Los narcotraficantes celebran las elecciones de ministros de seguridad nacionales.
Celebran la sólida e irreprochable formación académica, las teorías, la articulación retórica, los diplomas, la formación internacional en aulas y los giros. Todos valores agregados intelectuales que generan en la criminalidad organizada una comprobación de falta de territorio.
Una palabra del diccionario, un terreno extenso encastrado en la mente.
El territorio es, para los ministros, un espacio a conocer y reconocer en la gestión. Cuando en realidad, un ministro de seguridad debe construirse previamente para no consolidarse, con inmediatez, en el ridículo del desconocimiento, del desacierto, y de la funcionalidad al delito.
De Patricia Bullrich a Sabina Frederic hay una constante sostenida que tiene que ver con la profunda tergiversación sobre el estado de situación del narcotráfico y el terrorismo en Argentina. Ambas, regodeadas en experiencias políticas y académicas, tienen dos visiones antagónicas de la lucha pero a su vez, unidas por la reactividad. Nunca por la anticipación.
Dos mujeres a las que les resulta imposible trazar una matriz proactiva porque lo proactivo, generalmente, no es lo que se visualiza. No es lo que garpa. No es lo que luce. Aunque sea lo proactivo, lo que mejor salvaguardará al país y a la sociedad. Dos mujeres que juegan a chicas "malas".
Durante cuatro años de gestión, la ministro saliente hizo un espectáculo de la lucha contra el narcotráfico. Un despliegue de fuerzas, a la bartola, con el fin de mostrar acciones constantes mientras la droga seguía ingresando sistemáticamente al país, a pesar de secuestros varios, droga enfriada y operativos que la DEA, gentilmente, supo cederle a Nación.
El “derribo” de aviones quedó estampado en una foto bochornosa de Bullrich y Cristian Ritondo (ministro de seguridad de PBA) en donde ninguno de los dos parecía saber donde se encontraba. La ministro calificó de derribo a una avioneta que ya estaba en tierra y a la que le dispararon miserables tiros. Ritondo, por su parte, fue más cauto.
La hidrovía, con la cual Carrió, Bullrich y compañía, pregonaron desde los inicios, quedó intacta en su matriz subterránea del tráfico de estupefacientes. La urea y el plomo pudieron más, así como la abulia estratégica para revisar convoyes de barcazas.
Traficaban, las señoras de los medios, con que la hidrovía las llevaría directamente a la morsa. Pero ni siquiera, encontraron una beluga. Porque una cosa es investigar y otra cosa es decir que se investiga para intentar mantener el enigma, la zozobra y el estado expectante del descubrimiento del “Chapo” Gúzman argentino.
Sobre la vía terrestre los papelones fueron sistemáticos. Gendarmería fue desperdiciada en operativos menores junto a la Policía Federal y a la PSA. Narcos que se escapan por falta de efectivos en la frontera norte. Kilos secuestrados y ningún detenido. Más marihuana secuestrada y un detenido.
La Gendarmería, fuerza federal sin corrupción estructural, deambuló por cuanto lugar fue necesario para poner parches sin estrategia y así regular muertos. Mientras tanto, la droga seguía su curso y se abrían las puertas a nuevos mercados, en especial, al de síntesis y al colombiano de alta pureza de cocaína y marihuana “Cripy”.
De hecho, Rosario, la Villa 1-11-14 y la Villa 31, son el emblema de que más policías no representan más seguridad sino una regulación, por pactos tácitos, de crímenes.
Por su parte, la PSA, esa extraña creación de seguridad atravesada por el espectro de la efedrina, también realizó operativos fuera de su área de formación.
Prefectura, siempre autogobernada, parecía aburrirse en la vía fluvial. Descansaba en diversos puestos mientras los paseros, en la clandestinidad de los pasos ilegales, pasaban cualquier cosa al tiempo que una provincia como Formosa, por ejemplo, diagramó un escudo proteccionista ante al vacío de seguridad federal. Es que Prefectura, según informantes, reclamaba un estímulo extra para patrullar. Fuerza fatigada de recoger la droga “enfriada” que el narcotráfico retro les regalaba al grito de “Sí, se puede, sí se puede”.
Desaciertos por ignorancia
Mientras Bullrich permitió la reducción de la Secretaría de Fronteras en Subsecretaría, y mantuvo acéfala la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, Frederic disolvió, irresponsablemente, la Subsecretaría de lucha contra el Narcotráfico pero puso un Director de Inteligencia Criminal. Es que eso de hacerla completa, en seguridad, es un concepto límite.
