Una nación devastada, como Argentina, requiere sin duda, un mandatario que ponga orden, que ejerza un liderazgo firme, coherente, amplio y creativo, de paso que tome medidas radicales en materia de justicia, derechos humanos y sobre la corrupción.
Paralelamente, el gobernante debe crear una sustentación política que le permita gobernar con estabilidad. Pareciera ser que estas han sido algunas de las medidas del presidente K en sus primeros 100 días al frente de la Casa Rosada. Pasos fundamentales, creemos, en la dirección correcta. No son suficientes, y el camino sigue empedrado de buena voluntad, pero es áspero porque el hueco es profundo en materia económica, empleo, educación, y todo el andamiaje social, que se desplomó.
Levantar el edificio de la nación Argentina no es ni será fácil. Al presidente K hay que permitirle accionar durante un año y ahí sabremos realmente hacia donde va su gobierno, si estructuró un plan, si piensa en el mediano y largo plazo, si en verdad Argentina está cambiando, o tiene más de lo mismo. Pero en este período se requiere de un voto de confianza y más aún, de apoyo, un compromiso del Estado y la empresa privada por reordenar el país sin demagogia. Creatividad, reglas del juego claras, participación en un amplio consenso nacional,. Son tares inmediatas, más allá de la crítica de pequeñas facturas que le suelen pasar a los mandatarios entrantes.
La situación con el FMI requiere de una Argentina con un gobierno fuerte, con carácter, toma de decisiones claras, con visión de futuro, y experimentad ante una situación conocida de todos.
Es fácil desestabilizar un gobierno, oponérsele, y no hacer propuestas para que gobierne con eficacia. Ese es el camino más fácil y riesgoso de una nación aniquilada.
El presidente K encontró un país en escombros y un FMI poco anuente a la flexibilidad, a buscar soluciones claras, definitivas, serias y sobre todo, posibles para que la economía argentina se reactive de manera sostenida.
Es una partida con distintos naipes, actores, todos al mismo tiempo, en un escenario en pleno movimiento. Panorama nada fácil que tenderá a complicarse a medida del paso de las semanas, cuando la acción del presidente adquiera consistencia, se sienta su liderazgo y poder real. Ordenar la Argentina es un puzzle, un tablero de ajedrez en pleno movimiento, donde los peones se quieren comer a los alfiles y viceversa, caballos contra todos, mientras las torres permanecen desplomadas, arrinconadas. Sólo el rey pareciera avanzar en solitario, pero firme. Y tiene a su reina en el apoyo, para abrirse paso además. No se trata de Alicia en el País de las Maravillas. Pero la mujer llamó Manos a la Obra. Dos puntos básicos: bajar el desempleo y más educación. Es un paso. El Fondo debe dar el más significativo para ordenar y estabilizar la economía, y poder dar no sólo un paso, sino avanzar varios kilómetros. La rueda de la economía es vital, y el presiente K lo sabe, es materia prioritaria.. En el fondo la negociación con el Fondo, es vital, no para salir del paso y ganar cara, sino para tener una herramienta eral en materia económica. De ahí que la negociación debe ser técnicamente apropiada, socialmente deseada, y con visión de nación. ¿A quien le interesa que un país de la envergadura de Argentina continúe postrado? No es suficiente con lo que pasa en Centroamérica y en varios países suramericanos, sin contar los ya borrados del escenario internacional?
No se trata sólo de un problema de imagen de Argentina, sino de poner las cosas en claro sobre el tapete de la mesa. El FMI tiene que cambiar de actitud. Nos parece. Es el momento de hacer y no ahondar las ya crueles condiciones impuestas en el pasado. Si hasta la Casa Blanca lo está pidiendo: flexibilidad.
Rolando Gabrielli
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