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LEYES, SALUD Y ALIMENTACION

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LA LECHE MATERNA NO SE NEGOCIA
LA LECHE MATERNA NO SE NEGOCIA

SALUD Y ALIMENTACION

     Ahora resulta que el doctor Marcos Mercado sumó a sus títulos profesionales el de conferencista. Por lo menos así lo presenta a su clientela la empresa láctea que lo tiene contratado en exclusiva. A su diploma de pediatra, el galeno sumó los de locutor, escritor y charla…, perdón, charlista alimentario. En un spot televisivo aparece rodeado de anhelantes madres que en apariencia buscan ayuda extra para la crianza de sus criaturas. En este punto creo necesario aclarar que mi mujer parió y crió ocho hijos, a los que amamantó aún cuando les daba sustanciosas papillas naturales, complementado todo con mamaderas de leche pura, sin aditamentos artificiales de ninguna clase, conocida como “La Martona”. A Dios gracias, todos crecieron fuertes y sanos, y nos han regalado en total diez nietos.
   
Abusando de la tolerancia de los lectores, es importante – por el comentario sobre un proyecto boliviano de ley que incorporaré al final de este trabajo – reiterar lo expresado por el señor Alberto Marcipar a raíz de un brulote que “El Mango del Hacha” le dedicó al doctor Mercado, y que transcribí en mi artículo anterior.
    Y para culminar estas disquisiciones, in fine me referiré a seis leyes que a pesar de haber sido sancionadas por el Congreso, la estupidez de algunos funcionarios ha entorpecido su promulgación por lo cual no resultan técnicamente inaplicables. Los mal pensados sostienen que hay muchos intereses en juego que ameritan esta aberración. Maquiavelo, que de esto sabía un montón, afirmaba que “en un gobierno bien instituido, las leyes se ordenan de acuerdo al bien público y no según la ambición de unos pocos”.                       

 

*     *     *

Danonino

Por Alberto Marcipar

                     Este artículo sobre el Dr. Marcos Mercado me recuerda una conversación con médicos pediatras de Rosario que me relataron su sorpresa ante el incremento repentino de casos de desnutrición grave en una zona de Rosario. Se envió una Asistente Social a tratar de averiguar el origen de esta situación y esta se encontró con que la propaganda de “Danonino” había provocado que muchas madres pensaran que el alimento era suficiente para evitar la desnutrición y comenzaron a comprarlo, con mucho sacrificio, en reemplazo de la alimentación natural variada que comían previamente. Este no es un caso de extrema marginalidad pero útil para denunciar la publicidad de los negocios opuesta a la verdadera democratización de los conocimientos sobre salud. También queda claro que los organismos reguladores de la publicidad de alimentos y medicamentos no están capacitados o no tienen interés en la situación actual de asumir sus responsabilidades de cuidar la salud de la población.

 

                                                               *     *     *

 

     Pero ¿a que viene esta reiteración, se preguntarán los que ya la leyeron? Les explico.
    Hace pocos días apareció un artículo en la prensa gráfica de una república hermana y que ha tenido poco o ninguna difusión en nuestro medio. Daba cuenta de uno de los más importantes proyectos de ley que ya tiene media sanción de Diputados. ¿Será para que los buenos ejemplos no cundan?
   
Un hecho de notables características sociales está en camino de producirse en uno de los países más castigados de América, potencialmente rico en sus entrañas, pero de una extrema pobreza que sus gobernantes tratan de revertir desde muy abajo mediante una revolución social de grandes alcances. Me refiero a Bolivia, y a un presidente fuera de lo común, Evo Morales, que ha considerado que la leche materna no tiene sustitutos. Y lo establecerá por ley; una ley que, paralelamente, prohibirá a los medios masivos boliviano a utilizar a niños y médicos en divulgaciones publicitarias.
    Es por demás claro que los objetivos de don Evo, y el de la gente que lo acompaña en su gestión, es impulsar sin ambages una política de crecimiento poblacional con adecuada alimentación. Quienes legislaron con toda sensatez en la materia no les importó un rábano que hubiera empresarios que se pudieran sentir afectados por ver frenadas sus chantadas publicitarias, que solo alimentaban sus cuentas bancarias. Empresarios ambiciosos que desde hace años venían entorpeciendo la labor parlamentaria para evitar que una ley tan justa y necesaria fuera promulgada. A continuación me permito transcribir un artículo datado el 10 de agosto y publicado por la prensa boliviana. Dice así:

 

                                                                                *     *     *

 

    La Paz (ANC-UTPBA) – El proyecto de Ley de Lactancia Materna, que ha sido aprobado por la Cámara de Diputados, prohíbe a los medios de comunicación la difusión de publicidad sobre determinados alimentos en la que se encuentren niños de dos años, así como también a que tome parte de ello el personal médico. Lo que no ha quedado aún establecido son las sanciones que se le aplicarán a los infractores.
    El presidente de la Comisión de Desarrollo Humano de la Cámara, don Guillermo Mendoza, informó que la norma incorpora varias prohibiciones para los profesionales de la salud, médicos y enfermeros, para actuar como intermediarios o promotores de venta, incentivando a la mujer al destete precoz. Asimismo, se veda el camino para que impulsen con productos no naturales el reemplazo de la lactancia materna a cambios premios, bonificaciones, becas, incentivos, etc., de parte de las industrias lácteas, a fin de incentivar el empleo de alimentos para menores de dos años, tal como sucede actualmente.
    Dentro de estos aspectos están involucrados también los medios de comunicación masiva, los que están impedidos de utilizar en sus afiches a menores y médicos para difundir preparados alimentarios con presuntas ventajas para criaturas, entre otras cuestiones.

