Todo comenzó el 31 de agosto de 1994, cuando por un Decreto del entonces presidente Menem; el mismo que vendió armas a Ecuador y Croacia. El mismo que bajo su mandato, el día 3 de noviembre de 1995; hicieron “volar” la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba. Junto con la fábrica, “voló” casi toda la Ciudad de Río Tercero, dejando un saldo de siete muertos, cientos de heridos de distinta consideración y cuantiosos daños materiales.
El ex presidente Menem, quien hoy, a 25 años de ese tremendo acto delictivo provocado para “tapar” el faltante de armas y municiones vendidos a Ecuador y Croacia, en forma clandestina y por el que fue enjuiciado y condenado; se encuentra gozando de su libertad, amparado en los fueros de Senador de la Nación y así seguirá hasta el fin de sus días. Este tipo de “impunidad”, es la más común que adoptan los políticos, en su gran mayoría peronistas y kirchneristas corruptos, cuando quedan al descubierto sus latrocinios perpetrados contra el pueblo argentino, quienes en un porcentaje del casi 50%, viven obnubilados, creen en los reyes magos, sufren de una suerte de tara colectiva o bien tienen algún tipo de intereses personales, que los hacen votar corruptos; con lo cual se convierten en cómplices de las felonías que cometen estos delincuentes sinvergüenzas.
El Decreto firmado por ex presidente Menem, consistió en “abolir” el cumplimiento del “Servicio Militar Obligatorio”; originado por la muerte del Soldado Conscripto Omar Carrasco, a manos de un subteniente y dos soldados conscriptos, compañeros del fallecido. Asimismo fue imputado también, un suboficial por encubrimiento. Si bien y en base a las investigaciones posteriores, se trató de un acto criminal; lo que hubiera correspondido es el enjuiciamiento y castigo de cumplimiento efectivo de todos los responsables. Pero en ese momento y a fin de ocultar intereses político/militares y presiones de grupos mayoritariamente de izquierda, que siempre estuvieron en contra del Servicio Militar, aprovecharon la ocasión e hicieron que gran parte del gobierno, con el presidente Menem a la cabeza, firmara ese Decreto por el cual se terminó con “La Colimba”.
En verdad y a la luz de episodios como los que vienen ocurriendo en los últimos años y que parece llegar a su tope máximo, con el tremendo asesinato a golpes de puño y patadas, que sufriera el joven Fernando Báez Sosa en la localidad de Villa Gesell, del cual toda la opinión pública en mayor o menor medida, no podemos estar ausentes y aguardamos un fallo ejemplar para con sus asesinos, los diez “chicos” rugbiers de clase media alta. Asimismo podría incorporarse al grupo de estos diez “chicos” asesinos; el décimo primero que faltaba y “desapareció misteriosamente” esa noche, después de perpetrar la cobarde golpiza a Fernando Báez Sosa. Se trataría del hijo de un destacado e influyente político de Zárate, vinculado al Frente de Todos.
Los medios de comunicación y la población en general, ha optado por llamar “chicos”, a los hombres jóvenes que cuentan con diecinueve y hasta los veintidós años. Y aquí está la diferencia con quienes entraban al Servicio Militar, en muchos casos siendo “chicos” y salían siendo hombres.
Por supuesto que una gran mayoría de detractores de este Servicio que se le brindaba a la Patria, van a estar en disconformidad, a la vez que no le encontrarán relación alguna a esta actitud de los “chicos” de hoy; pero los que hemos cumplido con el Servicio Militar, al cual entramos “puteando” y nos comimos varios “bailes” de orden cerrado, por culpa del más “salame” del grupo, pero en la mayoría de las veces, por culpa del “más piola”. Allí no había diferencia de clases sociales, razas o religiones; todos éramos iguales. Nos cagábamos de hambre, iguales; nos cagábamos de frío, iguales; nos cagábamos mojados por las lluvias, iguales. Puteábamos por lo bajo y con mucha bronca a los suboficiales y oficiales, iguales.
En muchas ocasiones, se daban casos de conscriptos del interior de las provincias más pobres, que por primera vez comían utilizando cubiertos. En otros casos, aprendían a leer y escribir y hasta cursaban el colegio primario. Claro que otros, ya en nivel terciario, ”perdían” un año de estudio; pero todos, absolutamente todos y hasta el más “taura”, al momento de irnos de baja y besar Nuestra Bandera Celeste y Blanca, se nos piantó un lagrimón. Y nos guste o no, aprendimos a “bancarnos” brocas, injusticias y malos tragos, que si bien no nos hicieron más hombres; al menos aprendimos a respetar al prójimo, a ser más solidarios y comprensivos con los demás, sobre todo con los de nuestras mismas edades. Ya no éramos “chicos” y durante todo el Servicio Militar Obligatorio, nunca fuimos “chicos”, fuimos Soldados Conscriptos y al obtener la baja del Servicio, con veintiuno o veintidós años, éramos Hombres Jóvenes.
Claro está que tiempo después, se cometió el error de reducir la edad del Servicio Militar a los dieciocho años y justo con el desencadenamiento de la Guerra de Malvinas; pero este es otro tema. No olvidemos que en la amplia mayoría de los países, el Servicio Militar sigue siendo obligatorio y en los más grandes y comprometidos con estados beligerantes de guerras sin fin, los “jóvenes” cumplen con “tres” años de Servicio Militar; tanto hombres como mujeres.
Por supuesto que muchos detractores no lo entenderán jamás, pero en la mayoría de los casos; los que salimos de estar bajo bandera, jamás seríamos tan cobardes de atacar entre diez, o entre cinco o entre más de uno, a otro par desarmado o indefenso. Eso sólo es de cobardes mal nacidos y mal educados desde sus hogares.
Cuanto hemos descendido en nuestros valores. Así nos estamos hundiendo como Nación. Así estamos retrocediendo en la escala de valores que alguna vez supimos tener. Por favor, dejemos de tratar de “chicos”, a semejantes energúmenos cobardes, que en algunos casos, han demostrado ser asesinos despiadados, actuando en feroces manadas … de ”chicos”.
Francisco Viotti
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