Dentro de los factores determinantes del alto grado de inseguridad que hoy impera en nuestra sociedad, está el provocado por la delincuencia precoz que delinque con la "garantía de impunidad" que le otorga el elevado tope de inimputabilidad establecido en los 16 años. Esta impunidad legal, que no admite prueba en contrario, es uno de los últimos "regalos" de la dictadura pasada que en mayo de l983 elevó la edad para la imputabilidad penal, de 14 a 16 años.
    Paradójicamente esta reforma es defendida por los autodenominados “garantistas” quienes así sostienen, desde la doctrina, esta inequidad con hipócrita postura. Se invocan, para ello, los derechos humanos que son, precisamente, avasallados por estos menores delincuentes quienes delinquen con el extravagante “seguro de impunidad” concedida una  ley de la dictadura que los garantistas defienden y hoy pretenden “mejorar” elevando la impunidad hasta los 18 años.
     Ante ello conviene tener presente lo afirmado por Oscar Wilde cuando, refiriéndose a un “garantista” de su época, le dijo: “Seguís creyéndote el héroe principal de una comedia, y no el lúgubre protagonista de un drama” (1)  
    Así, este aumento de  la imputabilidad penal a los 16 años, en lugar de los 14 años que establecía el texto original del Código Penal, está posibilitando la concreción de un verdadero drama como es que el 52,4% de los delitos que cometen los menores de 18 años son objeto de impunidad total al ser protagonizados por delincuentes que tienen, al momento del ilícito, más de 14 años, pero menos de 16 años.
    Como se ve, por disposición de esta  ley de la dictadura el Estado está imposibilitado de endilgarles a estos menores de 16 años -pero mayores de 14 años- la comisión de delito alguno mediante el procesamiento y sanción judicial correspondiente.
    En efecto, estadísticas emanadas de organizaciones administrativas y judiciales, nos muestran que el 86,4% de los delitos cometidos por menores de 18 años es perpetrado por los que, a su vez, son mayores de 14 años pero de ellos sólo el 47,6% es imputable y pasible de ser sometido a proceso porque son los que cometen los menores entre 16 y 18 años. El resto, la mayoría apuntada del 52,4%, por ser autoría de menores cuya edad fluctúa entre 14 y 16 años permanecen en la impunidad absoluta.
    Así, la exigencia creciente de la población, de volver a la imputabilidad penal a partir de los 14 años, no sólo es deseable sino exigible como acto de legítima defensa frente al delito impune. Abstenerse significa, como decía Juan Bautista Alberdi, “..dejar sus destinos en manos de los pícaros”.
    A propósito de la acertada frase de nuestro máximo constitucionalista, quienes pretendan elevar la inimputabilidad (léase impunidad) hasta los 18 años deberán asumir el particular rol social que Alberdi les asignó y la responsabilidad, sin lugar a dudas, de contribuir a extremar y agravar el drama ciudadano que padecemos de convivir con el delito y la muerte cotidiana.  

Dr. Gustavo Demarchi
Abogado

(1) Wilde ,Oscar “La Tragedia de mi Vida”, Edit. Leviatan,1998-pag.59.