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Otra secta abusadora: Luz del Mundo

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UNA LUZ DEMASIADO OSCURA
UNA LUZ DEMASIADO OSCURA

Otra secta abusadora

 

    En la ciudad mexicana de Guadalajara se levanta un monumental templo, de una altura de 83 metros y con capacidad para casi veinte mil personas, cuyo valor se estima en 70 millones de dólares y está asentado sobre un terreno rodeado de calles dispuestas de tal forma que convergen en él. El conjunto, denominado “La Hermosa Provincia”, constituye una especie de pequeño Vaticano desde el cual se rigen las vidas y destinos de más de medio millón de fieles sólo en México, a los que se suman unos dos millones –según su líder- esparcidos por otros países de América y Europa. De acuerdo a versiones de ex seguidores de esta organización, el control ejercido sobre sus integrantes es estricto: sólo imperan las reglas de la “iglesia”, la escuela es controlada por los seguidores más calificados y hay una férrea vigilancia.

    Dentro de esa colonia hay un sector privilegiado que integran unas 800 personas a quienes llaman “los incondicionales”, que establecen compromisos en lo moral, espiritual y material ofreciendo promesas de castidad, humildad y obediencia a su líder. Por su parte, los fieles en general no pueden acumular riquezas –deben compartir su dinero con la iglesia-; tampoco pueden elegir a sus esposas y sus hijos deben ir a las escuelas primaria, secundaria y preparatoria de “La Hermosa Provincia”; y sólo pueden consumir las revistas y publicaciones que allí se editan. Las mujeres deber vestir falda y llevar el cabello largo, y tener disposición para trabajar en cualquier tarea asignada por los líderes religiosos. Para mantener el orden y a todo el mundo dentro de los carriles que impone, la iglesia cuenta con un grupo especial cuyos integrantes reciben instrucción militar. De hecho, utilizan grados militares y estandartes, portan una estrella de David e incluso efectúan su propio desfile militar en la colonia.

    Esta es, en suma, la presentación de lo que constituye lo que ha dado en llamarse Iglesia Luz del Mundo, el segundo grupo religioso más numeroso en México después de la Iglesia Católica, en los hechos una secta de la que mucho no se ha publicado ni oído hablar pero que contiene todos los ingredientes más resaltantes de grupos similares, a los que en muchos aspectos supera aunque su nombre no sea tan mediático como aquellos: enriquecimiento sin pausa de su líder, amparo de altos sectores políticos, lavado de cerebro y, en especial, violencia y abuso sexual.

    Después de este pintoresco panorama, es tiempo de presentar al líder de Luz del Mundo, amo y señor de las vidas de sus seguidores, de sus almas, cuerpos y virginidades, muy hábil para escurrirse de investigaciones que hasta ahora, gracias a sus aceitados vínculos con algunos resortes del poder de turno en su país, han sido muy pocas y no han pasado de débiles inicios, perdiéndose en la nebulosa del cajoneo burocrático o del remanido eufemismo de la “falta de mérito”.


