Frente al nuevo escenario político, y al no haber una segunda vuelta electoral, el contexto económico interno Argentino no deja de ser preocupante.
Una inflación promedio creciendo - incluso 2019 terminaremos con una inflación acumulada entre 55% y 60% - y una esperada para el 2020 de los mismos porcentajes.
Es poco probable caer en una hiperinflación, pero tenemos luces amarillas. El dato más importante es que la aceleración de la inflación se da cuando la masa monetaria crece por encima de la inflación calculada. Esta masa monetaria ampliada - masa monetaria más Leliq y pases - creció por encima de la inflación.
Esto en el público general repercute en una postergación de compra que hacen caer las expectativas y postergación de consumo.
En cuanto a la política fiscal y el déficit primario entre el 2004-15 el resultado primario empeoro -6.9% del PBI. Desde el 2015-18 el resultado primario mejoro +1.4% del PBI y para el 2019 se espera +1% del PBI. Quiere decir que hemos mejorado la eficiencia del gasto del estado, pero todavía no alcanza.
Para que el estado sea eficiente en un grado de confianza económica, en el 2020 deberíamos tener un ajuste del +4% del PBI; y ahí es una de las primeras incógnitas sobre la reacción del nuevo gobierno electo.
En lo referente al gasto público consolidado (Nación más Provincias) hasta el 2015 creció un +19.6% hasta alcanzar el 46.2% del PBI. A partir del 2016 el gasto público consolidado mostró en 2018 una caída del -7.6% hasta alcanzar aproximadamente un 39% del PBI. Ahora bien una parte de esa reducción fue la traslación de subsidios del estado reflejado en el público en general. La otra parte de la caída estuvo en salarios y gastos menores del estado.
Otro aspecto importante es la presión fiscal. Durante 2004-15 la presión fiscal de los principales impuestos nacionales consolidados, subió hasta un 31.5% del PBI. En el período 2015-18 la recaudación cayó alcanzando un 28,9% del PBI.
Tenemos un costo laboral alto para los niveles de competitividad que necesita Argentina para insertarse en el mundo.
Por último nos queda hablar de la política monetaria y del tipo de cambio. Estamos culturizados en una economía bimonetaria.
De ahí la importancia que tiene el BCRA en nuestro país.
Hoy tenemos un desdoblamiento cambiario, tipo de cambio mayorista y tipo de cambio minorista. Más un pseudo cepo que fue necesario aplicar luego de las PASO y que se incrementó a partir de ayer con el objetivo de cuidar las reservas ya que estas siguen cayendo pese al cepo, pero esto hará aumentar el tipo de cambio y generar un mercado de dólar paralelo o blue mayor que el actual.
Esto pasará porque no hay reservas suficientes para apreciar el tipo de cambio mayorista, y tampoco podrá atrasarse, ya que hay incrementos en los costos internos, que hacen que esto vuelve a retrasar el tipo de cambio encareciendo nuestros productos en el exterior.
Por eso es muy posible que la nueva administración intente mantener el tipo de cambio real estable, trayendo como consecuencia que no se pueda reducir la inflación esperada hasta el año 2020.
Hablando del tesoro nacional, no vamos a contar con mucho acceso a crédito internos ni externos. Tampoco el estado tiene pesos en cuentas bancarias lo que quedó demostrado en el default de las lecaps.
Es decir que el tesoro nacional tiene; utilidades por $ 372 mil millones ya transferidas al estado nacional. Adelantos transitorios mayores a los que podía tomar. Letes reperfiladas y bonos en dólares. Lecaps reperfiladas y bonos TJ 20. Y finalmente, un déficit primario en el 2019 entre agosto y noviembre. Una situación no fácil para el nuevo mandato de Alberto Fernández.
Que podemos esperar en el corto plazo, una mayor presión tributaria, una mayor emisión monetaria que podría aumentar los niveles de inflación estimada, y una demanda de pesos débiles por las tasas altas de interés.
No queda otra cosa que entrar en una refinanciación de la deuda pública y refinanciar la deuda externa para poder entrar de nuevo en los mercados internacionales de crédito en el 2021, porque no hay otra posibilidad de poder bajar la inflación sin crédito externo.
Gobernabilidad hasta el 10 de diciembre del 2019, y una visión de consenso económico puede calmar a los mercados, pero no soluciona al problema de raíz, cosa que deberá hacer el nuevo equipo económico. Tendremos dos años complejos.
La única duda que tenemos dentro de la tecnocracia económica, es cuanto peso tendrán los compromisos que exige la política en esta nueva etapa.
Técnicamente estamos frente a una situación manejable. Pero políticamente es un escenario complejo.