En la mano derecha de Julio Grondona brilla un anillo famoso
con la inscripción Todo pasa. El presidente de la Asociación del Fútbol
Argentino (AFA) también ostenta la vicepresidencia de la FIFA y, desde 1979,
controla todos los hilos del fútbol de su país. La doctrina del fluido
perpetuo es aplicable a él en un único sentido: cada año que pasa, Grondona
es más poderoso. Los contratos televisivos, los clubes, los medios de
comunicación y los agentes de jugadores que trabajan en Argentina dependen del
intrincado sistema que preside. Él se ufana de tener la conciencia
limpia y de no necesitar escolta. Su último gran acuerdo puede tener
consecuencias imprevisibles. La dimisión del seleccionador, José Pékerman,
es la consecuencia directa de un negocio extraño. Tan extraño que
podría obligar al futuro técnico -Diego Maradona se ha ofrecido- a compartir
hotel, vestuario y banquillo con un empresario ruso del petróleo.
Antes del Mundial, Grondona firmó un contrato por el
cual cedió los derechos de la selección argentina al conglomerado ruso Renova,
que abarca petroleras, compañías dedicadas a la industria pesada, empresas químicas
y mineras. Por medio del intermediario argentino Guillermo Toffoni, un
empresario que actúa con autorización de la FIFA, Renova se reserva el derecho
de organizar 24 partidos entre 2007 y 2010 a cambio de pagar 600.000 dólares
por cada encuentro. El total asciende a unos diez millones de euros. No parece
mucho, a tenor de las exigencias contractuales rusas.
Según fuentes de la expedición argentina en Alemania, Pékerman
lleva semanas alarmado ante las exigencias del magnate ruso que preside el
consejo de Renova. El técnico está convencido de que, a partir de 2007, el
contrato firmado por la AFA permite a Victor Vekselberg gozar de todos los
beneficios que pidió. Por ejemplo, dormir junto a la habitación del
seleccionador en las concentraciones, presenciar en vivo y en directo las
charlas tácticas, entrar y salir del vestuario con carta blanca y hasta
sentarse en el banquillo. Lo único que queda por determinar es si Vekselberg
decidirá si juega Cruz o Messi.
Tras quedar eliminado ante Alemania, Pékerman se presentó
en la sala de prensa del estadio de Berlín con un discurso que traía pensado
desde hacía meses. Como a Marcelo Bielsa, el funcionamiento de la AFA le había
empujado a tomar una decisión irrevocable. Se juramentó antes del Mundial.
Ganara o perdiera la Copa del Mundo. Pasara lo que pasara. Como dijo tras el
partido: "Mi ciclo se ha terminado".
Pékerman presentó su dimisión dejando tras de sí 15 años
al servicio de la AFA, decenas de jugadores promocionados, cuatro Mundiales
juveniles y una medalla de oro olímpica. Junto a Bielsa, que fue seleccionador
entre 1998 y 2004, su trabajo se caracterizó por el rigor y la vocación
organizativa. En muchas ocasiones, los principios deportivos de Pékerman,
como los de Bielsa, chocaron con los intereses económicos de Grondona. El petróleo
ruso ha puesto por fin término a la relación.
Diego Torres
Diario El Pais - Madrid