El Hermano Samuel


    Samuel Joaquín Flores tiene hoy una edad cercana a los 65 años. Dirige a Luz del Mundo desde el fallecimiento de su padre, Aarón Joaquín Flores, en 1964. Este último, cuyo verdadero nombre era Eusebio, fundó la iglesia en 1926 luego de que –como tantos otros “iluminados”- tuviera una visión en la que Dios le dijo que cambiara su nombre al de Aarón. Al morir éste, heredó su lugar Samuel Joaquín Flores, a quien le gusta ser llamado “el Varón de Dios” y ser adorado como tal. El “Hermano Samuel”, otro de sus apelativos, ha reunido desde entonces una fortuna incalculable, amasada con la sangre, sudor y lágrimas de sus fieles, tanto los que viven en “La Hermosa Provincia” como los que acuden a adorarlo desde todo México. Para Luz del Mundo, sólo cuentan cuatro divinidades a adorar: Dios, Jesucristo, Aarón y Samuel. Todo un ejemplo de mesianismo e inmodestia. 
    Desde que se hizo cargo de su ministerio, Samuel Joaquín Flores repite invariablemente, en las sesiones multitudinarias de la iglesia y entre sus también repetidos sermones, el leit-motiv de la prosperidad: “Dios tiene un milagro preparado para México... Dios traerá prosperidad para todos... no pueden vivir en la miseria... no pueden ser pobres...”. Está visto que, pese a su retórico esfuerzo de años, el Hermano Samuel deberá insistir mucho todavía, ya que su país -pese a los tratados a los que adhirió como el ALCA y otras maravillas económicas y a su dependencia de Estados Unidos, o quizás debido a ello- registra un índice de pobreza de alrededor del 60 por ciento.
    De todas maneras, es sintomático ver qué maleables resultan las mentes de tantos fieles, o cómo se aprovechan de sus debilidades estos mesiánicos que, llámense Luz del Mundo, Iglesia Universal del Reino de Dios, Iglesia Pentecostal, etc., utilizan una parafernalia similar –música estrepitosa, griterío, amenazas sobre el Demonio- para reducirlos al estado de zombies y hacer que, día a día, extiendan sus manos pidiendo su salvación y dejando en las bolsas recaudadoras que pasan ante sus narices lo que tienen. Y lo que no tienen también.
    Luz del Mundo tiene su fecha emblemática. Todos los 14 de agosto se reúnen en una gran fiesta en La Hermosa Provincia miles de fieles que acuden desde todas partes, trayendo regalos para el “Varón de Dios”. Es la fecha del nacimiento de su padre, el fundador, Aarón Joaquín Flores. Se la llama la “Santa Cena”, una celebración apta también para regocijarse de que Aarón no murió –de allí que la fiesta incluye la visita a su tumba- sino que partió directamente a sentarse al lado del Señor. Como sea, su tumba –ocupada o no- es permanentemente custodiada por la milicia pretoriana del líder las 24 horas del día. Es que hay un detalle no menor: la lápida está cubierta de letras de oro.
    El Hermano Samuel –no podía ser de otra manera- se traslada en sus escasas salidas en un amplio automóvil último modelo con sus vidrios polarizados, y cuenta con una custodia personal de 150 hombres armados, divididos en tres grupos rotativos de cincuenta que lo siguen en varios coches. O sea que se lo protege más que a un presidente o un jeque petrolero, quizás pensando que estar bajo la mirada del Señor no es suficiente.
    Muchas sectas u organizaciones religiosas que en realidad se acercan más a esa categoría alcanzaron su mayor desarrollo bajo regímenes políticos proclives a protegerlas. Por ejemplo, el Opus Dei afianzó sus cimientos y estructura en España, donde nació, durante la dictadura franquista. La Iglesia Universal del Reino de Dios lo hizo bajo las administraciones más liberales que gobernaron Brasil, donde se inició. Luz del Mundo no escapa a esa relación secta-poder. En su caso, estrechó fuertes vínculos con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó a México durante 70 años y al que aportó numerosos votos a cambio de no ser investigados y, hagan lo que hagan, de mirar para otro lado. Los ideales de Benito Juárez y la masonería mexicana indicaban que las iglesias debían ser nacionalistas y totalmente sujetas a las autoridades civiles, y se afirma que Luz del Mundo estaría patrocinada por la masonería del Rito Occidental Mexicano, a la que precisamente pertenece el Hermano Samuel Joaquín Flores.
    Sin embargo, el haber mantenido firmes lazos con el PRI no quiso decir que a partir de ello Luz del Mundo no prosiguiera buscando convenientes contactos con otras agrupaciones políticas, habida cuenta de que nada es eterno y la hegemonía del PRI podía terminar algún día, como ocurrió. De allí que en junio de 2004, al festejarse 40 años de “misión apostólica” del Hermano Samuel, el Auditorio Nacional fue colmado de fieles y al evento fueron invitados numerosos funcionarios del gobierno. Uno de los caracterizados políticos convocados fue el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, hasta hace poco enfrascado en una dura lucha para que se reconozca su triunfo en las recientes elecciones mexicanas, quien finalmente no concurrió pero envió a un representante suyo, Joel Ortega, entonces secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal. En la ocasión, López Obrador le otorgó a Samuel Joaquín Flores un reconocimiento “por su labor” y por su liderazgo de 40 años al frente de la secta más polémica de ese país. Incluso, Luz del Mundo logró colocar a uno de sus ministros, Rogelio Zamora Barradas, como diputado federal y candidato a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, y una de sus “incondicionales” es funcionaria del gobierno capitalino.
    Pero además de sus afanes por extender su secta, dominar cada vez más mentalidades débiles y seguir acumulando riquezas, el Hermano Samuel se toma su tiempo para hacer de las suyas sexualmente, ejercitando todo tipo de perversiones y abusos contra jovencitas y muchachitos que apenas están transitando por la pubertad.


