El previsible resultado de las elecciones del 27 de octubre dio lugar a una reacción menos esperada tanto del presidente saliente como del entrante, que un hecho inédito para la Democracia argentina tuvieron una primera reunión a la mañana del día siguiente y pusieron en marcha el proceso de la nueva palabra de moda: “Transición”.

Y si de transición económica se trata, a menos de seis semanas para el traspaso de mando, falta aún mucho camino por recorrer para que el encargado de suceder a Hernán Lacunza se familiarice con las rutinas y secretos de las oficinas y pasillos del edificio de Hipólito Yrigoyen 250.

De todos modos, sea quien fuere el futuro ocupante de la oficina 510 del Palacio de Hacienda, es más que recomendable que antes de encariñarse con las mieles del poder vaya teniendo en cuenta una constante de la política argentina que indica, sin excepciones, que ningún ministro de Economía llegó a completar el mandato del presidente que lo designó.

Los ministros son, por definición, fusibles del Poder Ejecutivo y su permanencia en el cargo está sujeta a una sinnúmero de razones, entre las que obviamente la situación económica del país figura en el primer lugar de la lista. Pero en la nómina deben agregarse otros motivos, como derrotas electorales, fricciones personales con el presidente u otros miembros del gabinete, la necesidad de recomponer alianzas politicas y, como se verá, hasta la propia vida del jefe de la cartera.

Para que el futuro ministro vaya sabiendo en qué consiste el tembladeral al que se sube, quizás este dato sea suficiente: hace 67 años que un ministro de Hacienda o Economía no acompaña a un presidente en todo su mandato. Fue el 4 de junio de 1952 cuando Ramón Antonio Cereijo terminó con su gestión en coincidencia con la finalización de la primera Presidencia de Juan Domingo Perón, que para su segundo mandato eligió a Pedro Bonanni para ocupar la titularidad del Ministerio.

Tal vez Bonanni habría completado los seis años de la segunda Presidencia de Perón, pero el golpe del 16 de septiembre de 1955 truncó la continuidad de ambos. Desde entonces, una sucesión de gobiernos democráticos inconclusos e intervenciones dictatoriales impidió que se repitiera la performance de Cereijo.

José Ber Gelbard fue ministro de cuatro presidentes en un lapso de poco más de un año, pero en ninguno de los cuatro casos se puede hablar de mandatos completos: Héctor Cámpora fue obligado a renunciar a los 49 días, Raúl Lastiri se encaergó de cubrir el hueco provisional hasta la asunción de Juan Domingo Perón, que falleció ocho meses y medio después, para dar paso a la primera Presidencia en manos de una mujer, María Estela Martínez, a la que un golpe militar le impidió llegar al final de su mandato.

En el caso de José Alfredo Martínez de Hoz, que completó los cinco años de la intervención del dictador Jorge Videla, no corresponde incluirlo como excepción a la regla, en tanto no existían por entonces los mínimos y elementales instrumentos democráticos, lo que también le cupo a sus sucesores Lorenzo Sigaut, Roberto Alemann, José Dagnino Pastore y Jorge Webhe.

Es a partir del 10 de diciembre de 1983, con la restauración democrática iniciada con la Presidencia de Raúl Alfonsín, que se puede volver a evaluar la continuidad de los ministros de Economía que pasaron en los últimos 36 años. Y el balance es concluyente: en promedio, los “primeros ministros” del área económica duraron en su cargo un año y diez días.

Bernardo Grinspun permaneció en su 1 año, 2 meses y 8 días. Inició su gestión con el propósito de conformar un “club de deudores” con otros países de América Latina, pero la iniciativa no prosperó. Su tensa relación con la conducción del Fondo Monetario Internacional, los malos resultados en la lucha contra una inflación de tres dígitos anuales y el empeoramiento de la situación fiscal fueron determinantes para que Alfonsín resolviera reemplazarlo por Juan Vital Sourrouille, quien a los cuatro meses de haber asumido puso en marcha el Plan Austral, el primer intento antiinflacionario de la Democracia.

En la primera Presidencia de Carlos Menem, el paso de Miguel Roig por el Ministerio fue muchísimo más breve. Un infarto truncó su trayectoria pública apenas cinco días después de haber asumido y debió ser reemplazado por otro integrante de Grupo Bunge y Born, Néstor Rapanelli, quien tampoco estuvo demasiado tiempo, cinco meses hasta ser suplantando por Antonio Erman González.

En su segundo mandato, Menem le dio continuidad al último ministro de su primera Presidencia. El 10 de diciembre de 1995 Domingo Cavallo volvió a jurar como ministro de Economía y Obras y Servicios Públicos, aunque la relación entre ambos ya no era la misma. En ese contexto, las fricciones del ministro con el ala política del menemismo se tornaron insoportables y le costaron el cargo a los 7 meses y 16 días.

José Luis Machinea fue el primer ministro de Economía de Fernando de la Rúa. El mal contexto político, agravado por la renuncia del vicepresidente Carlos Álvarez, las incultadas pretensiones de Cavallo de volver a la función pública y la continuidad de la recesión marcaron el fin de su gestión después de 1 año, 2 meses y 23 días.

Si bien el de Eduardo Duhalde no fue un gobierno surgido de elecciones, su designación por la Asamblea Legislativa le otorgó carácter institucional. Jorge Remes Lenicov, quien ya lo había acompañado en la provincia de Buenos Aires, lo secundó en Economía durante 3 meses y 23 días. Presentó la renuncia luego de quedar en evidencia que el presidente requería del consejo de otros economistas sin el visto bueno de su ministro.

Néstor Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003 con la continuidad de Roberto Lavagna en el Ministerio. De la lista de los ministros iniciales, es hasta el momento el que permaneció más tiempo: 2 años, 6 meses y 2 días. Su gestión terminó luego de que Kirchner consolidara su poder con los comicios legislativos de 2005, en medio de enfrentamientos públicos, entre los que el discurso de Lavagna en la Convención de la Cámara Argentina de la Construcción fue el más llamativo.

Cristina Fernández de Kirchner convocó al treintañero Martín Lousteau para que la secundara como ministro de Economía. El conflicto con las entidades agropecuarias nucleadas en la Mesa de Enlace y las tensiones con el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, le pusieron fin a su gestión a los 4 meses y 14 días de haber asumido.

En su segunda Presidencia, se vio obligada a designar a un nuevo ministro, ya que Amado Boudou pasó a ser vicepresidente. El favorecido fue el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino. . Su deseo de querer irse, expresado en un accidentado reportaje a un medio extranjero, se concretó luego de 1 año, 11 meses y 10 días, en medio de un recambio de funcionarios luego de la derrota electoral de octubre de 2013.

El último de esta lista es Alfonso Prat-Gay. El presidente Mauricio Macri le puso fin a su gestión al frente de un Ministerio que 57 años después volvió a denominarse “de Hacienda”, en medio de realinamientos internos de la coalición oficialista.

La designación del futuro ministro de Hacienda, Economía o la denominación que Alberto Fernández prefiera usar tiene estos antecedentes. Quien resulte elegido para ser el sucesor de Hernán Lacunza deberá tenerlos en cuenta. Y nunca tendrá que olvidarse que todos sus predecesores comprobaron en primera persona cómo el poder se escurre como arena entre los dedos. Marcelo Batiz