Parece que hubieran pasado años desde la asunción de Alberto Fernández. Pero no sólo pasó muy poco tiempo, sino que el nuevo gobierno todavía no empezó. O, tal vez hoy, hace apenas unas horas haya dado su primer paso destinado a pisar el poder Judicial. Esa falsa percepción temporal cada vez más extendida habla de las escasas expectativas y de la cada vez más breve paciencia de la ciudadanía.
En cualquier caso, más allá de los fuegos artificiales, los recursos discursivos, las peleas internas reales o fingidas, los globos de ensayo, las amenazas a la oposición y a las instituciones, lo cierto es que el partido todavía no empezó y ya el ejecutivo el y legislativo, en una alianza sin precedentes, pretenden descabezar al otro poder de la república: el poder judicial.
¿Qué tipo de luchador es Alberto Fernández en la arena de la confrontación política? Todavía no lo sabemos. Aunque ya lo podemos intuir.
Acostumbrado a la sombra, es la primera vez que Fernández ocupa el ring: hasta ahora, siempre había estado del otro lado de las cuerdas, en el rincón, asistiendo, dando consejos, cerrando heridas, poniendo y sacando el banquito del mandatario de turno. E incluso, me consta, aconsejando algún que otro golpe bajo. Pero la lona es otra cosa.
Ya lo decía Ringo Bonavena: “Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”. Hoy no le toca el oscuro trabajo de sacar el banquito, sino el de poner el cuerpo a las embestidas. Y el de pegar.
La pelea todavía no comenzó y ya vemos cual va a ser el principal campo de batalla: la justicia, la misma justicia que lleva las causas de la la actual vicepresidenta. La campana de inicio del primer round sonará en marzo. Faltan muy poco días.
Hasta este momento hemos visto movimientos de precalentamiento, golpes al aire y posiciones de defensa y ataque, declaraciones altisonantes y la búsqueda de aliento del público que todavía no sabe si es zurdo, diestro, ambidiestro o manco. Alberto Fernández es un político de oficio, conoce los pliegues más recónditos del Estado.
Siempre ha sido un consejero, más un Maquiavelo que un Rasputín o un López Rega. Semejante ascenso del llano a la presidencia no le produjo ningún apunamiento. En general es al revés: los peronistas se apunan cuando les toca estar en la llanura.
La política argentina no tiene la lógica sutil del ajedrez, sino la lógica elemental del jenga: si se mueve mal una pieza, se derrumba todo el armado, siempre precario, del jugador de turno que intenta dejar la torre lo más frágil posible para que se le caiga al sucesor, sin pensar que esa misma fragilidad lo puede perjudicar a él en el futuro.
En efecto, el edificio a punto de colapsar que recibió Alberto, adolece de los mismo problemas que le dejó Cristina a Macri. Y lo cierto, es que Alberto todavía no se atrevió a tocar una sola pieza. Hasta hoy.
Este jenga macabro le impide al gobierno presentar un plan económico. Y no hay plan económico porque antes debe acomodar la pieza crucial del acuerdo con el FMI. Pero, a la vez, no pueden cerrarse las negociaciones con el Fondo si el gobierno no presenta un plan económico sustentable.
Entonces, el gobierno se tienta con activar el péndulo eterno y volver a imponer las mismas retenciones al campo que significaron el lento colapso del kirchnerismo que, ciertamente, se inició con la famosa 125 de Lousteau. Pero ni siquiera las nuevas imposiciones al campo son una certeza, ya que aún no pasan de ser una amenaza. Alberto sabe que mover esa pieza podría significar el fin antes de empezar.
Pero, claro, al gobierno no le tembló el pulso para recortar de un guadañazo las jubilaciones de aquellos que no gozan de ningún privilegio ni tienen modo de hacer una huelga: los jubilados rasos, los que siempre terminan alimentando los desvaríos de la política.
Siempre en el campo de las amenazas, al gobierno no le faltan ganas de llevar a la práctica los postulados de Raúl Zaffaroni e intervenir la justicia de Jujuy. Ya ha hecho algunos movimientos en ese sentido.
El propósito final, claro, es conseguir la liberación de Milagro Sala. Pero tampoco ignora Fernández que tomar por asalto todo el poder judicial de una provincia por una sola persona, quien, además, es mayoritariamente repudiada por la ciudadanía jujeña, lo colocaría en una situación difícil frente a la opinión pública nacional e internacional.