“Que Dios se los pague”

   
Son incontables los casos de abuso sexual, sin distinción de sexo, cometidos por el “Varón de Dios”, y muy pocas las denuncias efectuadas al respecto. Y esas pocas denuncias nunca llegaron hasta ahora a concretarse en investigaciones serias, ya que las escasas que se iniciaron terminaron diluídas en burocráticos cajones de organismos que no tienen ningún deseo de molestar al Hermano Samuel o a sus seguidores. Ello aparte de las presiones ejercidas contra los denunciantes mediante la amenaza, el temor o directamente, si caben, las palizas a las víctimas por parte de los esbirros del líder.
    Un testigo clave, Moisés Padilla, quien denunció en 1998 haber sido víctima de los bajos instintos de Samuel Joaquín Flores en una playa de Nayarit, fue golpeado en dos ocasiones y finalmente secuestrado, torturado y abandonado desnudo en muy precarias condiciones de salud. Padilla reconoció a uno de sus atacantes en un archivo fotográfico de la Policía Judicial de Jalisco, la que le brindó protección sólo por algunas semanas después del incidente, hasta que decidió refugiarse en Estados Unidos. Allí consiguió asilo político, ya que el gobierno norteamericano dictaminó que, debido al probado vínculo entre Luz del Mundo y el PRI, el Estado mexicano no podía garantizar la integridad física de Padilla. Y, como se dijo, el poder de esta secta sigue creciendo bajo amparos e influencias. No hay investigaciones sobre los abusos religiosos y sexuales en contra de tantos de sus integrantes. En tal sentido el investigador mexicano Jorge Erdely, director del Centro de Investigaciones del Instituto Cristiano de México (CIICM) y autor de libros especializados, advierte: “Estamos ante el paraíso para las sectas”.
    Los gustos peculiares del Hermano Samuel, que en medio de sus ataques de migraña grita ¡“Soy el rey”!, exigiendo que lo adoren, van mucho más allá de las lluvias de pétalos de rosa que las niñas de la congregación arrojan a su paso, o de los cánticos de coros cantándole alabanzas a su alrededor. En sus dominios abundan las fiestas privadas, las menores violadas, las historias de abortos y la filmación de actos sexuales.
    Las niñas comienzan por ser llevadas a dar masajes al “Varón de Dios”; otras veces tienen  que bañarlo. Son dirigidas por mujeres mayores que las alientan a “darle lo que de más valor tienen”, lo que significa su virginidad, asegurándoles que ésto será un gran honor para ellas. Después de cada uno de los abusos se le proporciona a cada niña o niño una explicación “espiritual”. Por ejemplo, una de las víctimas que logró ser entrevistada por un grupo de psicólogos relató: “Me decía que no me sintiera mal, que los hombres de Dios deber ser perfectos, que deben tener el amor total tanto de hombre como de mujer. Que él era como un ángel, no tenía sexo. Que él no pecaba sino que asumía los pecados de todos los hermanos”.
    Otra joven, a la que por protección llamaremos “Laura”, reveló que en 1985, cuando tenía 18 años, fue invitada por una de las “incondicionales”, Carmen Rodríguez -a quien varias de las jovencitas señalaron como una de las meretrices que las preparaban  psicológica y físicamente para participar del harén- para un baile privado en honor al “Varón de Dios”. La joven fue impulsada a acudir por su familia, que consideraba que aquello era un “gran honor” al que no cualquiera podía acceder. La meretriz la instruyó para que bailara hawaiano junto a otras tres niñas y que tendrían que hacerlo sin ropas, además de aconsejarle que lo que ocurriera dentro de la casa fuera guardado como un  secreto. Las jóvenes, todas de la misma edad, fueron llevadas a una habitación donde las esperaba el Hermano Samuel en una cama, y allí Haydée Avelar, otra de las meretrices, las grabó en video mientras bailaban. Después les hicieron beber algunas bebidas embriagantes “con algo adentro”, tras lo cual Samuel las llamó para que se acerquen y las pudiera tocar.
    El relato de “Laura” prosigue diciendo que “a las tres nos empezó a besar y acariciar los pechos, pero él es sádico, de modo tal que los besos eran en realidad mordidas y las caricias pellizcos. Yo no quería hacerlo pero no podía negarme. Las tres éramos nuevas en esto, y no me enteré sino mucho después que ése era sólo el principio”. Semanas después “Laura” fue llevada de nuevo por su hermana mayor, quien sabía exactamente qué hacer. Al entrar a la habitación, ambas se quitaron sus ropas para comenzar con los masajes al “Varón de Dios”, quien al rato le dijo a la hermana de “Laura”: “Préstamela para que me acaricie y así me sienta como un cachorrito”. Ya en la cama, “Laura” fue obligada a manipularle los genitales, mientras él le hacía lo mismo hasta penetrarla. La joven no pudo evitarlo, mientras Samuel le comentaba: “Es que así me descargo de todas las tensiones, sino pregúntale a tu hermana, que ya sabe de ésto”.
    La última vez que “Laura” participó, ya que después se alejó del lugar y de su familia, fue junto a otras tres chicas, todas obligadas a acudir a la habitación de Samuel a las tres de la mañana, quien las esperaba con una bata roja que luego se quitó, atrayendo a una de las chicas a su cara mientras las otras debían besarle el resto del cuerpo y succionarle sus genitales, aunque esa vez no fueron penetradas como la vez anterior. Al terminar esa “sesión”, el “Varón de Dios” salió de la cama, se paró y cínicamente les dijo: “Que Dios se los pague”.
   