    “Todos estos aspectos están incorporados dentro del proyecto de norma y serán ejecutados a partir de su
promulgación”.
Así lo afirmó enfáticamente el parlamentario Mendoza, y señalando además que el proyecto impulsado por el presidente Morales ya ha sido girado a la Cámara de Senadores para el análisis de rigor.
    Al aprobar la Cámara de Diputados el proyecto de ley de Lactancia Materna generó enorme satisfacción en la Ministra de Salud de Bolivia, Dra. Nila Heredia, considerándolo un notable avance en beneficio de la niñez. “Esta es una ley muy importante para Bolivia – expresó la Dra. Heredia – ya que se ha venido trabajando en ella durante los últimos seis o siete años, pero que no era aprobada por razones de particular interés, a veces de las empresas y otro motivos espurios”.
   
Entre otros puntos de importancia, la ley prevé que la leche maternizada sólo será vendida con receta médica y que productos de este tipo deberán llevar la leyenda “No existe sustituto para la leche materna”.
    La disposición obliga a todas las empresas del país a conceder permiso a las madres para dar de lactar durante las horas de trabajo y contar con un albergue (guardería) donde se atienda a los bebés.
    “Si no garantizamos el consumo de leche materna durante los dos primeros
años de vida de los infantes – agregó el diputado Mendoza – atentamos contra el desarrollo cerebral, la masa muscular y el sistema inmunológico, que les resulta vital para su desarrollo”.

 

                                                                                *     *     *

 

CONCLUSION

 

    Esto trae a mi memoria lo que con mucho énfasis Kevin Klaine en una película en la que ejercía el papel de profesor: “La inmadurez, madura; la ignorancia puede ser instruida, pero la estupidez dura para siempre”.
   
En tal sentido, y en lo que a salud materno-infantil se refiere,  las autoridades bolivianas lograron que la inmadurez, madurara, y que la ignorancia pudiera ser instruida. Por lo tanto, es indudable que la estupidez sí puede ser superada.
    Y ahora pasemos a lo de las normas legales interdictas.
    Con todo respeto y sin que nadie se sienta agraviado u ofendido, en ciertos aspectos los argentinos somos maduros e instruidos, pero la estupidez nos supera. Y creo que soy demasiado benévolo.
    Entre 2002 y 2004 se sancionaron seis leyes ambientales  que obviamente hacen a la salud pública. En eso no hay discusión posible. Sin embargo no han sido reglamentadas por el Poder Ejecutivo. Se pretende justificar semejante atrocidad a problemas técnicos burocráticos. Las normas están detenidas (el calificativo sería cajoneadas vaya a saber por qué motivos, ¿o sí?) en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Sustentables. Estas leyes, que según se afirma están en condiciones de ser aplicadas  ante cualquier presentación, no se pueden hacer válidas porque algún estúpido no se preocupó (u ocupó, porque para eso le pagan un suculento sueldo) por gestionar su ineludible reglamentación. Estas leyes tiene que ver con: a) la Ley General del Medio Ambiente; b) la de Gestión Integral de Residuos Industriales y Actividades de Servicios; c)  la Gestión y Eliminación del PCBs; d) el Libre Acceso a la Información Ambiental; e) la de los Residuos Domiciliarios; y f) la de Gestión  Ambiental del Agua.
    Más que una obligación política, es un deber de los burócratas responsables hacia la comunidad que estas leyes sean verdaderamente aplicables. Por falta de interés – o intereses espurios, dicen los que siempre piensan mal -  su no promulgación las convierten en letras muertas, tan inútiles como timbres de bóvedas. Y ya que hablamos del deber de los funcionarios, recordemos lo que Smiles sostenía al respecto: “El deber, como suena el vocablo, es cosa debida y le es indispensable pagarla a quien quiera evitar el descrédito presente y la bancarrota moral del futuro. Es una obligación, una deuda que no se rescata sino por espontánea voluntad y los actos bien resueltos en todos los casos de la vida”.
   
Y el descrédito puede sobrevenir si por un casual la Corte Suprema de Justicia, por inacción del Ejecutivo, impone manu militari que finalmente les den pelota porque la inoperancia afecta a la comunidad toda, tal como aconteció con los pobres jubilados: aquellos que debieron actuar y no lo hicieron, ahora se muerden los codos. Es que la Corte se apioló, les ganó de mano y se lleva los laureles.

 

Juan Isidro González

 

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