Al mismo tiempo, por su especialización en el tema policial, la ministro actual, pretende reducir a la legendaria Policía Federal a un cuerpo de escritorio. Sin embargo, muchos buscan justificar y/o matizar esa idea malsana en la reformulación de la fuerza para alcanzar un FBI.
Sobre el delito de Narcomenudeo, la confusión actual es atroz. La mirada del Gobierno Nacional es de persecución al consumidor pero hablan de fortalecer la seguridad ciudadana. Entran, por desconocer las prácticas provinciales de Río Negro, Córdoba, Salta, Jujuy, Formosa, Santiago del Estero, en errores atroces.
La lucha contra el narcomenudeo no persigue la demanda, persigue la oferta que no solo pone en riesgo a consumidores explícitos sino también a potenciales, y a todos los habitantes de un barrio, ya que el Narcomenudeo tiene estructuras y vínculos con el Narcotráfico.
La lucha contra el Narcomenudeo es un componente más de la Seguridad Ciudadana. Por ende, hablar de seguridad ciudadana y estar en contra de la lucha contra el narcomenudeo, es inversamente proporcional y contradictorio.
También pretende desarmar a la mayor cantidad de policías fuera de su horario de servicio, desconociendo, asombrosamente, que un policía jamás deja de ser policía, de la misma manera que un médico jamás deja de serlo.
No se traba de una cuestión horaria. Se trata, sin más, de una cuestión de vocación y servicio.
La irracionalidad del potencial desarme es vista, dentro de las diversas fuerzas de seguridad, como una entrega de la policía a la delincuencia porque los barrios son un habitus en el que intervienen diversos actores sociales en interacción y enfrentamiento. Por ende, el Ministerio de Seguridad de Nación debería ser más claro. Es decir, plantear si quieren fuerzas de seguridad reales o si bien, apuestan a fuerzas de seguridad de tipo Playmobil. Porque el alcance de la criminalidad en Argentina necesita, por un lado combate, y por otro lado estrategia preventiva.
Las provincias
La frontera norte continúa siendo relegada. Ni Patricia ni Sabina comprendieron que la seguridad de un país comienza en sus fronteras. Ellas se manejan con asociaciones libres asentadas en un universo de significados ideológicos de extremos.
Se pasó de darles un poder desmedido a las fuerzas federales, a pretender reducirlas a su mínima expresión. Es que eso de la conducción racional equilibrada de fuerzas, parece que a ninguna les cierra.
Sabina repite, con mejor relación política, las acciones agotadas y fracasadas.
Rejuntar, sin reconocimiento territorial y estrategia, fuerzas de seguridad federales en Rosario. Es que Rosario, enclave de Santa Fe, cosecha una cantidad de muertos pavorosa en lo que apenas va del 2020.
Arribos que ni siquiera contienen al Narcotráfico, como mucho, limitan a crímenes. Porque en nuestro país, los narcos se matan y reproducen entre ellos, poniendo en igual riesgo a toda la población.
El desembarco de Gendarmes y Prefectos no tocó los corredores nacionales en nexo con los provinciales y tampoco desarmó el entramado de nodos porque cuando una problemática como el Narcotráfico se aborda con más fuerzas de seguridad, ocurren 3 cosas: 1- Se regulan los muertos. 2- Las policías provinciales entran en malestar. 3- Después de un tiempo vuelve la masacre.
El discurso
Al parecer, el discurso del Gobernador Perotti y del Ministro Sain en campaña, no amedrentó a los narcos, por el contrario. Los estimuló para marcar poder y medir niveles de fuerza dando una bienvenida de sangre.
El Narcotráfico, orgánico o no, también hace un estudio riguroso de los funcionarios elegidos para supuestamente combatirlo. El crimen organizado les conoce vulnerabilidades, sobreactuación, impericias si tuvieron gestión y demás elementos que suele aportar la policía corrupta para desestabilizar y mostrarle a la sociedad una incapacidad operativa.
En los últimos 2 años, mientras el Frente Progresista fue más cauteloso, Cambiemos avanzó en el final de la banda de Los Monos. Algunos funcionarios del Ministerio de Seguridad de Cambiemos -2015-2019- sin vergüenza de la jactancia plantearon un desarme total de la primera banda del país con perfil de cartel desconociendo el alcance, el poder en la cárcel y la falta de investigación criminal.
Actualmente, las consecuencias de la lucha reactiva están a la vista. Actualmente, la inteligencia sigue estando tergiversada y la reiteración de acciones de manual infantil vuelve a ponerse en el centro de la escena mostrando, una vez más, que el narcotráfico lleva muchísimos cuerpos de ventaja.
Anexo: así están hoy los porcentajes de ingreso y circulación del Narcotráfico en Argentina
Vía terrestre: 60%
Vía aérea: 20%
Vía fluvial: 20%