Estos son sólo unos pocos ejemplos de las numerosas aberraciones que viene cometiendo el Hermano Samuel junto a su banda de incondicionales, a lo largo de 42 años y, como muchos otros de similar calaña, “en el nombre de Dios”.


La telaraña se extiende


   Como se señaló al comienzo, la secta Luz del Mundo no ha alcanzado aún en Sudamérica –si bien ya ha puesto el pie en algunas zonas- la trascendencia que tiene en México, América Central y Estados Unidos, además de algunos países europeos, como así también el alcance mediático con que cuentan otras sectas más conocidas, aunque cuenta con sus propios medios de difusión, entre ellos un diario y algunas emisoras de radio y televisión. Sin embargo, se sabe que progresivamente intenta extenderse hacia nuevos horizontes.
    Se conoce que hasta el momento ha erigido templos –siempre de características fastuosas- en los estados mexicanos de Morelos, Oaxaca, Bethel, Puebla, Zacapoaxtla, Ensenada (Baja California), Monterrey, y los más nuevos en Baja California Sur y en la Colonia El Porvenir, también en Monterrey. En Estados Unidos lo ha hecho en Houston (Texas), Fresno y Los Angeles (California), Bowling Green (Kentucky) y en Utah. En el resto del continente, Luz del Mundo ya está presente en El Salvador, Costa Rica, Colombia, Chile y Bolivia.
    Su líder, el incombustible Hermano Samuel, también se caracteriza por tratar de impedir que la opinión pública tome conocimiento de los nexos de la secta con partidos políticos, de los ritos de abusos sexuales a niñas y niños y de los crímenes contra disidentes y ex miembros de la misma. Para ello no vacila en comprar ediciones enteras de los medios donde se vea afectado el “buen nombre y honor” de Luz del Mundo, además de prohibir su lectura a todos los miembros. Así ocurrió con el prestigioso diario “The San Francisco Chronicle”, cuando publicó un reportaje que la secta pretendió censurar comprando todos los ejemplares que pudo. De todas maneras no lo logró por completo. Seguidamente se reproduce dicha nota, firmada por un periodista mexicano:

