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A 18 años del “Corralito”, un fantasma que aún persiste

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¿Puede repetirse?
¿Puede repetirse?

Han pasado 18 años desde ese momento y los argentinos que sufrimos entonces sus consecuencias no podemos olvidarlo. Así buena parte de la sociedad contemporánea, incluyendo aquellos jóvenes que se fueron anoticiando tiempo después, lo tiene como un fantasma que ronda sobre sus bienes y su futuro. Aunque no parezca una medida que tenga en su arcón de futuras decisiones el inminente presidente Alberto Ángel Fernández, y espero no estar equivocado, el “corralito” es una de las preocupaciones existentes y que ha sido insinuada una y otra vez por sectores interesados en complicar una salida a la actual situación que vive la Argentina, la más grave de su larga historia de crisis en las que se combinan recesión, inflación, endeudamiento, desempleo, devaluaciones y otras yerbas.

 

De hecho una suerte de “corralito” ya fue implementado por el gobierno del saliente presidente Mauricio (del latín maurus, de piel obscura) Macri que incluye un virtual default en pesos pero el temor es el de llegar a uno más grave como el que implementara Domingo Felipe Cavallo, el entonces ministro de Economía durante la última etapa de la gestión presidencial de Fernando De la Rúa, por el cual se restringió el retiro de los depósitos que la población tenía en el sistema financiero.

Fue el primero de diciembre de 2001 cuando, bajo la propuesta de Cavallo, De la Rúa firmase el Decreto de Necesidad y Urgencia N* 1570 por el cual quedó instituido el “Corralito”. Fue el resultado de una crisis que se fue configurando a partir del “Rodrigazo” durante la presidencia de María Estela Martínez, se profundizó a lo largo de los siete años del genocida “Proceso” cívico-militar, siguió su marcha con algunos logros luego perdidos siendo presidente Raúl Ricardo Alfonsín, alcanzó su esplendor con el propio Cavallo y Carlos Saúl Menem con la “convertibilidad” y estalló con De la Rúa y el agotado “uno a uno”.

La situación no era manejable desde la última etapa menemista agotados los ingresos por las privatizaciones pero todavía existía la ilusión de la paridad cambiaria entre el peso y el dólar estadounidense y ella le sirvió a De la Rúa para ganar las elecciones presidenciales de 1999, dos décadas atrás, en base a la promesa de mantener la ya insostenible “convertibilidad”.

El radical De la Rúa, elegido como cabeza de una alianza con sectores del peronismo y de la izquierda, asumió su cargo con un déficit fiscal del orden de los u$s 10.000 millones anuales. Frente a ello su primer ministro de Economía, José Luis Machinea, en diciembre de 2000 llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y con bancos. Acuerdo denominado “blindaje” por una suma de u$s 40.000 millones mediante el cual se pretendió generar la imagen de que la Argentina estaba en condiciones de asumir sus compromisos de pago. Pero la realidad fue otra y la fuga de capitales continuó sin mengua y aún se acentuó. Algo similar a lo sucedido en un pasado más reciente, de apenas unos meses. No por nada los romanos tenían un dios de la historia, Jano, y sostenían que para entender el presente y proyectar el futuro había que conocer el pasado.

Como nada se resolvió, Machinea renunció en marzo de 2001 y fue reemplazado por Ricardo Hipólito López Murphy quién hasta entonces se había desempeñado por ministro de Defensa. Como ministro de Infraestructura y Vivienda, ya que así se denominaba la cartera económica, duró apenas entre el 5 y el 20 de marzo de ese año ya que su plan de ajuste de las erogaciones fiscales provocaron una enorme reacción social siendo particularmente dura la surgida desde el ámbito universitario. Así fue como apareció Cavallo.

Éste buscó reemplazar la convertibilidad “uno a uno” con el dólar estadounidense por una paridad con una canasta de monedas que incluyó al euro. La propuesta, luego aprobada por ambas cámaras legislativas, fue presentada, originalmente en diputados durante una charla en la que estuvimos varios periodistas y en la que mientras Cavallo exponía De la Rúa demostraba no entender de qué se trataba. La nueva paridad tampoco fue de utilidad.

Así fue que en junio se impulsó el “megacanje” manejado por el secretario de Finanzas, Daniel Marx. Se trató de una colocación de títulos públicos por u$s 29.500 millones; un mes más tarde, en julio, se aprobó la “Ley de Déficit Cero”, es decir llegar a la igualdad de ingresos y erogaciones del estado nacional para lo cual se redujeron las jubilaciones en un trece por ciento.

Por entonces habían surgido las llamadas “cuasi monedas” en quince provincias. La más importante de ellas fue la denominada “patacón”, emitida por el gobierno de la de Buenos Aires. Las otras emisoras fueron Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan y Tucumán. Una alternativa con la que algunos hoy especulan y que ya está siendo implementada en algún municipio.

Siguiendo con las similitudes de entonces y la actualidad, mientras la fuga de capitales continuaba el FMI descartó un nuevo programa de apoyo como hace poco se negara a desembolsar el último tramo del préstamo otorgado aunque autorizó a que lo ya desembolsado sirviese para ser colocado en el mercado cambiario para evitar una más brusca devaluación del peso.

Por entonces el desempleo había llegado al 18% y la pobreza al 38,3%, cifras no muy diferentes a las que deberá afrontar cuando asuma, dentro de unos días, el próximo presidente, Alberto Ángel Fernández.

Se llegó así al “corralito” el primero de diciembre de 2001, vía el referido decreto. Los depositantes de dinero en el sistema bancario solamente podíamos retirar 250 pesos semanales en efectivo aunque eran libres las transferencias bancarias y electrónicas ya que, por esa vía, todo seguía dentro del mismo sistema.

Como ello implicó una mayor recesión aún, Cavallo pretendió establecer la universalización de las tarjetas de crédito entregando posnets a todos los comercios, lo que no fue posible. Hoy, a 18 años de entonces, aún un alto porcentaje de comercios minoristas carece de los mecanismos para la utilización de tarjetas, aún de las de débito.

Habían pasado 20 días desde la implementación del “corralito” cuando el 21 de diciembre, helicóptero mediante, De la Rúa abandonó la presidencia. El 6 de enero de 2002, luego de varios recambios presidenciales, el más importante de ellos el de Adolfo Rodríguez Saá quién estableció el default de la deuda externa, se sancionó la Ley de Emergencia Económica.

Ya con el abandono de la convertibilidad y la devaluación que llevó la cotización del dólar estadounidense a 1,40 pesos, el presidente Eduardo Alberto Duhalde y su ministro Jorge Luis Remes Lenikov convirtieron el “corralito” en el “corralón” de manera que se congelaron los depósitos en plazos fijos y cajas de ahorros en pesos y en moneda extranjera. Algo que hoy muchos temen y por ello han sacado sus depósitos de los bancos pero que, salvo imprevistos poco creíbles, no está en los planes de las autoridades próximas a asumir.

 

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