No cabe otra
calificación a la gravísima situación institucional existente en la justicia
federal de la ciudad de Mar del Plata. Al escándalo de la causa por la
desaparición de más de 74 kilogramos de estupefacientes y dinero secuestrado
de la bóveda del Tribunal Oral en lo Criminal Federal, que ya cuenta con dos
funcionarios procesados, uno de ellos aún llamativamente en funciones, y con
sus tres magistrados sometidos a investigación en orden a distintos delitos
contra la Administración Pública, se suma ahora la apertura de una nueva
investigación penal que involucra a los mismos protagonistas en el pago de
curiosos “peajes” que debieron efectuar dos meritorios para acceder a
distintos interinatos que se producían en la dependencia. Chivos expiatorios,
denuncias, traslados de empleados, inadmisibles discrecionalidades
y aprietes en hechos que avergüenzan a todo el Poder Judicial de la Nación,
y en los cuales siempre, de una u otra forman, terminan perjudicados los
empleados de menor jerarquía. Notoria falta de respuestas
Como
si fuera poco, además de la bochornosa situación que hoy afronta el Tribunal
Oral Penal de Mar del Plata por el faltante de casi un centenar de kilos de
estupefacientes y dinero secuestrado de la bóveda del edificio que ocupa y las
supuestas maniobras desplegadas para ocultar el mismo (una incineración
frustrada, aprietes del ex secretario a dos de los empleados, informes falsos,
depósitos irregulares de dinero, etc.), surge ahora una nueva investigación
penal que involucra a uno de sus magistrados, al ex Secretario y empleados del
Juzgado en maniobras por las cuales dos meritorias, a cambio de ser designadas
en cargos que quedaban vacantes interinamente en la dependencia, debían
entregar una suma arbitrariamente determinada de su precario salario a otros
empleados del Tribunal, mediando abuso de la relación funcional, de las
necesidades de unos y de otros, y bajo el pretexto que “esa era la única
forma de ingresar al Poder Judicial de la Nación”.
Nuevamente,
y como de costumbre, no resulta descabezado pensar que de recaer algún tipo
de responsabilidad, la misma será exclusivamente de los empleados de menor
jerarquía, cuando resulta evidente a los ojos del más ignorante que esto, de
comprobarse, no pudo haber ocurrido jamás sin el concurso de un superior que
lo digitara y permitiera. Aquellos, sin dudas, son verdaderas víctimas
de un sistema cada vez más corrupto y tolerante a semejantes actitudes.
No
llama la atención que el Tribunal Oral Penal Federal de Mar del Plata esté
otra vez en el ojo de la tormenta, pues ya en el año 1997 desaparecieron de allí,
entre otros efectos, 40.000 dólares, en un hecho nunca resuelto y por el cual
se mantuvo suspendido por más de tres años, y sin goce de haberes, a quien por
entonces fuera su prosecretario, que aún se encuentra bajo proceso
administrativo como supuesto “único” responsable de tamaña fuga de
caudales, a pesar de no caberle en razón de su cargo, el deber de custodia de
los efectos secuestrados. También es el mismo Tribunal el que se vio
involucrado en la investigación por la desaparición de prostitutas en la
“zona roja” de la ciudad balnearia, atribuidas al asesino serial llamado
“El loco de la ruta”, en razón de que quien fuera su Fiscal, se viera
seriamente comprometido en una causa por la desaparición de una de las mujeres,
la que hoy se encuentra al borde de la extinción penal por la inacción de la
justicia y el amiguismo corporativo.
Parece
mentira,
a la par que genera una gran preocupación, que un Tribunal encargado de
juzgar los delitos vinculados al narcotráfico, permita con su inaprensiva
conducta que la droga que debe custodiar vuelva al mercado de los consumidores
y, para peor, en cantidades siderales.
Es
inconcebible que aquellos empleados que colaboraron con la investigación en
cumplimiento de sus deberes, ya sea denunciando los hechos o aportando
testimonios sinceros, hayan tenido que pedir sus traslados hacia otras
dependencias
a fin de resguardar la integridad física, psíquica y moral, cediendo siempre
ellos el lugar que deberían ocupar;
Resulta
totalmente repugnante que se lleven adelante prácticas aberrantes como las
denunciadas por aquellas meritorias;
Es
intolerable seguir permitiendo que se descargue siempre todo tipo de
responsabilidad en los subalternos,
invirtiendo de este modo la pirámide de la relación funcional, donde aquella
es siempre descendente.
Preocupa
a su vez que hasta el momento tampoco haya dado respuesta como máxima autoridad
de Superintendencia de la jurisdicción la Cámara Federal de Apelaciones de Mar
del Plata
Merece
reparos también la abusiva discrecionalidad empleada por la Cámara Federal de
Mar del Plata para las distintas situaciones que se presentan con relación al
personal de la jurisdicción tanto en lo que atañe a la promoción de los
mismos, donde prima en la mayoría de los casos los favorecimientos personales y
no la intención de dotar a los órganos de éste circuito judicial de los más
idóneos a efectos de mejorar la prestación del vapuleado servicio de justicia,
como en relación al tratamiento de los recursos y/o planteos administrativos de
los empleados, y a la tramitación de las actuaciones sumariales.
Testimonio
de lo dicho y de las detestables condiciones en la que los compañeros prestan
su tarea en la ciudad de Mar del Plata, es el notorio y preocupante
incremento de empleados que presentan trastornos y enfermedades derivadas y/o
vinculadas a situaciones de estrés laboral, como pueden dar fe de ello
los registros de nuestra Obra Social.
Los
judiciales luchamos con la convicción de que es posible tener un Poder Judicial
de la Nación más justo, creíble y honesto. Por eso no podemos permitirnos que
quienes son la cara visible y máximos responsables de la administración de
justicia, permanezcan impunes a las consecuencias que se generan cuando se
incurre en graves conductas incompatibles con sus funciones
(ya sean penales, administrativas o simplemente éticas). Ello porque resulta
franca y manifiestamente improcedente sostener por un lado aquellos valores y,
por el otro, tolerar semejantes actitudes por parte de algunos magistrados que
no merecen siquiera llevar la toga. En tal sentido compartimos el ideal de que
la función judicial implica una tremenda compostura ética y social, debiendo
quienes la ejercen dar a cada paso un ejemplo de vida, conducta y equilibrio.
Es
notorio que la justicia federal en la Ciudad de Mar
del Plata es una vergüenza y esto se tiene que terminar cuanto antes. Por
nuestros derechos, por la justicia y por la patria.
Comision
Directiva Nacional
Union De Empleados De La Justicia De La Nación