Los torvos rostros de las sectas
por
Jacinto Rodríguez Munguía

Violaciones, detenciones ilegales, violencia, despojo y tortura...las historias de abuso y represión en el interior de las sectas se multiplican. Testigos de Jehová, Nueva Jerusalén, Mormones, La Luz del Mundo, La Familia, el Movimiento Fe y la Prosperidad, Oración Frente al Espíritu Santo, La Nueva Era, Iglesia Internacional de Cristo, Iglesia de Cienciología (Dianética), la secta Moon, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, monstruos que acechan a cándidas conciencias que sienten la urgente necesidad de creer...
    Por algo le llaman el Varón de Dios. Para los mortales, el hermano Samuel Joaquín Flores. Varón de Dios le dicen las mujeres, los hombres, los niños, esos que se arrastran a su paso, a los que sólo basta una mirada, un gesto, el roce de sus dedos sobre la ropa para alcanzar la eternidad. Varón de Dios... para sus seguidores bien podría ser Dios mismo. Este hombre de rostro duro, torvo, es el dirigente de la Iglesia Luz del Mundo. El líder que asegura tener más de dos millones de seguidores en todo el mundo, más de 500 mil sólo en México.  Este hombre es el heredero de todo el poder que le dejó su padre, Eusebio Joaquín González, quien en 1926 refundó la Iglesia primitiva luego de que dijo haber tenido una visión de parte de Dios, donde Cristo, supuestamente, le dijo que su nombre sería de ahí en adelante Aarón.
    En 1964 murió su padre. Desde entonces, Samuel Joaquín se convirtió en el ungido, en el hermano Samuel, el pastor único de las miles de familias que viven en la colonia Hermosa Provincia en la ciudad de Guadalajara, y en la cabeza de una de las Iglesias más grandes de todo México y Latinoamérica. Sólo en el críptico templo construido por los seguidores, caben 17 mil personas. Desde ahí fue escribiendo con cincel y martillo una arrebatada historia llena de claroscuros. De su Luz del Mundo emergieron las sombras: abusos sexuales, violencia física, mental y la presión moral como métodos de reclutamiento.
    En 1942, “El Occidente” publicó la denuncia de Guadalupe Avelar, quien acusaba al hermano Aarón de haberla violado. El heredero construiría su propias historia negras. Para expertos como Jorge Erdely, director del Centro de Investigaciones del Instituto Cristiano de México (CIICM), La Luz del Mundo encaja perfectamente en el concepto de secta destructiva.
    De la añosa y oxidada bóveda metálica del Palacio de los Deportes, desquiciados rebotan los ayes, las plegarias, los ¡¡¡amén, amén, amén!!! de una masa amorfa en los límites de la convulsión. "¡Dios tiene un milagro preparado para México, Dios va a mandar una ola de bendiciones sobre este país. Prosperidad para su gente... Jesucristo es un Rey y por lo tanto sus hijos no pueden vivir en la miseria, no pueden ser pobres, no pueden tener carencias. Dios quiere que ustedes ya no sufran..."
    De un extremo a otro del escenario corre el hombre que predica en inglés perfecto y a su mismo ritmo, como una copia, como una sombra, como un eco, transmite y reproduce en español otro hombre que funge como intérprete. De pronto, como un estallido, el silencio. Se quedan callados. En este impasse se meten los pasos del teclado del órgano, suave, lento, de la mano de un rumor, como si de repente se desbordara el océano, un murmullo apabullante.
    Es la hora de la "Unción del Dinero", de que estos hombres se dirijan a Dios para que les envíe su espíritu y se pose sobre toda muchedumbre. El estadounidense se queja, el intérprete también; el estadounidense se desgarra, su copia también; el primero llora... toda la gente llora y las manos les tiemblan con tal intensidad como si en cualquier momento se fueran a desprender de los cuerpos, a salir expulsadas para alcanzar a sus gurús. La mano del predicador estadounidense desgarra como un relámpago el aire y, en medio del paroxismo, los cuerpos de ese mundo caen desobedeciendo toda ley de la física. Ha llegado el espíritu santo. El predicador no deja de aullar y el órgano pasa de los suaves a los severos teclados, que igual rozan los oídos que taladran la piel. La gente ya no para de llorar. Gritan.
    "La obra necesita continuar, estos mismos milagros necesitan ser llevados a otros lados y por lo tanto necesito que 300 familias me ofrenden 80 pesos. Necesito que 30 familias me den 800 pesos, necesito que 13 personas me den 3 mil pesos... por lo que tú le des a Dios, Dios te lo va regresar al cien por uno". Y de las bolsas salen en automático las manos con monedas, con billetes que van llenando las cientos, las miles de cubetas de plástico que en mismo número llevan mujeres por entre ese amasijo humano. Son las dos de la tarde y esta humanidad ya no es la misma. La primera función del Movimiento de la Fe y de la Prosperidad ha terminado. A las cinco vendrá la segunda tanda.
    En el caso de México pocos son los casos registrados de actos extremos de sectas destructivas. Por ejemplo, el libro “Suicidios colectivos” recuerda que el 13 de diciembre de 1990 se suicidaron 12 personas durante un culto religioso en Tijuana. Se trataba de los seguidores del padre Mejía, un sacerdote espiritista. Pero lo que sí se ha denunciado ampliamente en nuestro país ha sido la violación, el abuso sexual de menores, el daño patrimonial a través del fraude organizado y la inducción de distintas enfermedades mentales. Los archivos judiciales y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos tienen pendientes sus investigaciones. La Luz del Mundo es de las sectas que en México han acaparado este tipo de denuncias. Es tal el grado de atracción por parte de los medios por este tipo de casos, que el grupo cuenta con un equipo de comunicación social presto para "atacar" con cartas y llamadas a todo aquel medio y periodista que se atreve a difundir sus atropellos.