Por lo pronto, lo que sí hizo en la práctica Alberto Fernández es tomar medidas contra los testigos protegidos, personajes oscuros, delincuenciales, que no despiertan ninguna simpatía entre la población, y aunque su aporte es vital para desentrañar causa complejas, nadie saldría a la calle por figuras como Vandenbroele, Fariña o los treinta arrepentidos en la causa de los cuadernos.
Pero lo acaba de suceder hace pocas horas en el Congreso de la Nación marca a las claras, con qué tipo de gobierno deberá lidiar una parte de las sociedad y una parte importante del mundo. La Argentina acaba de correr el eje y se alineó con Venezuela.
Montado a horcajadas de la antipatía que producen los privilegios previsionales de los jueces, lo que el gobierno en verdad pretende con la ley que acaba de parir diputados, es provocar un éxodo de magistrados en actividad para cubrir esos centenares de cargos que quedarían vacantes con jueces propios, y así concretar el ansiado asalto de Cristina al palacio de Tribunales, tantas veces anunciado por Hebe de Bonafini.
Pero ese es un riesgo que no quiso tomar solo Alberto Fernández y entonces buscó la complicidad del congreso. Tan burda y clara es la maniobra, que el ejecutivo se negó a aceptar la condición de los legisladores de Cambiemos para agregar una cláusula explícita que dejara afuera de la reforma a los jueces en actividad.
Alberto debería ser consciente de que esta medida lo acaba de poner en un pie de igualdad con Venezuela, justo cuando Europa y EE.UU quieren saber de qué se trata esta nueva versión del peronismo siempre imprevisible.
Si de verdad el mundo tiene curiosidad por entender al nuevo gobierno, sólo debe mirar lo que acaba de suceder ahora mismo en el congreso de la Nación: donde se termina de concretar un robo frente a los ojos de un mundo que hoy mira a China y la evolución de la pandemia. Daniel Scioli dejó de ser diputado desde el mismo momento en que aceptó ser embajador en Brasil.
Aún cuando ya le fue aceptado el pliego diplomático, Scioli, un ocupa de saco y corbata, intrusó su vieja banca para que el bloque oficialista alcanzara el quórum, que de otro modo no habría obtenido. Pese a que los diputados de Cambiemos abandonaron la cámara y denunciaron el atropello, la sesión siguió su curso como si nada.
Como un eterno déjà vu, el gobierno se apresta a iniciar su mandato con un robo. El robo del siglo que permitirá tomar la justicia por asalto. Y de ahí en adelante, cualquier cosa será posible en la nueva República Bolivariana de la Argentina. El robo del siglo no tendrá jueces que los juzguen.
Tenemos como sociedad, lo que se nos PARECE, y lo tenemos MERECIDO, que hagan lo que quieran, para eso fueron votados y no BOTADOS.
Desde el 16 de Diciembre del 2019, luego de la sucesión aparecieron las medidas a implementar y por lo realizado hasta este momento, tan expertos no necesitamos ser para darnos cuenta lo que se proponían. Fernandez no es un luchador, más bien un improvisado, un tipo con ideas obsoletas, que no tiene capacidad ni para poner en caja a unos funcionarios Nivel elemental. De cuál armado hablamos. Colapsados se encuentran. Por otro lado , pregunto, que festejan allá en Buenos Aires los funcionarios y los periodistas sobre el tema del Fondo Monetario, porque parece que vivimos todos en diferentes planetas. Ayer , por ejemplo, el diario La Voz de Córdoba , día jueves 27 de Febrero 2020, se contactan con GERY RICE portavoz del FMI y que les dice( titulares del diario ): " No se trata de negociación. En este momento lo que hay son discusiones " El FMI negó un acuerdo y manda a la Argentina una nueva misión. Entonces los que quieran seguir escuchando todo tipo de relatos, que crean que lo único importante es hablar de las tarjetas de alimentos, la canasta básica o quieran escuchar los discursos de los Fernandez, allá ellos. Por otro lado y en la vereda opuesta estamos los que no les creemos NADA DE NADA y ESTAMOS ESPERANDO QUE ARRANQUEN DE UNA BUENA VEZ PORQUE SE ENCUENTRA TODO PARALIZADO.
Viendo esto los inversores extranjeros salen huyendo,la actitud del peronismo no le asegura seguridad juridica a sus inversiones dado que si hacen semejante fraude hacia la constitucion ,nos ven como una republiqueta bananera donde sus inversiones pueden correr riesgos,ante los ojos del mundo no somos un pais serio,somos una pseudo democracia . donde la independencia de los poderes es una farsa tragicomica