En la madrugada del viernes 18 de abril, paradójicamente Viernes Santo para la comunidad cristiana, la fábrica recuperada Brukman fue desalojada por la Policía Federal a causa de una orden judicial por parte del magistrado Jorge Rimoldi, quien le dio la razón a los hermanos Brukman, los dueños responsables de su quiebre.
Más de 300 efectivos, tanto de la Guardia de Infantería como personal de calle (que no lucía sus placas identificatorias) irrumpieron en la fábrica recuperada y echaron a la calle a cuatro trabajadores que estaban de guardia. También apalearon a vecinos y asambleístas barriales que acudieron a solidarizarse con los echados, con furia semejante a lo que esgrimieron el domingo pasado cuando atacaron a un sector de la popular de River Plate.
Esta movida represiva coincido con lo sucedido en Sasetru el martes 25 de marzo, cuando nada menos que 785 efectivos de la Montada y la Infantería Bonaerense desalojaron a los integrantes del Polo Obrero que pretendían revitalizar a esa fábrica alimenticia cerrada hace más de 20 años.
Crápulas
No hay que ser un analista consumado, para percatarse que la sociedad argentina sufre una crisis sin precedentes en su historia. Desde el final del Proceso de Reorganización Nacional, en diciembre de 1983, hasta el advenimiento de Eduardo Duhalde, el tejido social pasó de resentirse hasta resquebrajarse. La timba financiera de José Alfredo Martínez de Hoz, el plan Austral de Alfonsín-Sourruille y el ajustazo y la involución improductiva de Carlos Menem y su superministro Domingo Cavallo (quien siguió con su política depredadora durante De la Rúa), fueron unas perlitas del crapulismo al servicio de una economía para pocos.
No basta ser muy avispado para darse cuenta cuánto han cambiado las calles argentinas. Por la noche, una auténtica falange de dolientes sobrevive hurgando en la basura de otros.
Hasta un candidato a mandamás de la ciudad los amenazó con “meterlos a la sombra”, bajo pena de “atentar contra la propiedad privada”.
En las mismas, también se observan a simple vista los miles que comen de los tachos de desperdicios, que hacen cola en los Mc Donalds o en los restaurantes chinos de tenedor libre para llevarse al estómago aunque sea unas sobras, o los chicos y chicas que limpian vidrios de autos en las esquinas. O simplemente, venden sus cuerpitos por unas monedas porque hace días que no prueban bocado.
El sexteto que se candidatea a presidente, promete por los cuatro costados el retorno del pleno empleo a este castigado pueblo. Incluso, el riojano más famoso no tiene empacho en asegurarlo. Justamente Menem, el mismo que en su decenio como primer magistrado la desocupación se volvió epidémica.
No tiene cara, como tampoco la poseen los jueces, auténticos resabios de la dictadura militar, que ordenan los arbitrarios desalojos de las fuentes de trabajo que regentan sus trabajadores. Fábricas como Grissinópoli, Zanón y Lavalán pueden ser reducidas a estructuras vacías, si prosperan nefastos antecedentes como el de Brukman.
Viernes Santo para los cristianos. Día en que muchos dolientes llenarán las iglesias católicas y los templos evangélicos, para conmemorar el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
Un sacrificio que se repite, día a día, hora por hora, en los Cristos vivientes que son cada hijo de esta tierra que se siente abandonado de la mano de Dios.
Fernando Paolella