    Otra cuestión que pudo saberse de esta secta es que se dedica al tráfico ilegal de personas. En tal sentido, el investigador Jorge Erdely indicó el procedimiento por el cual Luz del Mundo ha venido impulsando por años la inmigración de fieles desde Centro y Sudamérica hacia México. Citando un documento de la Secretaría de la Gobernación, Erdely señaló que “entre enero de 1993 y noviembre de 2000, el gobierno mexicano expidió un total de 10.262 visas especiales para que miembros de Luz del Mundo entraran a México en calidad de ministros del culto. De ellas, 5.086 les fueron concedidas a ciudadanos salvadoreños, 3.154 a colombianos y las 1.700 restantes se repartieron entre personas de otras nacionalidades”. Cabe destacar que el trámite ilegal de estas visas se le ha cobrado muy caro a los inmigrantes.
    El investigador coincide con otros colegas en la hipótesis de que la celebración de la Santa Cena –el festejo del nacimiento de Aarón Joaquín Flores, padre del Hermano Samuel- sirve para traer a México a miles de personas a quienes después se busca introducir en Estados Unidos, donde trabajan en la construcción de los templos de Luz del Mundo en condiciones esclavizantes. La actuación de los investigadores derivó en la clausura de la construcción de uno de esos templos en Ontario, California, donde mujeres y niños trabajaban hasta la media noche y en deplorables condiciones. Esto generó que en su momento la cadena estadounidense NBC emitiera un reportaje sobre el tema.
    Como puede apreciarse, Samuel Joaquín Flores, el Hermano Samuel, el “Varón de Dios”, no escatima nada a la hora de hacer funcionar los mecanismos que acarrean agua para los molinos de su secta. Una de las más abusadoras y explotadoras de las miserias humanas, que amenaza con seguir extendiéndose cual una telaraña que no cesa de tejerse.

 

Carlos Machado

 

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