, sindicalistas y hasta miembros religiosos, sin dejar de mencionar a varias ONG que dicen combatir la corrupción-, poco o nada han hecho al respecto y permiten que esto siga igual.
    El Himno Nacional reza, “Oh juremos con gloria morir…”, y muchos por la corrupción morimos sin esa dignidad y honor.

 

Marcelo Ricardo Hawrylciw
FELAP N° 496

 

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