En
La ley prohíbe el consumo de tabaco en bares y restaurants cuya superficie no
alcance los
La
peligrosa obsesión “anti-tabaco”
A pesar de su aparente irrelevancia, esta norma abre un
fuerte debate sobre los cimientos mismos de la organización de nuestra sociedad
y de los valores que la sustentan, especialmente si las mayorías pueden violar
las libertades individual reconocida por
En consecuencia, consideramos necesario referirnos a los siguientes puntos:
-Las
mayorías legislativas pisotean los derechos de propiedad privada: La
mencionada norma pasa por encima el derecho a usar y disponer de la propiedad
privada protegido por
-Las
mayorías legislativas nos dicen qué es bueno y qué es malo para nuestra
salud: Suponemos que no somos
niños ni adolescentes pues podemos votar y elegir a nuestros gobernantes, pero
aún en la edad adulta no son nuestros padres sino los legisladores quienes nos
indican qué es bueno y qué es malo para nuestra vida.
De esta forma, el
sustento implícito de la ley anti-tabaco es que fumar es malo y el 34% de los
argentinos que lo hacen, están equivocados o enfermos. Contrariamente, lo que sí
es legítimo es la exacción involuntaria de recursos vía impuestos para
dedicarlos a generar conciencia sobre los perjuicios de fumar.
Siguiendo este razonamiento, no sería extraño que en no
mucho tiempo se impida a los bares y restaurants vender comida que no sea libre
de colesterol, cafeína, alcohol, carnes rojas, azúcar o comidas rápidas, o
que en otros ámbitos se prohíba el sexo, el juego u otras cuestiones
consideradas “malas” para la ciudadanía por las costosas y arrogantes
burocracias.
Si se permite a los representantes de las mayorías decidir
qué es posible consumir y hacer y en qué condiciones, la libertad se halla
seriamente amenazada. El supuesto de la ley es una concepción peligrosamente
paternalista que parece saber centralmente qué hace y qué no a la felicidad de
cada persona, atacando la raíz filosófica de nuestro derecho a elegir.
-Las mayorías legislativas no
perciben la ausencia de “externalidades negativas”. Las
medidas anti-tabaco ni siquiera son sostenibles desde el argumento técnico de
la existencia de externalidades negativas -esto es que el humo generado por un
fumador afectará a un tercero o “fumador pasivo”. Esto es porque –hasta
la vigencia de la nueva ley- cuando alguien entraba a un bar o restaurant lo hacía
de forma voluntaria, así como el dueño del establecimiento también
determinaba en función de la demanda de sus clientes si este era libre de humo,
mixto o lleno de humo.
Al respecto, afirma Lorenzo Bernaldo de Quirós en su artículo
“La Ley
Seca
del Tabaco” que el mercado proporciona los incentivos necesarios para
satisfacer las preferencias de todos los consumidores sin que el Estado tenga
que intervenir. En consecuencia habrá cines, restaurantes, centros comerciales,
líneas aéreas etc. para fumadores y otros para no fumadores y el equilibrio
entre unos y otros dependerá de la intensidad de la demanda tanto como de la
calidad de la oferta.[1]
En síntesis, la nueva Ley anti-tabaco en vigencia
en
Es necesario que en una sociedad abierta, que tenga a los
derechos de los individuos como eje central, cada vida es un proyecto sagrado,
una elección permanente, un aprendizaje a través de un proceso de prueba y
error en un contexto de toma de riesgo, una selección dinámica y permanente de
valores, prioridades y preferencias. Cada ser humano es un fin en sí mismo, único
e irrepetible, cuya esencia sagrada no debería ser pisoteada por mayorías
legislativas.
-Gabriel Gasave es Investigador Asociado y Martín Simonetta, Director Ejecutivo,
de la Fundación Atlas1853.
[1] Lorenzo Bernaldo de Quirós, “La "Ley Seca" del tabaco”. Cato Institute, Washington DC, EEUU.