La década del 60 fue revolucionaria, como un hálito de frescura que se irradió en todos los aspectos sociales, culturales y políticos. Pero tuvo la duración de la luz de un fósforo, pues en la década siguiente las dictaduras se enseñorearon de América Latina, el viaje alucinante de la psicodélica aportó contingentes de alienados para las clínicas psiquiátricas. En la década de los 80, la reacción conservadora reagan-tatcherista, más el generoso aporte de Karol Wojtyla-Juan Pablo 1°, sentó las bases de lo que en los 90 se conocería como Nuevo Orden Mundial. 
    La denominada por las usinas de información pingüinera década maldita, significó para América Latina y para Argentina en particular una regresión en materia social en la cual los derechos adquiridos durante los 40 y 50 se vieron tremendamente conculcados. Lo paradójico de esto, en el citado país rioplatense, fue que el partido justicialista que en el decenio mencionado motorizó dichos cambios fue el encargado de conculcarlos.
    También la política de masas, fue reemplazada por la lógica de los punteros que llenarían actos a cambio de micros, vino y choripán. Esto se evidencia casi cotidianamente, cuando en las calles del centro porteño pululan estos exponentes de gorro, bandera y vincha contagiando de fervor mundialista el frío casi invernal. Calor humano que, como hace 24 años atrás, llena las diferentes plazas de las metrópolis argentinas: “Aunque la multitud era notablemente menor que la manifestación que había llenado la plaza inmediatamente y nuevamente pocos días después cuando se frustró el intento de mediación de Haig, sin embargo los rasgos colectivos igual estuvieron presentes. Ubicados como monos sobre los árboles, las 'barras bravas' quemaban banderas norteamericanas, sobre el piso firme los argentinos de edad más avanzada elevaban carteles con las palabras 'piratas británicos', mientras cantaban 'El que no salta es un inglés'. Todos saltaban”, según el análisis acertado de James Burns Marañón en La tierra que perdió sus héroes.
    Sin el costado belicista de aquel mayo de 1982, en el mediodía del viernes 16 de junio luego de la victoria del Seleccionado nacional frente a los 11 cadáveres serbios-montenegrinos, una multitud de exitistas desaforados se volcó a las calles a festejar. En la porteña Plaza de la República, como en La Plata, Chaco, Mendoza y Córdoba, dieron rienda suelta a una primitiva expresión nacionalista como si habían ganado la batalla contra la inflación y el desempleo.
    En los gélidos tiempos del presidente Néstor Kirchner, la política ha dejado de ser el arte de lo posible para travestirse en un patético espectáculo de individuos arreados sin alma. 
    La gélida temperatura que se abatió sobre Capital Federal en la noche del viernes, sirve para ejemplificar la sensación térmica percibida en el ámbito político durante esa semana. Con la vista puesta en Alemania 2006, la farándula gubernamental continuó abroquelándose ante la temida posibilidad (aunque sobredimensionada, por cierto) de una contienda electoral contra el ex ministro Roberto Lavagna. Este, siempre en un cauto perfil bajo, escuchó propuestas aunque sin deshojar la margarita hasta de Mauricio Macri y de Elisa Carrió que intentarán tentarlo hasta lo indecible.
    Haciendo pie en el distrito porteño, la figura de Jorge Telerman ya gravita en una galaxia propia perfilándose hacia la conformación de un espacio distinto que desembocará en un acto para el próximo sábado 24. El afrancesado sucesor del depuesto Aníbal Ibarra va pisando fuerte en una gestión que busca diferenciarse de su malogrado antecesor, navegando en los oscuros tiempos post-Cromañon. 


El gran bonete

    Juega el presidente Kirchner con los medios y periodistas un "juego perverso": arma interesantes operaciones para hacer publicar supuestas primicias que luego resultan ser disparates de lo más increibles. 
    Por caso, en el día de la fecha diario La Nación asegura que Cristina Kirchner "evalúa ser candidata a Presidente". Es obvio que esa información nació de las usinas de la Casa Rosada con el evidente interés de que sea publicada.
    La realidad es que Cristina está mucho más interesada en ser Gobernadora de la provincia de Buenos Aires que presidente de la Nación. Ahí deviene uno de los motivos por el cual el kirchnerismo no avala la nueva reelección de Felipe Solá a ese cargo.
    Aseguran algunas fuentes de Casa de Gobierno que Kirchner ríe con extraña perversidad cada vez que descubre que ha logrado instalar alguna versión disparatada de este tipo en los grandes medios.
    Algunos periodistas lo hacen a sabiendas de que operan para el Gobierno, sólo por ser obsecuentes kirchneristas. Otros lo hacen por pedido de los dueños de los medios en los que trabajan. Tal el caso de Eduardo Van Der Kooy en Clarín.
    Otro que cae en el perverso juego presidencial es el camaleónico Joaquín Morales Solá, quien suele disfrazar sus visitas a Casa de Gobierno en análisis dominicales que reflejan lo que el presidente quiere que se diga. Si uno hace el sencillo ejercicio de chequear algunos de los vaticinios dominicales de Morales Solá verá que en general no se cumple ninguno.
    En el día de la fecha, el semicalvo periodista comienza su columna asegurando: "Soy un hombre constitucional. Se votará en octubre. Néstor Kirchner ha decidido despejar las dudas. Las versiones sobre un adelantamiento de las elecciones para marzo quedaron sin sustento".
    Teniendo en cuenta que la versión de adelantamiento de las elecciones nació en el propio seno del oficialismo, es poco probable que las palabras de Morales Solá se cumplan. Esto, pues, provocará un nuevo desacierto de su parte.
    Es grave que el presidente no haga conferencias de prensa o que no otorgue entrevistas al periodismo, pero más grave aún es que los periodistas que tienen acceso a Kirchner acepten las condiciones del mandatario para conseguir alguna declaración oficial. En lugar de hombres de prensa se transforman en mendigos que suplican vergonzosamente por unas migajas oficialistas. Todo para terminar escribiendo análisis político irreales.
    El lector termina siendo el gran perjudicado en esta historia, ya que no logra estar informado de manera correcta y se confunde al leer versiones contradictorias de la misma noticia en diferentes medios.
    En este contexto, aunque la mayoría de los periodistas están operando para el Gobierno, hay otros que empiezan a "cerrar filas" en favor de la candidatura de Roberto Lavagna, el gran enemigo K.
    "Se da una cosa curiosa con la pelea Kirchner-Lavagna: cuando el primero critica al segundo, baja en las encuestas. Pero cuando el ex ministro critica al Gobierno, sus criticas son bien vistas y aumenta su popularidad", aseguró a quienes escriben estas líneas un operador del kirchnerismo esta semana.
    Falta mucho todavía para el 2007, pero ya mismo está empezando la carrera reeleccionista. El presupuesto (léase la "caja") crece de acuerdo a las necesidades del Gobierno y el virtual ministro de Economía, Julio De Vido, acopia fondos para lo que se viene.
    Los sindicalistas hacen lo suyo (ver afiche al pie de la nota) y la oposición aún no encuentra la manera de ponerse de acuerdo para frenar al monstruo kirchnerista. Eso permite que el oficialismo crezca sin parar, ya que no hay alternativas claras.
    Muchos empiezan a pensa como mi abuela: "Mejor malo conocido que bueno por conocer" en relación a Kirchner.
    En este caso, el "malo conocido" puede llevarnos a cometer el peor error de nuestra historia. Ya lo vivimos con el menemismo feroz. No caigamos nuevamente en un oasis sin retorno.

Christian Sanz y Fernando Paolella